Capitulo 8

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Despierto agitada por culpa de aquel sueño, recordar en este momento no es bueno para mí, no puedo caer, no puedo deprimirme en este momento ni en ningún otro. Dentro del pequeño cuarto comienzan a filtrarse pequeños rayos de luz, Dani me tiene abrasada fuertemente como si temiera perderme en cualquier momento, acaricio suavemente su cabello intentando no despertarlo, su tierna carita se ve casi angelical mientras duerme, refleja una paz asombrosa, una paz de la que yo carezco desde hace ya varios meses. Siento su lenta respiración y observo su pecho subir y bajar a medida que inhala y exhala, el frio aun no reina en las mañanas y el calor que me trasmite Daniel y la pequeña manta, son suficiente para mantenerme calientita.

Dirigí la mirada a mi madre que se encuentra a unos pocos centímetros de nosotros, sus ojos me reciben, de un color tan verde y tan intenso, tan parecidos a los de Dani y al mismo tiempo tan diferentes.

Los ojos de mamá son de un verde intenso, perecen esmeraldas y según papá fue lo que lo enamoro locamente, tiempo atrás estaban llenos de amor y cariño pero cuando todo esto empezó solo nos miraba con miedo y preocupación, ahora en cambio están fríos mirando un lugar vacio. Los ojos de Daniel por otra parte no son completamente verdes, tienen una pisca de azul en ellos, heredados de mi padre, a simplemente se ven casi iguales a los de mi madre, pero si los detallas puedes ver el azul en ellos, haciendo un color totalmente hermoso, hace unos años se los envidiaba con toda el alma, tenía los ojos mas lindos del mundo y lo peor es que sabia utilizarlos, siempre se salía con la suya cuando ponía carita de perro. Los míos por el contrario son azules como los de papá pero un poco más claro y menos intenso, a veces hasta parecían grises, lo cual yo odiaba.

Me quedo pensando y observando aquellos ojos fríos que miran la nada, cuando la realidad me golpea con una fuerte cachetada, estiro mi mano hacia su brazo tocándolo levemente, el frio de su cuerpo me paraliza, mil preguntas se amontonan en mi mente y ninguna tiene respuesta. ¿Está muerta? ¿Cuando murió? ¿Cómo murió? ¿Por qué murió? ¿Va a regresar convertida en uno de ELLOS? ¿Cuánto tiempo nos queda antes de que regrese? ¿Cómo se lo diré a Daniel? ¿Cómo lo tomara él?... ¿Cómo lo tomare yo?

Unas cuantas lágrimas caen por mis mejillas pero no me dejo caer, tengo que pensar rápido, necesito poner a Daniel a salvo y no dejar que se entere de esta forma, de la forma en la que yo me entere.

Con mucho cuidado y en silencio me levanto de la cama y llevo a l niño con migo, sin quitar la mirada de nuestra madre y sin hacer ningún ruido, Daniel no pesa mucho por lo que llevarlo en brazos no es tan agotador, aunque ya está bastante grande para alzarlo y comienza a ser bastante incomodo y complicado.

Salgo de la habitación con sumo cuidado sin descuidar el cuerpo de mi madre, ni la pequeña habitación, ni la puerta detrás de mí, Dani sigue profundamente dormido sobre mi hombro cuando abro la puerta y la cruzo. La cierro sin emitir ningún ruido y entramos a la habitación de al lado, que es mucho más pequeña y no hay ningún tipo de mueble, es como el cuarto en donde antes dejaban rodo lo que no querían, pequeños juguetes rotos al igual que uno que otro electrodoméstico dañado o trozos de madera y cajas se encuentran esparcidos por toda la habitación.

Dejo a Daniel en unos cojines que están regados en el piso, me quito la chaqueta que tenia – su chaqueta. Pienso y lo arropo con ella. Me aseguro de que este a salvo y no ningún riesgo y me dispongo a enfrentar lo que viene, miro a Dani una última vez, indecisa de salir, de hacer lo que tenga que hacer, respiro profundamente mientras una lagrima resbala por mi mejilla, rezo por obtener la fuerza que me falta y salgo de la habitación

Me recuesto sobre la puerta que acabo de cruzar, mis manos tiemblan y mis piernas parecen incapaces de sostenerme, solo pensaba en que debía ser fuerte y que no podía dejarme caer, la puerta de la habitación donde pasamos la noche se hacía cada vez más grande al mismo tiempo que mi respiración se volvía irregular, intente calmarme y me aferre fuertemente al medallón de papá, el que colgaba en mi cuello, recuerdo mi promesa y encuentro la fuerza que me faltaba.

Aprieto con fuerza la manija de la puerta, me fuerzo a calmar mi dolor a que mi corazón deje de sentir y que mi cerebro coja el control de la situación, mis piernas logran sostenerme casi por completo y yo giro la manija para entrar a la habitación.

Ella se encuentra en la misma posición en que la deje, sus ojos siguen mirando el mismo punto en el vacío, lagrimas amenazan con salir pero no lo permito, observo el rincón donde están las provisiones, intento buscar un cuchillo o un arma, logro encontrar a unos pocos centímetros uno de los cuchillos y lo recojo.

Con pasos vacilantes y cuchillo en mano me acerco a la cama, cuando estoy cerca de ella extiendo mi mano a su cuello buscando un pulso inexistente, confirme lo que ya sabía, pero eso no evito que algo dentro de mí se rompa, algo que ya estaba en pedazos apenas unidos, caigo de rodillas y sujeto mi cabeza con las dos manos, quiero gritar, gritar hasta que todo esto acabe, hasta que el dolor desaparezca y mi voz se extinga, pero me contengo se bien lo que está en juego, lo que sucederá si me dejo caer.

Me aferro al cuchillo en mi mano de tal forma que mis nudillos están blancos, intento encontrarme, luchar contra la oscuridad que comienza a rodearme, encontrar la fuerza que necesito para levantarme, para luchar y para vivir. Cuando pensé que la oscuridad me iba a consumir un par de ojos verdes aparecieron en mi mente e iluminaron todo.

Dani era todo para mí, la razón por la que me levantaba día a día, por la que luchaba, su sonrisa era lo único que necesitaba cuando quería caer, no podía derrumbarme tenía que ser fuerte, tenía que luchar.

Con mucho esfuerzo me levante, enterré el cuchillo en el piso de madera para poder apoyarme en él y me impulse para estar de pie, me senté en la cama, al lado de mamá y con cuidado cerré sus ojos, no sabía qué debía hacer, no es como si pudiera simplemente sacarla al patio para poder enterrarla o por el contrario abandonarla hay y abandonar la casa. Era mi madre y se merecía algo mejor que solo abandonar su cuerpo, peor si lo pienso sería lo mismo que hice con mi padre, lo abandone, en una cocina rodeado de ELLOS.

Las lágrimas volvieron a amenazar con salir, me mordí fuertemente el labio para evitar que salgan de ahí, solté mi labio cuando sentí el sabor de la sangre. No podía pensar en eso en este momento, tenía que comenzar a actuar y dejar de pensar.

Decidí que lo mejor por el momento era envolverla en la sabana, estire la sabana en el piso y baje su frio cuerpo posicionándola encima de esta, antes de envolverla enterré el cuchillo al lado izquierdo de su cabeza, temiendo con dejar un gran charco de sangre en el piso, pero en cambio casi no salió sangre de la herida. Con cuidado comencé a colocar la sabana alrededor de su cuerpo, cubriéndolo por completo.

Solo una duda habitaba por mi cabeza, un solo pensamiento que rebotaba dentro de mi cabeza

"qué mierda hare ahora"

Los pensamientos se aglomeraban en mi cabeza, cientos de planes incoherentes o demasiado arriesgados y al final ninguna respuesta. Tenía que apurarme para que Dani no se enterara de esta forma o tal vez todo sería más simple si el entrara a la habitación y encontrar el cuerpo de nuestra madre en una esquina, pero no sería justo con él, aunque si lo piensas ¿Qué es justo en este mundo? Aferro mi cabeza con los dos brazos, quiero gritar de pura frustración pero no lo hago, Dani solo es un pequeño niño y este mundo es el mismo infierno, debe a prender a vivir en él y a luchar pero poco a poco y no de un solo golpe, como nos toco a nosotros.

Respiro profundamente y dirijo mi vista a la ventana y los pequeños rayos de luz que la traviesan, el tiempo parece lento, como si estuviera en pausa, la madera parece recobrar la vida con la luz, la habitación parece más colorida, amplia y menos sombría, por un pequeño momento dejo que la esperanza de un mejor día, un nuevo mundo me recorra, pero la extingo rápidamente, y salgo de mi ensoñación debo actuar o pensar en algo, soñar en este mundo es pérdida de tiempo y el tiempo es esencial si quieres conservar la vida.

Aparto la vista de la ventana y me concentro en el cuerpo de mi madre, no hay tiempo que perder y no puedo hacer mucho, me levanto lentamente, y sujeto las piernas del cadáver, pensar en el cuerpo como solo eso lo convierte en algo más simple, menos doloroso.

Arrastro el cuerpo por el pasillo hasta llegar a la cocina, si la cocina, no se me ocurrió nada mejor, hay no estará a simple vista por lo que Daniel no se dará cuenta. No hay razón por la que él se acercaría, además no estaremos mucho más tiempo aquí, partiremos hoy mismo y nos alejaremos de este lugar, de los muertos y los recuerdos.

Escondo el cuerpo detrás de un mueble le doy la espalda sin atreverme a mirar atrás, abandonando el cuerpo en una cocina abandonada, vieja y pequeña. Dejando parte de mi en ese lugar, junto a ella.

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2017 ⏰

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KUROTAMA (el alma negra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora