Dom/Sub

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— ¿Sabes? Si bebieras de mi sangre, muchas cosas cambiarían.

— Ya le he dicho que no. 

— ¡Oh, Seras! A estas alturas creo yo que ya puedes llamarme por mi nombre. 

— Sigues siendo mi superior, Pip.

— Y el macho dominante. 

— Eso dices tú.

— Puedo probartelo, si quieres.

— ¡Jah! lo dudo.

— ¡Ohh! ¿Estás retándome, cherie?

Antes de que Seras se girara para encararlo, Pip se anticipó y tomándola por los hombros empujó su cuerpo con el suyo, aprisionándola contra el muro más próximo. Acercó el rostro a su cuello para aspirar su aroma y lamer su carne, haciendo que el pequeño cuerpo se estremeciera.

— Soy el dominante, porque no puedes resistir mi... carisma. 

— Ahh... Pip.  

Pip comenzó a mordisquear el cuello de Seras con suavidad pero la fuerza suficiente para dejar una marca rojiza sobre su piel. Sus manos dejaron los hombros de la draculina para sujetarla por la cintura, repegandola aún más a su cuerpo. 

— Soy el dominante y eso te gusta. Aunque no dejaría de ser interesante algo de variedad. Si fuese posible, dejaría que mordieras para convertirme en tu sirviente. Estar a tu merced o obedecer cada una de tus ordenes... Piénsalo, mignonette, ¿no te gustaría? Podrías vengarte de todo.

El mercenario restregó su entrepierna con los glúteos de la draculina, mientras el agarre en su cintura la inmovilizaba y su lengua erizaba su piel. Seras se derretía ante ese mar de sensaciones, pero si estuviese en sus manos poder lograr todo ese placer en Pip, con la misma seguridad con la que él lo lograba en ella, lo haría sin pensarlo. Si pudiese convertirlo en su sirviente, lo obligaría a tomar la postura sumisa, para que ella fuese la dominante en esa relación. 

Kinktober 2017: Hellsing Style Donde viven las historias. Descúbrelo ahora