Capitulo 17

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Sonny estaba aterrado al ver el cuerpo de Bruno lleno de sangre en el suelo.

El conductor del auto se detuvo y bajó del mismo, para hacerse responsable por lo sucedido.

—¡Valgame Dios!, ¡Juro que no lo vi!, ¡Él se atravesó!. — El conductor estaba desesperado ante la situación.

—Vayase de aquí.— Le ordenó Sonny.

—¿Pero que dice?, ¡Hay que llamar a la ambulancia!, ¡Este hombre puede morir!.— Gritaba el chofer.

—¡Ya le dije que se largue!, ¿O prefiere pasar un tiempo en prisión?. Puedo decir que usted tuvo la culpa.

—Esta bien, me voy. Pero llame a una ambulancia lo mas pronto posible. Ese hombre aún tiene signos vitales.— Dijo el conductor, mientras regresaba a su unidad, para después, desaparecer en la carretera.

—Maldito imbécil. Eso te pasa por chismoso.— Sonny miró hacia todos lados, y se aseguró que nadie vio lo sucedido. Pues a esas horas, la calle suele estar desierta.
Y en efecto, no había nadie mas, solo él y el cuerpo inconsciente de Bruno, que de no ser atendido, podría morir. — Yo me también me largo de aquí. No sea que piensen que fui yo.— Sonny le dio un último vistazo al cuerpo de Bruno y salió corriendo hacia la mansión.

Y así como salio, entró. Sigilosamente, se deslizó hasta su habitación, sin hacer mayor ruido.

Al llegar a su cuarto, cerró con seguro y se tiró a la cama.

—Maldita sea. No pensé que a ese imbécil le fuese a pasar algo.

Tomó su teléfono y de inmediato le llamó a Jean, quien contestó rápidamente, casi como su estuviese esperando la llamada.

—Haz hecho un magnífico trabajo chico. Los vídeos y los audios están que arden. Aún así, espero que los micrófonos sean de...

—Jean, escuchame. Algo muy serio que pasó y debo contarte.

—¡Por Dios!, ¿No me digas que te descubrieron?.

—No, no, no. No fue eso, dejame hablar.

—Pues habla, que me tienes de nervios.

—Creo que Bruno, el amante de Eros, murió.

—¡¿Qué?!, ¿Cómo pasó eso?.

—Bueno, aún no se si está muerto. Pero lo que si sé es que ahora mismo está tirado a media carretera, cerca de aquí.

—¿Estás seguro?.

—Claro que lo estoy. Al hombre lo arrollaron frente a mi. Yo lo vi.

Explicate Sonny, ¿Que sucedió?.

—Al parecer Bruno me vio, y me siguió hasta el lugar donde me reuniría con el informante, después él... él iba a delatarme con Eros, porque se enteró de nuestro plan. Pero al salir corriendo, un auto lo atropelló.

—Bien, estoy seguro que en cualquier momento alguien pasará por ahí y llamarán a la ambulancia. Lo único que queda es averiguar a que hospital va. Saber si muere o no, y en caso de que no muera, bueno, nosotros acabaremos el trabajo.

Jean, ¿Estas hablando de?...

—Así es, me temo que no podemos tener testigos. Por lo tanto, lo mas prudente será borrar cualquier cosa que ponga en riesgo nuestros intereses.

—No Jean, eso si que no. Yo no soy ningún asesino. Yo no voy a matar a nadie.

Tranquilo. Tu no tendrás que mancharte las manos. Para eso tengo gente capacitada. Además, si ese chico vive, es un peligro latente para nosotros. Así que si lo ves de un buen modo, si él muere, ya no habrá ninguna preocupación.

—No estoy de acuerdo con lo que haces.

—Y a mi me importa una mierda si estás de acuerdo o no. Yo soy el jefe y las cosas se hacen a mi manera. He invertido mucho dinero en esto, y no voy a dejar que un estúpido reportero con aires de grandeza, arruine mis planes. ¿Entendido?.

—Eres un maldito gordo hijo de puta.

—Puedo ser lo que quieras. Pero nunca, un mediocre como tu. Ahora, finge que no ha pasado nada, y sigamos como hasta hace uno momentos. Si no lo haces, yo me encargaré personalmente de ti, y de quitarte la poca dignidad que te queda.

—Vete al infierno, maldito cerdo.

Jean cortó la llamada ante la frustración de Sonny, quien estuvo a punto de arrojar el teléfono contra la pared.

Estaba a punto de estallar, pero tuvo que contener su rabia, pues alguien llamaba a su puerta, y Sonny estaba seguro de que era Eros.

Así que se levantó de la cama, y fue a atender a su visita. Y tal como lo pensaba, se trataba de Eros.

—Hola, ¿Qué sucede?.

—¿Está Bruño contigo?.— Preguntó Eros.

—No... Él no está aquí.

—Dijo que iría a la cocina por un vaso de agua, y no ha regresado. Lo he estado buscando por toda la casa y no lo encuentro.

—Tal vez se fue. A lo mejor tenía una emergencia.

—No lo creo. Él siempre me avisa, me llama o me manda un mensaje. Quizá estoy paranoico, pero... Bueno, olvidalo.

—No, tranquilo. Y enserio que no lo he visto. Yo me la he pasado encerrado viendo TV.

—Debería llamarle.

—No creo que sea buena idea.— Sugirió Sonny.

—¿Por que no?.— Lo enfrentó Eros.

—Porque... Porque... Bruno pensará que eres un paranoico y exagerado.

—Que piense lo que quiera. Voy a llamarle.

Sonny miraba nerviosamente, como Eros marcaba los números de su teléfono.
Deseaba con toda su alma, que nadie respondiera. Pero al parecer, alguien tomó la llamada. Y casi se le detiene el corazón, al pensar que podía ser Bruno.

—¿Bruno?, ¿Dónde estas?.— Preguntó Eros, pero tardó un poco en recibir respuesta.

Me temo, que tengo malas noticias.— Dijo la voz del otro lado del teléfono.

¿Qué?, ¿Quién habla?, ¿Quién usted?, ¿Qué hace con el teléfono de mi amigo?.

—Antes que nada, soy un paramédico de la cruz roja, y lamento informarle que su amigo Bruno, está siendo llevado a la clínica 92, debido a que fue arrollado por un automóvil.

—¡¿Qué?!, ¡¿Cómo pasó?!.— Los ojos de Eros comenzaron a llenarse de lágrimas, y en su rostros se notaba la desesperación. Mientras Sonny miraba atentamente, con los nervios a flor de piel. Pues no quería ser culpado o señalado por aquel accidente, del cual se sentía responsable, aunque no lo fuese.

Continuará...

Paparazzi (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora