Interrupción y una misión

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Realmente algunas veces ella podía comprender en su totalidad la situación, sea grave o sencilla, ella tenía un don para arreglar las cosas y llevarlas a lo mejor, claro, en algunas ocasiones.

Aunque en estas ocasiones, como la que estaba frente de ella, no la entendía ni un gramo. Una hembra voraz estaba llorando desconsoladamente sobre el sillón, otras hembras trataban de animarla y darle consuelo, pero esa chica seguía soltando ríos de lágrimas.

— ¿Y por qué llora? – preguntó, viendo a las hembras con una ceja arqueada. – ¿Se murió su planta?

— No.

— ¿Su mejor amiga?

— Claro que no, Breeze.

— ¿Entonces?

— ¡Mi novio me termino! – grito la chica, lanzándole un cojín. – ¡Me dejo por una puta!

— Oye, no es una puta, ni siquiera ha estado con alguien. – Erendi se cruzó de brazos. – Además, entre nosotros no existe el "noviazgo" es acostarse o no acostarse, quererse o no quererse.

— Pues yo lo quería, ¿de acuerdo?

— Yo digo que vayamos a aventarle huevos a su casa. – Dysis cargo a su nena, llenándole de besos. – ¿Qué dices bebé? ¿Qué estás conmigo en ir a arrojar huevos?

— ¿Entonces ella llora porque un macho la boto? – todas la voltearon a ver, ella se encogió de hombros. – Es lo que entendí.

— Pues sí, pero... - la chica llorona hizo una mueca, limpiándose las lágrimas. – no es sólo porque me haya botado, sino porque lo quise y porque pase buenos momentos con él que quizá jamás... ¡Jamás vuelvan!

Y comenzó a llorar de nuevo, enterrando la cara en uno de los cojines y ella sólo rodó los ojos, era una total estupidez llorar por un macho. Ellos iban y venían, había mucho por escoger y mucho más por coger* entonces ¿por qué aferrarse a un macho? De seguro ni la complacía.

Rodo los ojos, aburrida del tema y el drama, así que decidió salir de la residencia, necesitaba golpear algo. Camino balanceando las caderas, adoraba que los machos la vieran y eso la hizo sentirse aún más fuerte porque le recordó lo débil que alguna vez fue.

Sus días en Marceli le habían dejado mal: el dolor, los golpes, los abusos, todavía en sus sueños podía verlos y los odiaba, quería matarlos con sus propias manos, pero como ya estaban muertos o tras la cárcel no le quedaba más que ir a golpear sacos de boxeo.

Al entrar al gimnasio se dirigió al casillero que le correspondía, en la puerta metálica de este, en su interior, ya hacia un espejo. Se peinó una coleta alta ajustada, dejando su rostro completamente descubierto. Sus rasgos caninos le encantaban, mostraban lo fuerte que era y...

— ¿Qué clase de defensa es esa? – Cerró los ojos, sintiendo esa voz en cada parte de su cuerpo y calentándole el sexo. Trey. – Vamos, Julia, que cuando te vayas de aquí deberás saber cuidar a Len y a ti.

— Ya lo sé, cabezón.

— Ese fue un insulto muy infantil, ¿no crees?

— Len está aquí.

Con un bufido se colocó unos auriculares, un regalo de Ellie, y cubrió sus manos con guantes de pelea. Cuadrándose de hombros, cerró su casillero y se dirigió al área de boxeo, pasando tras la humana que parecía tener problemas para respirar. Era débil, no había músculo en ese cuerpo delgado y blanco, era demasiado frágil.

Breeze (Fanfic Nuevas especies #12)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora