II

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Editado

Sus lágrimas fluian con total libertad de sus achololatados orbes empapando a su antojo sus bronceadas y acoloradas mejillas. Los temblores que emanaba de su cuerpo dejaba en claro su implorable estado actual por lo que no hacia más que dejar que su organismo sacara todo a base de lágrimas.

No había querido asesinar a su padre pero su arrebato de hira había sido tan fuerte que no pudo detenerse hasta que fue capaz de sacarle el último aliento de vida a su progenitor. Se dejó llevar por sus emociones, por el dolor y los malos recuerdos, y ahora por esa terrible decisión tendría que cargar por el resto de su vida una nueva y aún más punzante herida.

Después de llorar por un buen rato contra la pared de la habitación que compartía con su hermana, decidió hablar con HanSeol para preguntarle que era lo que tenía que hacer ahora. Su hermana siempre había sido buena dando consejos. Pero a la chica alejarse con miedo supo que algo no estaba bien.

Con voz aún temblorosa y rota TaeHyung le pidió que no huyera de él ya que no sería capaz de hacerle daño pero la chica se sentía tan asustada por presenciado que no pudo evitar echarse al suelo para pedir, una y otra vez, que no le hiciera daño. Cosa que término de destruir los pequeños pedazos del corazón de TaeHyung.

Era cierto, TaeHyung ahora era un asesino ante los ojos de cualquiera, incluyendo a HanSeol. No podía culpar a la chica por temerle así que acariciendo su cabello piropos última vez se alejo de ella y tomo su chaqueta gris clara. Esperaba que al menos HanSeol lo perdonara ante lo que haría.

- Lo siento hermana.- Susurro con pesar antes de salir rapidamente del departamento, dejando a una confundida HanSeol en el suelo.

El chico ensagrentado observó con ojos inundados de lágrimas como sus manos estaban pintadas con un tono carmesi brillante y sintió asco de inmediato.

Deseaba quitar ese color de sus manos, quizás sí lo hacia todo cambiaría, estaría libre de crímenes.

Tras sacar una botella de agua la vacío completamente sobre sus manchadas manos para así poder restregarlas con fuerza sobre su camisa llena de sangre saca ajena; restrego con desesperación sus manos contra la ligera tela hasta que éstas se pusieron rojas por el brusco contacto pero aún así, a pesar de su intento por deshacerse de su crimen, parte de la sangre perduro en su palma y dedos.

Era como sí le hicieran ver que a pesar de todo el esfuerzo que hiciera para quedar limpio, para cambiar sus acciones, nada ocurriría ya que a partir de ahora tendría que vivir con el peso de sus acciones.

Por un momento, en medio de su desesperación, recordó la voz de la única persona que no lo juzgaria en aquel tan crítico momento así que tras sacar el móvil de su bolsillo, notando como éste tenía poca carga, buscó el número de su mejor amigo y lo marcó.

Uno, dos, tres, cuatro tonos y la contestadora hizo presencia con un monótono y aburrido mensaje del moreno para que lo llamaran más tarde.

TaeHyung insistió varias veces en la llamada rogando que su amigo contestara y que no lo estuviera ignorando a propósito. Sabía que dijo palabras hirientes en su primer arrebato de hira en la casa de SeokJin pero no esperaba que el pelirosa se lo tomara enserio, había visto su cara y éste a pesar del dolor, reflejaba compasión por el segundo más joven, no se había creído la mayoría de las palabras dichas.

Al ver que los minutos pasaban y NamJoon no contestaba se desespero, en su garganta nuevamente se formó el nudo asfixiante y las ganas de gritar hasta desgarrar su garganta se hicieron presente. Estaba sólo, por sus acciones se había quedado sin nadie en quién más confiar.

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