CAPÍTULO CUATRO

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Sábado, ya era sábado y los tres amigos estaban preparados para cumplir con su trabajo. Olivia cargaba sus armas y las aseguraba. Pablo hacía la última revisión en los micrófonos, auriculares e intercomunicadores para asegurarse de que no tendrían ningún problema para mantenerse comunicados. Y Max escondía sus armas debajo de su ropa y su micrófono en el borde de su playera, logrando que quedara por debajo de su camisa roja a cuadros.

- ¿Está todo bien?- preguntó Olivia cuando terminó.

- Todo listo ¿Nos vamos?- Max colocó su auricular, tomó la última pistola y la guardó en su cintura en el frente y arregló su playera dejándola encima.

Subieron unas escaleras en una esquina del sótano y al abrir la pequeña puerta salieron al garage, era una buena idea tener un sótano con doble entrada y salida, nunca se sabe lo que puede pasar.

***

Alexander se dirigía al puerto, a la aburrida fiesta de un viejo millonario y su esposa demasiado joven para él. Llevaba su perfecto traje negro, camisa gris y corbata negra con pequeños detalles en plateado. Estaba impecable como siempre que se reunía con esas personas, su rostro serio e inexpresivo al igual que siempre que tenía que ir a una de esas fiestas. Su hermoso murciélago iba a una velocidad aburrida para su gusto pero recordó que una camioneta con paparazzis lo seguía y descartó la idea de acelerar. Cuando por instinto miró hacia su derecha y encontró allí la bolsa blanca de la farmacia sonrió, no la había querido sacar, le recordaba un poco la locura que a él le faltaba y que ella tenía de sobra.

El puerto estaba rodeado de autos lujosos escoltados de hombres enormes vestidos de negro y con sus rostros convertidos en una fea roca, guardaespaldas, aburridos guardaespaldas.

Alex bajó de su auto y con toda la confianza del mundo caminó hacia dentro de aquel crucero, esquivando a los reporteros que siempre lo estaban acosando con preguntas.

***

Olivia ya estaba en posición, habían llegado hacía unos veinte minutos y ella estaba con su arma cargada y lista para disparar, sólo debía conseguir tener un buen ángulo y por supuesto a Camila Ribera en la mira

- Dakota, responde- era Max utilizando su nombre falso, claramente no utilizaban sus propios nombres cuando estaban en pleno asesinato, aunque Pablo era un excelente manejador de la tecnología fue idea de él que nunca se pronunciaran sus verdaderos nombres a través de los aparatos que usaban para comunicarse en estas situaciones.

- ¿Pasó algo?- preguntó cerrando un ojo y buscando a su objetivo.

- Todo bien, Paul tiene todo controlado, las cámaras intervenidas, las alarmas desconectadas y un virus jodido como la mierda que al hotel le costará demasiado dinero limpiar- dijo refiriéndose a Pablo, rieron juntos por lo último, no era necesario pero definitivamente era un lindo presente para sus anfitriones- ¿y tú?

- Todo controlado Benjamín, tú solo tienes que hacer el conteo empezando desde ahora.

- Bien, en cinco minutos el millonario y la víctima subirán al escenario y agradecerán no sé qué mierda.

- Agradecerán a todos los que donaron dinero a la caridad, Benjamín- la voz de Pablo se hizo escuchar por los auriculares de los demás- comiencen de una vez el conteo por favor, necesito algo de acción.

- Hay muchas mujeres ricas en esa fiesta que seguro se abrirán de piernas muy...

- Me refiero a que quiero ver una de tus putas balas meterse en el pecho de esa zorra, Dakota.

- Uff... alguien está irritado ¿No lo crees Ben?- Max rió y Pablo suspiró terminando con una sonrisa que por obvias razones los demás no podían ver.

ASESINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora