CAPÍTULO OCHO

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- Ajá.

- Olivia, te hablo en serio. Vienes por las buenas o por las malas. Es una cena muy importante y tenemos que presentarnos como una familia porque...

Bla, bla, bla...

Dejó el teléfono sobre la mesada de mármol de la cocina mientras se giraba en busca de algo para comer, con la cabeza metida dentro del refrigerador meneando las caderas en un tonto bailecito fue como la encontró Max cuando entró. Éste miró el teléfono descolgado y el cotorreo de una voz del otro lado. Lo levantó y se lo llevó a la oreja justo cuando la madre de Liv gritaba.

- ¡Olivia!- tan fuerte que Max tuvo que alejar el aparato.

La morena dio un salto y se golpeó la cabeza con el refrigerador antes de salir de él sobándose el golpe. Max rió antes de hablar con la mujer del otro lado de la línea.

- Hola, Margy. Soy Max, tu hija estaba ignorándote como siempre ¿Puedes creerlo? Es una maleducada- tenía suerte de que el bendito aparato fuera inalámbrico porque Olivia lo habría golpeado si no hubiera comenzado a correr- ¡Margy, tu hija me quiere golpear!- gritó horrorizado.

- ¡Oh Dios mío! ¡Esa niña siempre golpeando gente! Max, pequeño ¿Estás bien, cariño? Pásame con esa insensible que tengo unas cuántas cositas para decirle.

- Cla...- cerró la boca cuando se estampó de cara contra el piso. Olivia finalmente le quitó el teléfono y volvió a hablar con su insoportable madre.

- Mamá, no sé si puedo ir, tengo mucho para estudiar y...

- ¡Eso es mentira!- gritó Max todavía debajo del cuerpo de su amiga, boca abajo y por eso su voz salió extraña, ella tenía una rodilla clavada en mitad de la espalda del pobre chico.

- ¡María Olivia Stewart Robinson! Te estoy hablando en serio...

Bla, bla, bla...

Olivia quiso suicidarse una vez más, como siempre que su madre decía su nombre completo, mientras su amigo reía debajo de su rodilla ¿Tanto le costaba a aquella mujer omitir su primer nombre en cada conversación? Por eso nunca quiso presentarle ningún amigo o compañero a sus padres, algunas veces llevaba algunos a casa para hacer tareas obligatoriamente en equipo, y sí, su madre iba y la avergonzaba. De verdad que no le gustaba su primer nombre. Le sonaba tan bíblico, tan santo... tan puro y tan viejo.

Suspirando frustrada respondió lo más cortante que pudo.

- No voy. Adiós- y colgó, sabiendo de antemano que acababa de provocar la ira de los titanes... bueno, más bien un titán, su madre.

- Oh...- susurró asombrado, Max, todavía con la cara contra el piso- quisiera que mis pelotas fueran tan grandes como tus ovarios, mujer.

Rodó los ojos levantándose, y aunque aparentaba estar tranquila, tenía unas ganas de mearse encima que la vejiga le temblaba.

- Tenemos que hablar de trabajo, traigan sus culos al sótano- Pablo caminó junto a ellos comiendo una manzana y dirigiéndose al lugar mencionado.

Bien. Al menos podría distraer su preocupación por morir a manos de su adorada y dulce madre.

- Así que... ya la conoces- murmuró Pablo mirando a su mejor amiga fijamente, esperando algo, un movimiento, un suspiro, lo que sea.

- Lo hice, a ella y su esposo. La verdad es que el tipo da algo de miedo, pero es súper caliente - se encogió de hombros con auténtico desinterés.

Como si estuviera rondando un "me vale mucha verga" alrededor de ella. Y es que así estaban las cosas. Era un trabajo, eran millones de dólares, no iba a dejar pasar tanto dinero frente a ella sin hacer algo para tomarlo.

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⏰ Última actualización: Feb 02, 2019 ⏰

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