Capítulo 8

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---Sábado, segundo día del fin de semana---

El grupo se había separado, unos valientes decidieron enfrentarse al asesino mientras otros solo se escondian esperando a que el día termine lo antes posible.
Quienes se enfrentaran al asesino serán:
Milagros, Nacha, Nacho, Maia, Belén, Luca y Máxima.
Y aquellos, aterrorizados por las posibles bajas que tenga el otro grupo, son quienes se quedarán escondidos en distintos puntos estratégicos para ayudar indirectamente al resto, y estos son:
Maximiliano, Facunda, Milena, Lucia, Nai, Ceci y Deni.
"Listo, estamos todos listos, valga la redundancia, ¿quieren recordar nuestros objetivos" dijo Milagros.
Maia, algo preocupada preguntó de nuevo por el plan, pero Milagros solo pudo abrazarla y decirle: "Vos solo seguime y haz lo que te diga, todo saldrá bien y nos reiremos de esta situación"
Estas dulces palabras fueron suficientes como para tranquilizar a Maia, quién antes se hayaba en miedo y preocupación por la seguridad de sus seres queridos.
Oscuridad, oscuridad era todo lo que Maxi sentía y veía, se le notaba algo deshidratado e incómodo.
Lo primero que intentó hacer fué ponerse de pié, lo cuál le resultó peor, ya que el dolor que sentía no se lo permitía. Después de reiterados intentos, notó que esto no servía de nada y comenzó a gritar por ayuda.
Para su mala fortuna, la primera persona en escuchar sus gritos fué Milena, quién se hayaba muy cerca de Maxi.
"¿Maxi, dónde estás? ¿Te encuentras bien? ¡Dime dónde estás y enviaré ayuda!" Milena estaba desesperada y confundida al notar que Maxi dejó de gritar, se preocupó y llamó a Lucía para que esta le acompañe.
Ambas agarraron un arma y entraron juntas a la primera puerta, intentaron prender las luces pero era en vano:
"Capaz es mejor irnos y sellar esta parte, ¿no crees, Mile?"
"Para nada, nosotros tenemos que cubrir esta zona para ayudar a los chicos, seguramente está en la otra puerta" dijo Milena, siendo totalmente fiel a su palabra volvió a su posición de escondite.
"Está bien, me quedaré en el pasillo y veré que puedo aportar desde acá"
Lo primero que Lucía nota es el frío, no soportaba la temperatura y quiso volver con Milena, y antes de poder reaccionar se encontró encerrada en una niebla que cegaba su visión hacía la salida del pasillo.
Lo primero que pensó fué esconderse, así que salió de su lugar hacia un aula y se puso debajo de un escritorio.
Mientras ella deseaba que todo pasara rápido, desde el patio Ignacio divisó la niebla y advirtió a todos, y en cuánto pudieron, subieron de inmediato.
Al entrar lo único que encuentran es a Máximo desesperado, con las piernas sangradas, la cara deformada y llorando.
"¡AYUDA!" es lo último que Maxi gritó antes de caer desplomado al piso, no pudieron tomar el pulso ya que Milagros desconfiaba.
"La mitad se quedará acá vigilando, yo volveré con el viejo grupo."
Una vez llegan al gimnasio ven a Milena, Facunda y a Deni llorando.
"¿Qué mierda acaba de pasar? además de yo." Maia intentaba mantener algo de tranquilidad y al parecer no sirvió.
Milena abrazó a Maia y lo único que pudo decir fué que algo había ocurrido en el pasillo.
Maximiliano, Lucia y Ceci no se encontraban, Milagros creyó que algo grave había pasado, le pidió a Ignacio que se quede al cargo de la protección de los demás en el gimnasio, mientras ella y Maia inspeccionaban.
Habían 3 aulas, la primera ya estaba abierta y no había nada, mediante una linterna disiparon la niebla mientras caminaban hacia el segundo aula, entraron y encontraron como todo estaba desordenado, inspeccionaron y la vieron ahí tendida en el suelo, Lucía estaba degollada y destripada en el fondo más recóndito del aula, era tan desagradable que Maia no pudo evitar vomitar, Milagros la abrazó y le dijo que todo estaría bien.

Días ParanoicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora