Capítulo 1

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Esos ojos verdes, esos malditos ojos verdes.

Con Ali, como es de costumbre, bajamos al patio del cole para distraernos un poco de las aburridas clases de matemáticas. Amaba el sonido de la campana anunciando que todos los presos podían salir a tomar "aire libre". Aire libre, a lo que me refería es a un pequeño y muy aterrador gimnasio donde el piso es de color rojo y con unas mal pintadas y desgastadas líneas que marcan cada juego, las ventanas del cuarto piso estaban tapadas por tablas sobrepuestas ya que nadie lo usaba, y como suelen decir que en todo colegio "penan". Si, puede sonar estúpido, pero es lo que se comenta.

Ya que es un colegio con una cantidad desconocida de años, es pequeño, y como suele ser todos los deportistas van a jugar al amado gimnasio bautizado como "el patio rojo". Ya deben saber por qué.

Estábamos a comienzos de abril, aburrido, sin nada interesante por hacer. Nos sentamos en unos escalones que estaban al comienzo de dicho patio y empezamos a hablar de cualquier estupidez.

-___, mira esos pedazos de ojos verdes.- apuntó a un niño no muy alto con unos preciosos ojos en verdad.

-uy que interesante.-rodee los ojos. No era por ser mala onda ni nada, solo que encuentro que no tenía mayor gracia a parte de sus ojos. Lo mire por un buen rato para examinarlo bien. Si, era guapo, jugaba futbol, pero se veía muy creído y eso no me parecía atractivo. De un momento a otro me miró y sonrió. Giré mi cabeza sin pensarlo.

-es guapo, verdad?

-ay por favor... bueno si- sonreí

-es mío- gritó Ali.

-como quieras.- sonó el timbre llamándonos a entrar a nuestra siguiente clase.

El día estuvo muy aburrido, tarea y más tarea. Cuando llegué a mi casa estaba sola, con mi hermano pequeño, mis padres no estaban, pero ya estoy acostumbrada, es mejor así.

Al rato después llegó mamá, le ayudé a poner la mesa para poder comer tacos... ufff mi comida preferida, habíamos quedado en eso, al parecer no fue así, o tal vez no se acordó. Siempre está muy ocupada, prácticamente todo el tiempo.

Llegó papá y era hora de comer por fin, subí al baño a lavarme las manos y de un segundo a otro empezaron a sonar portazos y gritos que venían de abajo, obviamente de mis padres.

-___ qué pasa?.- preguntó chino (así le decimos de cariño a mi hermano pequeño).

- nada, tu tranquilo- lo abracé- todo estará bien.

Cuando los gritos pararon y se sintió el último portazo bajamos a ver si todo estaba bien.

- Siéntense a comer, AHORA!- gritó mamá asustándonos.

- Y papá?- Preguntó mi hermanita algo confundido

- Se fu.. salió un rato

- Se me quitó el hambre- me levanté de la mesa- gracias- dije molesta y subí a mi cuarto.

Me puse los audífonos para calmarme un poco, cerré los ojos para poder olvidarme de todo, de todo el dolor, de todos esos gritos y portazos, para olvidarme de la cara de asustado de mi hermanito, necesitaba relajarme. Me quedé profundamente dormida.

Desperté con la alarma, como es de costumbre me costó levantarme pero aun así logré meterme a la ducha. Al salir me vestí con un jeans negros un suéter gris de gatito, mis vanz negras y mi cuello negro. Tomé mi mochila, bajé a desayunar.

- Buenos días- mamá estaba sentada junto a mi hermano aún en pijama- no irás a dejar a chino al cole?

- Jmm, como tu padre dice que invento excusas para no ir, es un des... él lo irá a dejar.- tomó un sorbo de su taza de café y se levantó molesta de la mesa.

Cuando el caos llegó a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora