Suffer Little Children

215 18 12
                                    

Retrocederé en el tiempo, cuando nadie sabía siquiera si yo existía, cuando solía tener solo dos amigos.

Me puedo ver sentado delante del televisor, comiendo una manzana, era uno de esos días que te dan una sensación cálida y solo puedes escuchar el sonido de tu propia respiración.

Siento que llaman a mi puerta, pero yo no estaba interesado en abrirla, nunca lo estaré, probablemente era una visita aburrida, tediosa. Preferí callarme y hacer pensar que no había nadie en casa.

- Puedo escuchar la televisión, sabes? - ese comentario me estremeció, más al darme cuenta de que conocía esa voz.

Vi como una cabeza se asomaba por mi ventana, había olvidado cerrar las cortinas.
Sus labios pronunciaron las palabras " Puedo verte también" haciendo un gesto de saludo con las manos.
Por qué insistía tanto? Después de todo, solo era yo.

No tuve opción, me dirigí a abrir la puerta, dejando un espacio solo para mi ojo.

- Buenos días -me dijo educadamente, yo reaccioné solamente a asentir con mi cabeza- Lamento interrumpir, pero, nosotros ya nos conocemos, bueno me preguntaba, si... puedo pasar? Hace bastante frío - el pobre tenía los labios morados.

Abrí la puerta y lo hice pasar, mirándolo de arriba a abajo, tratando de analizar que clase de persona había entrado a mi casa. Me di cuenta de nuestras diferencias, diferencias abismales, el solo me llegaba un poco más arriba del hombro, tenía un pelo genial, chaqueta de cuero, delineado y unos pantalones que nunca se me hubieran visto bien. En cambio yo, era una especie de Drácula vegetariano, pálido por la falta de luz, delgado y con ropas que parecían ser de algún abuelo que trabajaba vendiendo velas.

Me senté en silencio y lo miré fijamente, el se quedó parado, viendo las fotos que habían en las paredes, las paredes grises y frías, esas que me habían visto crecer. Hubo un silencio largo, él no se sentaba ni me dirigía palabra alguna.

- Te sentarás? - ahora analizo lo que dije en ese momento, y podría haber sido algo mucho más ingenioso.

- Ah, si- dijo atontado.

Había algo en el, que me despertaba un sentimiento extraño, una inquietud que nunca había sentido.

- Supongo que ya no te debes acordar de mí, así que me presentaré nuevamente, me llamo Johnny.

- Steven, pero dime Morrissey, por favor.

- Bueno, Morrissey, vine por ti, por tu voz, me han dicho que escribes poemas y que cantas -sé que eso probablemente se lo dijo una amiga- quería saber, si quizás querías intentar un proyecto conmigo y con un amigo de la escuela.
Me sorprendió lo directo que fue, y que sigue siendo hasta el día de hoy.

- No lo sé, ni siquiera canto bien, no sé si mis letras son consistentes, armoniosas, además estoy trabajando en una biografía.

- Necesito que lo pienses, te necesito.

Y ahí fue cuando algo despertó en mí, mi sueño siempre fue cantar, expresarme a través de melodías, y que estas mismas atrapen la mente y el corazón de quién me escuche, acaso a alguien le interesaría lo que yo dijera?

- Johnny, no lo sé, no nos conocemos bien, no conozco a tu amigo, probablemente te deje de agradar con el tiempo, no creo que esto funcione.- Me paré a abrir la puerta, indicándole con educación que por favor se marchara. Él, con un poco de decepción en la cara, caminó hacia la salida. Mientras iba cerrando la puerta, viendo en cámara lenta como mi vida volvía a ser la misma de siempre, siento que algo bloquea mi acción.

- Auch- Abrí rápidamente al darme cuenta de que estaba moliendo su pie - En mi mente se veía más heroico y menos doloroso. Morrissey, dame la oportunidad de conocerte - sentí como toda mi sangre se situaba en mis mejillas- dame una oportunidad de traer mi guitarra, por favor, sé que este es un sueño que ambos compartimos, dame un poquito de esperanza, dame ese sentimiento de que estoy haciendo algo con mi vida.

Sentía que esos ojos cafés me atrapaban de a poco, esperando alguna respuesta, algún movimiento.

- Trae tu guitarra.

Su cara de niño me sonrió, no dejaba de repetir que no me iba a arrepentir, que volvía enseguida, que lo esperara.
Lo vi alejarse corriendo, mientras su figura se hacía más pequeña entre las casas, yo trataba de tragar todo lo que me había sucedido.

Entré a mi casa y ordené lo que más pude, saqué revistas comprometedoras de mi habitación, puse a andar un vinilo, abrí las cortinas, escondí el labial que le había robado a mi madre. Traté de que mi habitación fuera un lugar interesante, tanto como él lo era.
Esperé sentado, sintiendo como el reloj me apuñalaba el tímpano.
Pegué un salto al sentir múltiples golpes desesperados en mi puerta, Johnny había llegado con su guitarra de palo, cómo era posible que alguien sudado se viera tan bien?

- Pasa - dije apuntando mi habitación. De alguna forma ahí empezó nuestra conexión, cuando lo dejé entrar a mi mundo, ese mundo que nadie conocía, que me daba miedo mostrar, con mis poemas y con mi canto que tiritaba. Él, con sus tonadas, con su risa.

Le leí mi poema titulado Suffer Little Children, no sabía como iba a responder a una persona que se inspiraba con muertes trágicas de niños pequeños que habían ocurrido hace muchos años atrás, yo estaba tan nervioso, sentía que en cualquier momento él saldría corriendo.

Sin embargo, solo cerró los ojos. Me escuchó.
Nos quedamos en silencio por mucho tiempo, cuando abría los ojos y me miraba, sonreía un poco, poniéndome extremadamente nervioso.
De la nada empezó a tocar unos acordes melancólicos, que simplemente me cautivaron, me hipnotizaron, yo sentía como si estuviese en un sueño infinito, como si él estuviera dentro de la canción y comprendiera totalmente como me sentí yo al ver en las noticias las muertes de esos niños, el miedo que se había sembrado, él entendía todo a través de su guitarra.

Fue una de las mejores tardes de mi vida, disfrutamos del frío, de la conversación y del té.

No había duda de mi respuesta, quería estar en su proyecto, quería estar con él todo el tiempo que pudiese.

Hand in GloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora