SIN FIN

CAPITULO II.

Considero que tengo una vida normal, no hago actividades extrovertidas, tampoco pertenezco a algún club de la universidad; todos los días tengo la misma rutina y vivo muy a gusto con ella, no soy de las personas que tienen miles de actividades diarias que hacer, aunque me guste explorar, suelo hacerlo en la biblioteca con los libros. Toda esa monotonía que rodeaba mi día a día como un estilo de cliché, se rompió. No encuentro aún la manera menos rara de contar con detalle lo que pasó, pero haré mi mejor esfuerzo para hacerlo.

¿Por donde comienzo?...Estaba llegando a mí casa después de un día largo de clases, llegué a eso de las 4pm; como de costumbre no había absolutamente nadie, mí madre se encontraría en asuntos laborales y mi hermana, supongo que estaba en clases extra del colegio para la universidad. Ése día en particular me sentía especialmemte feliz de mi soledad y tranquilidad que pasado un rato terminaría en la basura.

Estudiaba tranquilamente en mi cuarto para el parcial que tendría al otro día, cuando de la nada todo se apago ¡es enserio!, me sentía hervir del mal genio se supone que para eso se paga un servicio, para utilizarlo. Me armé de valor y con mi poco conocimiento en electricidad me fui a mirar los fusibles de mi casa que estaban como raro en el ático. ¡Vaya sorpresa!.. no pasó nada, volví a subir a mi cuarto dispuesta a continuar en la biblioteca de la universidad, seguir estudiando era mi prioridad.

Entre libro y libro perdí la noción del tiempo. Era de noche, tenía que irme. Estaba a punto de retirarme cuando sentí una mano fuerte sujetarme la muñeca. No visualizaba bien el rostro de mi raptor, de lo poco que veía captaba que se trataba de un hombre joven, alto, blanco y peli negro. Su agarre era fuerte, sabia hacia donde me llevaba, era al almacén de la biblioteca, lo que no sabia y/o comprendía era el porque mi boca no emitía ningún sonido de auxilio ni por que mi cuerpo reaccionaba a modo de defensa.

El tiempo para una posible respuesta se acabó cuando la puerta que se hallaba detrás de mí se cerró. La situación iba de mal en peor, había otro hombre un poco mayor que él anterior esperando sentado en una silla, entretenido con un libro que poseía en sus manos. El libro se cerró en sus manos y su mirada llena de seguridad y un poco de empatía se estrelló con la mía.
Presa del miedo no pude siquiera moverne o pronunciar una palabra.

Estaba asustada