Emprendiendo el viaje

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Las enormes rocas de Kea se abrieron dando paso al príncipe que salía de ellas, los keanitas murmuraban, por primera vez el hijo menor del rey Rus iba camino a una misión, aunque nadie sabía cuál misión era tal. El rey era el rey y no tenía por qué dar explicaciones.

Los tres hermanos de Cristian quedaron en Kea enfadados porque su padre no los dejo ir a la tan misión secreta de Cristian. Para ellos no era justo que su hermano fuese solo, porque ellos eran los más valientes guerreros de Kea. Flagee, el hermano del medio protesto ante el trono:

- Padre, no es justo para con nosotros- el rey Rus solo se quedaba en silencio

- Esto es una humillación- intervino Ur- pero aun así el rey no pensaba dar explicaciones

- Ha partido en la nave nodriza- dijo indignado Raider- a nosotros jamás nos han dejado usar tan poderosa nave, ni aun en las misiones más lejanas, además Cristian es el menor de nosotros y no debería tener ese privilegio, ni si quiera está entrenado

- ¡Fuera de mi vista!- grito el rey enojado de que sus hijos no lo dejaran en paz, ellos no tenían ni la más mínima idea del porque Cristian era el indicado para la misión- Cristian también es mi hijo y cuando yo muera él también peleara por defender el trono.

Los enojados príncipes salieron, se fueron sin decir más, el rey era Rus y ya había dado una orden.

Después de ver a Cristian marcharse se tranquilizaron un poco, Cristian no llevaba equipo de guerra, así que asumieron que su padre simplemente lo había mandado a dar una vuelta por el rojo sistema solar y quería hacer creer a los keanitas que Cristian también era un valiente guerrero. Para los hermanos de Cristian él no era un guerrero y jamás podría luchar por el trono una vez muerto el rey.

El príncipe Cristian viajo en su nave a toda la velocidad posible, le echo un vistazo al mapa que Drink le había proporcionado, según lo que el mapa indicaba estaba cerca de un agujero negro, era justo el lugar al que debía entrar para cortar el camino y llegar lo más rápido posible a las Montañas del Diablo, muy pocos seres de la galaxia conocían el secreto de los agujeros negros, la mayoría creía que entrar a ellos significaba la muerte, sin embargo los seres keanitas tenían en sus manos tan magnífico descubrimiento.

Cristian se dejó tragar por el enorme agujero negro, inmediatamente fue expulsado por el otro lado en el centro de algún planeta, según el mapa indicaba debía entrar al próximo agujero negro y al salir vería un sistema solar que a diferencia del sistema donde estaba Kea este tendría como estrella un sol mucho más pequeño y su entorno más colorido.

Tal cual como Drink se lo había explicado Cristian siguió las instrucciones, era un príncipe muy obediente. Así que al salir del último agujero pudo ver el resplandor del sistema solar, la incandescente estrella sorprendió a Cristian al emitir aquella luz blanca, el amarillo y el azul predominaban, en realidad eran muchos los colores que aquella estrella disipaba; tal cual Drink le había contado, era mucho más pequeño que el sistema solar de donde él venía, tanto así que con el lente de su nave sin siquiera ajustarlo podía ver los planetas del sistema donde ahora se encontraba, eso no importaba, lo importante era llegar al punto azul que marcaba su mapa y cumplir con su causa en el cosmos.

Se detuvo en el espacio en un planeta rojo y desolado dudo un poco en seguir con la misión, era la vida de su padre la que estaba en juego, así que continuo su viaje y se detuvo en una luna cercana al punto azul que cada vez se hacía más grande antes sus ojos; como aumentaba su miedo hacia aquel lugar. Miraba desde allí a través del vidrio de su nave aquel punto azul del que tanto había escuchado hablar, acerco más el lente del vidrio principal y pudo ver el oleaje de las aguas azules de las Montañas del Diablo ; desde allí se veía más tranquilo de lo que le hubiesen dicho, se imaginó las criaturas horrendas y despiadadas que podían habitar en aquel sitio, su piel se erizo al imaginarse bestias endemoniadas de las que tanto había oído hablar en su planeta; pero debía cumplir con lo prometido.

Decidió seguir su camino, ya la primera luna en Kea debía estar por la mitad y las manchas de la piel de su padre se tornarían rosadas pronto; no le podía fallar a su padre, él había confiado en su hijo menor, así no tuviese la experiencia requerida. Rus había sido un buen padre, a pesar de que en Kea el príncipe Cristian fuese despreciado el rey keanita lo había tratado como a todos sus hijos y por ello merecía que Cristian acudiera en su auxilio.

Cristian se acercó a las Montañas del Diablo a gran velocidad, se detuvo en el aire y visualizo rápidamente donde podía esconder su nave, vio una gran keania azul en frente de sus dos ojos, la misma que había visto desde el espacio. A Cristian le pareció hermoso, en Kea no había lugares como ese, se sumergió en el agua hasta tocar el fondo y pudo ver las maravillosas criaturas que habitaban bajo el mar.

- Este lugar no puede ser tan terrible como dijo Drink que sería- se dijo Cristian al ver corales y los peces de diferentes especies nadar tranquilos.

El fondo de la keania era un lugar tranquilo y calmado en comparación con las keanias de Kea, raras especies nadaban en el, pero no podía quedarse por mucho tiempo admirando la rareza de aquellas aguas, debía salir a flote y buscar la planta milagrosa que salvaría a su padre.

Tubo que nadar durante cinco minutos para poder llegar a la orilla, era una suerte que fuese tan veloz en el agua y que las branquias que había heredado de su padre le fuesen tan útiles en estos momentos, lo malo era que las branquias estaban entre sus pierna y a veces le picaban al caminar. Ese escozor que le daban era lo más desagradable.

Era de noche cuando Cristian llego, debía actuar cautelosamente, no quería que las criaturas lo fuesen atacar. Así que observo desde el agua la playa vacía esperando ser atacado por algún espécimen extraño. Pero al parecer la playa estaba vacía y nadie pasaría por allí en mucho rato.

Salió del agua tembloroso, no tenía frío, los Keanitas no suelen tener frío, aunque habitan dentro de las rocas de Kea y están acostumbrados al calor, ellos no le temen al agua, aunque en su planeta no es muy útil, solo la beben cuando es necesario.

Aun así Cristian temblaba, tenía miedo de aquel tenebroso lugar.

Camino por la orilla de la playa y vio la noche, Kea estaba muy lejos, desde allí no podía verse, los agujeros negros en el espacio tapaban su sistema solar. Miro al cielo y vio la luna de las Montañas del Diablo, era dorada, un poco más opaca que el sol de ese sistema, se sintió privilegiado de venir de Kea que tenía cuatro lunas rojas, las montañas del diablo solo tenían una, pero tuvo que admitir que era una luna hermosa, muy hermosa para ser un lugar tan cruel.

Vio la serena keania pasear sus olas, lo que era azul oscuro se había tornado azul claro; vio un cangrejo salir del agua, se parecía a una de las esposas de su hermano Ur. Sin embargo esa criatura no podía ser de Kea, era de ese lugar al que llamaban las Montañas del Diablo y debía tener cuidado.

Ese día el príncipe Cristian volvió a su nave, debía armar un plan para conseguir la planta sin ser visto, su padre había dicho que si las criaturas lo llegasen a descubrir lo podían seguir hasta Kea y destruir el planeta como ellos lo estaban haciendo con las Montañas del Diablo. Eso no podía suceder, Cristian debía actuar con inteligencia como había dicho Drink.

Activo su cámara, un aparatito algo extraño y diminuto, dio un recorrido con ella por los alrededores del lugar, al parecer había aparcado cerca de una isla y los seres dormían aun. Activo los audífonos, pudo escuchar a lo lejos extrañas voces que tuvo que traducir con un aparato que le había dado Drink

- Buenos días cariño- escucho decir a alguien

- Es hora de levantarse Salomón- escucho en otro lugar

- Te amo madre- escucho detrás de unas paredes

Cristian se extrañó ante palabras tan amables, no pensó que seres crueles como los de por allí tuviesen sentimientos, tal vez esas palabras que para él representaban cariño, para esas criaturas tenían otro significado.  

Las Crónicas de KeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora