La misión de Cristian

4 1 0
                                    


El rey Rus está en su trono, ha mandado a llamar a su hijo menor el príncipe Cristian, el rey está enfermo de eso mismo de lo que murió su esposa la reina Shia, pero no quiere alarmar a los keanitas y solo lo sabe su fiel servidor Drink.

- ¡Padre! haz mandado a buscar por mi- el príncipe Cristian hace una reverencia ante su padre bajando la cabeza- aquí me tienes- hincó una rodilla y estiro un brazo abriendo la palma de su mano hacia su padre.

- Levántate hijo mío- respondió el rey colocando su báculo sobre la palma abierta- ¡acércate! tengo una misión para ti

El príncipe Cristian se extrañó ante las palabras de su padre, de los cuatro hijos del rey Rus, Cristian no era un guerrero de Kea y por ello no se le asignaban misiones. Cristian se dedicaba a mirar las estrellas, era un soñador que le gustaba pasearse por las cuatro lunas de aquel planeta porque era el único lugar tranquilo alejado de los molestos volcanes del lugar y los rugidos del centro de Kea. En vez de entrenarse como un guerrero, el príncipe Cristian prefirió quedarse en su laboratorio inventando aparatos nuevos, raros, tan extraños como él, o por lo menos eso decían los habitantes de Kea.

Cristian, para ser un keanita era muy diferente a ellos, una criatura extraña ante los ojos de cualquiera, tenía dos ojos y dos orejas en su cabeza, sobre sus hombros caía una melena gris, su boca casi rosada era formada por dos labios, el de arriba diferente al de abajo. A demás Cristian era más alto que cualquiera de los suyos. Sus hermanos lo despreciaban por ser diferente a ellos que eran calvos y con un solo ojo en la frente, de sus hombros brotaban espinas que recorrían toda la espina dorsal y terminaban sus espinas junto con una cola como si fueran iguanas de dos patas, cualquiera que tocase aquellas espinas moriría al instante por el fuerte veneno que destilaban al contacto. Cristian era un ser diferente, la criatura más extraña del planeta Kea. Muchos lo compararon con las criaturas que decían habitaban las Montañas del Diablo, nadie a demás de Drink habia visto una de esas cosas, pero las historias de sus antepasados rezaban que eran muy parecidas al hijo menor de Rus.

Para ser un príncipe era extraño que aun no estuviese casado, pero Cristian no se había casado porque ninguna de las keanitas se casaría con ser como ese, aunque fuese un príncipe. Después de todo no era tan extraño que no estuviese casado.

- Pero padre- Cristian se dirigió respetuosamente a su rey- yo no soy un guerrero, nunca lo he sido

El rey Rus era un ser sabio, realmente sabía lo que hacía, había gobernado Kea durante cincuenta años desde la muerte de su padre el rey Klipler

- Esta misión solo tú puedes lograrla Cristian

- Pero padre, mis hermanos son mejor que yo, siempre han sido guerreros de Kea, siempre han logrado la misión que le asignes, en cambio yo...- el rey interrumpió a su hijo

- Lo sé hijo mío, pero esta misión es diferente, es para alguien como tú- el rey miro fijamente a su hijo con el único ojo que poseía- y tú eres el diferente de mis cuatro hijos- el rey coloco sus manos una sobre otra y al igual que sus otros tres hijos sus dedos eran serpientes que se enrollaban unas con otras al cruzarse- todo en el cosmos tiene un motivo- continuo el sabio rey- y tú tienes una causa... es cumplir esta misión. Estoy enfermo hijo, pronto moriré al igual que tu madre si no me das tu ayuda.

Años atrás cuando la reina Shia vivía, una enfermedad la ataco, los únicos síntomas de la enfermedad eran pequeñas manchas blancas sobre la superficie cutánea. Las manchas pasaban por cuatro etapas, todo según estuviesen las lunas de Kea. Si la primera luna estaba en creciente era la primera etapa de la enfermedad, entonces las manchas salían sobre la piel y eran blancas como la leche, la primera luna pasaba por todas sus fases hasta quedar completamente en luna llena; entonces la segunda luna estaba lista para empezar a crecer; la enfermedad de las manchas pasaba a su segunda fase, las manchas se tornaban rosadas; a medida que la luna crecía y se iba llenando se tornaba roja, una vez llena la segunda luna, la tercera luna de Kea comenzaba a crecer, las manchas rojas comenzaban a secarse hasta convertirse en costras, lo que indicaba que la cuarta luna debía estar por comenzar a crecer, la ultima luna duraba más tiempo en convertirse en llena, pero una vez las cuatro lunas de kea estuviesen llenas entonces las ronchas se desprendían de la piel y causaban gran dolor a quien tuviese la enfermedad, el dolor duraba hasta que las lunas se alinearan en el cielo, entonces el enfermo moría sin remedio alguno.

- ¿Padre como puedo ayudarte?- pregunto Cristian al ver las machas bajo el traje de su padre, no lo quería ver morir como murió su madre cuando apenas era un bebé, sus hermanos que aun estaban pequeños cuando eso sucedió al igual que él tampoco recordaban a Shia.

- A millones de años luz de este planeta, existe una cura, solo Drink a podido ir y salir de ese lugar con vida, él te dirá que hacer en tu misión. Si quieres ir claro está, yo no te puedo obligar a que vayas aunque yo sea el rey.

- Si ese lugar esta tan lejos ¿Cómo es que podre ir y regresar a tiempo?

- Podrás ir en la nave nodriza, esa nave tiene la máxima velocidad, además Drink te mostrara los atajos que debes tomar y en solo horas llegaras al lugar indicado

- Iré- dijo Cristian dispuesto ayudar a su padre, la luna ya había comenzado a crecer, así que debía partir lo antes posible- dime padre, ¿qué es lo que debo hacer?

- La cura esta en las Montañas del Diablo Cristian y sé que puedo contar contigo, eres el único que puede lograrlo.

Cristian sintió un nudo en su marcado estomago, había escuchado durante toda su vida las historias horribles que Drink contaba de ese lugar, eran cosas realmente crueles y aunque tenía miedo también tenía que ayudar a su padre. Cristian siempre pensó que las Montañas del Diablo eran un cuento que Drink se había inventado para excusarse de haber fallado en la misión, pero ahora que su padre se las había recordado sabía que no eran cuentos y que debía enfrentarse a la causa que el cosmos tenia para él.

Drink coloco sobre la mesa un pergamino, en el había un dibujo de la planta que debía traer de esas montañas malditas y le entrego el pergamino al joven príncipe, luego saco un aparato y le señalo un mapa estelar, le mostro el camino que debía seguir por la galaxia para llegar a las famosas Montañas del Diablo. Más que montañas se podía ver un lugar muy azul, por lo que Drink había explicado al parecer estaba rodeado de mucha agua, de ser así, era una ventaja para Cristian que tenía el don de anfibio, lo único normal que había heredado de su padre.

- No debes llevar armas- había dicho Drink- las criaturas que habitan allí son inmunes a nuestras armas, son como caricias para su piel

- ¿Entonces como me defenderé?- pregunto el inexperto príncipe

- Usa tu sabiduría Cristian, actúa con amor, él te traerá sano y salvo a casa. Actúa como siempre se te ha enseñado aquí en Kea. Así fue como yo logre regresar con vida.

Las Crónicas de KeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora