Dos.

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Tiene dieciséis, y las cosas han cambiado.

Sumándose unos centímetros más a su altura, sus hombros siendo más amplios y por fin está dejando atrás aquellos rasgos faciales de infantes.

Sin embargo, hay cosas que a pesar de los años pasando jamás cambiarán, y una de ellas...era su incondicional amor a Jimin.

Jimin, con quien ya tenía un año de relación, estaba cumpliendo los grandiosos veinte años y parecen sentarle de maravilla, porque Jungkook está infinitamente consciente de cuanta gente babea por el castaño.
No es idiota y tampoco gusta de hacerse el desentendido, puede notar cada detalle e insinuación tanto de hombres como de mujeres hacia su precioso novio, así como también es espectador de como el mayor rechaza sutilmente las invitaciones y cartas de confesión.

Y es que el pelinegro no sabe que es exactamente lo que Jimin ve en él, pero desea que jamás dejé de verlo porque le resulta difícil siquiera pensar en estar lejos de quien parecía ser el centro de su universo.

Suspirando con resignación ante los pensamientos negativos, sacude la cabeza de lado a lado y sostiene con mucha más fuerza las correas de su mochila, en un vano intento de desviar su atención de aquella parte de su cerebro recia a aceptar que Jimin lo quiera. Reincorporándose, se separa de la pared en la cual estaba apoyado y camina por los pasillos hacia la salida una vez que el toque dando fin a las clases resuena por el edifico, y se siente en medio de una estampida.

Todos parecen ansiosos y desesperados por salir y perderse en las calles, en cambio el intenta ir lo más calmado posible, aceptando cada golpe y empujón de los chicos y chicas buscando llegar a las grandes puertas.

Se dice a sí mismo que es estúpido actuar de igual manera, puesto que él aún tendría que esperar afuera alrededor de diez minutos y lo único que ganaría poniéndose histérico era, en realidad, nada. Así que desiste de intentar pasar entre el mundo de gente y detiene su paso unos instantes dejando el camino libre a las demás personas, entonces vuelve a caminar una vez que la mayor parte de los estudiantes está fuera y la entrada al instituto parece más libre.

Una vez que sale del edificio, comienza a tantear en su bolsillo en busca de sacar los audífonos para posteriormente sentarse en los escalones a la espera de Jimin, sin embargo y para su sorpresa, alguien le toca el hombro con sumo cuidado y él se da la vuelta, con el ceño fruncido.

— ¿Se te ofrece algo? —pregunta, más por cortesía que por entablar una amena conversación.

No puede reconocer el rostro del chico rubio frente a él, y admite que es culpa suya puesto que no se ha tomado la molestia de socializar con nadie más que gente de su propia aula, y hace esfuerzo por intentar recordar al menos una vez en la cual se haya cruzado con él.

—¿Se te ofrece algo? — repite, irritado, esta vez haciendo que el chico comience a mover sus dedos con nerviosismo, mordiendo su labio en el transcurso.

Jungkook mira a los alrededores para verificar que no estén jugándole algún tipo de broma pesada, y cuando encuentra unos metros más lejos de él a un reducido grupo de dos chicos y una chica mirando la escena con determinación, está listo para dar la vuelta y seguir su camino, sin embargo, el chico se digna a hablar.

—Yo...Uhm...- murmura. - me llamo Min Yoongi, estoy en el último curso. —suelta rápidamente.

El pelinegro asiente, aún sin entender por qué un chico de último año está hablándole.

— Me llamo...

— Jeon Jungkook, sí, lo sé. — sonríe, moviendo el pie de un lado a otro.

Winter ; KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora