Heaven | ChanBaek

25.

Su cabeza estaba palpitando con fuerza, y cada palpitación era un poco más dolorosa que la anterior. Las pastillas no habían hecho algún efecto en su condenada jaqueca y ya no sabía qué más hacer para detenerla. Sintió una mano en su espalda y levantó la cabeza para mirar a la persona, esa sola acción causándole bastante dolor. Su expresión adolorida logró sacarle a Taesu un puchero.

— ¿Otra jaqueca?— preguntó la chica. Baekhyun asintió. No se sentía capaz para hablar.— ¿Tomaste las pastillas?— otro asentimiento más.

—Siento que... la cabeza me va a explotar.— su voz se escuchó rasposa, pues era la primera vez que hablaba desde que había despertado y su garganta le molestaba un poco.

— Deberías revisar eso. Quien sabe qué podría ser.— se encogió de hombros su hermana. El negó.

— Solo es un dolor de cabeza. Ya pasará.— afirmó, viendo como la chica negaba en desacuerdo.

— Si empeora, me dices. Debo salir a hacer... unas cosas. Tal vez volveré tarde.— dijo, afirmando el bolso que colgaba de su hombro. Dio un suave beso en los cabellos negros de su hermano, y se dirigió hacia la puerta.— Descansa un poco, y si no mejoras, te llevare a la enfermería.

Con eso, la chica se marchó, y el se quedó solo en su miseria. Se sentía cansado y enfermo, pero eso no iba a detenerlo de entrenar. Hace algunos días atrás, Taehyung había reunido a todos los demonios que le seguían para dar comienzo a la guerra. Por lo que escuchó, en el infierno había un caos, pero no explicaron por qué. En su mente continuaba haciendo una lista de posibilidades; tal vez los demonios se estaban preparando para salir del infierno y pelear, o tal vez estaban peleando, cada bando enfrentándose antes de la gran guerra. Taehyung había dicho que el evento daría lugar en un claro, algo alejado de la ciudad para evitar la intervención humana.

Taehyung dando comandos de guerra y diciendo tanta mierda en sus discursos no se parecía en nada al hombre arrepentido y con ojos llenos de pesar en una azotea hacía ya varias noches atrás. De hecho, no había visto un rastro de ese hombre desde aquella noche. Taehyung lo evitaba y no le dirigía la palabra al menos que fuese para mandarle a entrenar, cosa que a Baekhyun le confundía. Aquella conversación seguía repitiéndose una y otra vez en su cabeza, pero en esos momentos lo menos que quería hacer era pensar.

Decidió mejor escuchar a Taesu y acostarse un rato en su cama a descansar. Si cuando se despertara se sentía mejor, iría directo a la sala de entrenamiento, sino, continuaría sumido en su adolorida cabeza y gran miseria. A paso lento caminó hacia el pasillo, y justo cuando iba a tomar el pomo de la puerta de su habitación y girarlo, el timbre sonó. Iba a ignorarlo, pero la persona no se iba a dar por vencida. Tocó el timbre muchísimas veces, y cada vez que sonaba el maldito timbre, su cabeza parecía querer explorar. Soltando maldiciones y un montón de cosas para nada buenas, fue a la puerta de entrada y la abrió, encontrándose con un muy nervioso Jungkook. El tipo pasó sin tan siquiera preguntarle, y cerró la puerta rápidamente, mirando a Baekhyun muy alarmado. El pelinegro notó que su cuñado estaba muy pálido y que estaba prácticamente temblando. Nunca pensó que vería a Jungkook así, pues el chico siempre estaba con su actitud de imbécil confiado.

— ¿Te crees capaz de volar?— preguntó en un susurro. Baekhyun le miró como si le estuviese jodiendo.

— Nunca he volado en mi miserable vida.— respondió, tratando de no mostrar que su cabeza parecía estar siendo golpeada con un maldito martillo, repetidas veces.

— ¡Eres un jodido ángel!— bufó, tapando su boca a los segundos como si la hubiese cagado. Baekhyun lo miró confundido.

— Mestizo. Soy un mestizo. ¿Qué tiene que ver mi parte ángel?— murmuró, acariciando su cuello. Como si eso fuese a reducir el dolor.