Primera y ultima parte

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"¿Cuánto cuesta?"

"76" 

Su mente hizo la cuenta, pensando si de verdad valía la pena. Pero estaba cansada de eso, estaba cansada de sumar y restar. 

"Lo llevaré de todas formas" 

El vendedor alzo los hombros indiferente, él tan solo hacía su trabajo.

Luego de tomar las bolsas, se dirigio a su casa, y sin cruzar una sola calle, llego a su destino.

Abrio la puerta, cansada, con miedo.

Con miedo.

Se recostó sobre la puerta y escuchó los murmullos de la television.

Era temprano, pero en esta epoca del año estaba demasiado oscuro.

Quería llorar, siempre quería llorar, los gritos de sus padres la ahogaban de lo lindo de vivir; eso que ella no conocía. 

<<Recordó esa noche donde por tardar demasiado su padre le dió una paliza. Por ese tiempo, todavía iba al colegio, el único lugar que alguna vez utilizó como refugio.

El timbre sonó, pero ella no descifraba si entrar o no al aula; Desde su altura su maestra se veía intimidante. 

No pudo armarse de valor, pero con el poco dolor que le quedaba ingresó al salon, con la mirada en el piso, procurando que su ojo morado no llamara la atención. 

Una de sus compañeras logró ver su rostro, y con una expresion de asombro y asco llamó a su maestra. 

En el momento ella quedó inmovil. El miedo siempre la dominó, así, como un perro que agacha la cabeza cuando su dueño levanta la mano. Nunca procedería otra cosa sino miedo; quizá vergüenza, por las personas a su alrededor, quizá dolor por no saber qué hacer.>>

"Mery" la llamó su madre con ese tono nervioso que tanto se apoderaba de ella.

Pero ya no había refugio tal como la escuela.

Pasó rapidamente por el living de su amplia casa. Una casa bastante enorme, la cual habían construido sus abuelos antes de morir; antes de que su madre se casara, antes de que su padre se bebiera todo el dinero.

Una pequeñísima sala de estar, luego el living donde su madre se sentaba a tejer y ver todos esos programas de television, después la cocina y luego el baño, por último el closet. A su derecha, entre el living y la cocina, había un minimo pasillo con dos puertas, una dirigida al cuarto de sus padres, y en frente otra que daba al cuarto de sus hermanos; así es, Mery tenía hermanos. 

hermanos más queridos, menos violentados, más amados; incluso por ella.

Bill de su edad, aunque mucho más tonto y Brian, el menor, de unos doce años.

En la habitación de los niños había otra puerta más, que llevaba a una especie de cuarto, donde ella dormía.

A pesar de lo inmenzo de la casa, todo era un desastre, los focos de luz eran mínimos y tan tenues que en la noche era difícil diferenciar los objetos (aunque viviendo allí tantos años nada había cambiado), todo estaba cubierto por una capa de polvo o humedad. Esa humedad que se come las paredes y el alma. Ropa sucia por las esquinas de las habitaciones, la cocina cubierta de grasa, los platos tenían restos de comida. Ya no era sorpresa ver a las cucarachas merodear.

Mery dejó la bolsa en la cocina y se fue directo al baño donde se dejó llorar. Sin hacer mucho ruido ya que temía que la escucharan. 

Se reposó sobre el lavamanos, sin mirar su reflejo, se odiaba un poco, odiaba que sus padres la odiaran.

Querida MeryWhere stories live. Discover now