Todas las mañanas me despierto, siendo yo misma, a tu lado. Desde la mañana hasta la tarde, de la tarde a la noche, siento que nada es más importante que tu.
Despierto y te veo, con una de mis camisetas anchas, sentada en nuestro sofá, en nuestro salón, sonriendo ante tu libro, con el pelo suelto cayéndote suavemente por la espalda, mientras algunos mechones recelosos se deslizan entre tus dedos, haciendo espirales.
No hay imagen más bonita que verte a ti.
Me acerco paulatinamente a ti, acortando las distancias. Me miras a los ojos, y recorres mi rostro. Me acerco a tu boca, con mi mirada aún fija en tus pupilas.
Resumo la distancia, y nuestros labios se rozan, hasta finalizar en un beso corto, pero intenso. Las cornisas de tus labios se elevan, y yo sin contenerme, muerdo tu labio inferior.
Tú sueltas tu libro en la mesa, y con tus delicadas manos me empujas hacia ti. Tu cuerpo bajo el mío, parece una obra de arte. Te levanto la camiseta hasta dejar a la vista tu abdomen. Lo acaricio lentamente, deslizando mis dedos por el. Intentas no alterar el gesto de tu cara, pero lo aprecio. Empiezas a fruncir el ceño, y quieres cerrar los ojos. Te lo impido, obligándote a mantener la mirada en mi.
Agarras uno de mis brazos mientras mi mano va descendiendo entre tus piernas. Te remueves nerviosa.
Me pides que te bese, y así lo hago.
Comienzo por tus piernas. Sosegadamente reparto besos ente ellas, remontandome cada vez más. Se que lo deseas, pero paso por encima de tu flor, muy cercana a ella, y sigo directamente hacia tu ombligo. Agarras con fuerza el sofá, hundiendo tus uñas en él. Levanto la camiseta aún más, hasta llegar a tus pechos. No me sorprende que no lleves nada debajo; aún así, me detengo en ellos. Justo en el momento en que agarro uno de ellos, suspiras.
Obedezco tu apetito, y te beso. Nuestras lenguas se funden en un cálido baile. Somos agua, somos fuego, somos todos los elementos en uno.
Te dejas llevar por el momento, y me agarras la cabeza. Nuestros cuerpos chocan y se estimulan.
Termino de quitar tu camiseta y la dejo caer en el suelo. Estás desnuda frente a mi, como la diosa que se dio a conocer emergiendo a través de las olas del mar.
Estamos borrachas de amor, perdiendo la cordura, perdiéndonos entre nosotras.
Entre la difusa línea de lo dominante y lo sumiso, me tumbas y te colocas encima de mi. Nuestros labios se besan, al igual que nosotras, acelerando el proceso de gemidos. Decido que me gusta su olor a recién levantada, a hogar y a sensualidad.
Te siento en el sofá, y hundo mi cara en tu sexo. Sumerjo mis dedos en ti, mientras escucho tu voz temblando. Surfeo en tu humedad. Suplicas, innecesariamente, que no pare, y yo, ante tus ruegos, me muevo más rápido. Me guío por el sonido de tus gritos, que, cuanto más altos, mejor.
Abrazo tu cintura, aprovechando los últimos segundos de placer que te consumían, hasta que te dejas ir.
Escalo hasta tu boca, y te deposito un beso casto.
Seguidamente te levantas y me tiende la mano. Nos dirigimos a la ducha, y así comienza nuestra segunda guerra.
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Navegando en mis pensamientos
RomanceProfundizando en mi cabeza, en mis sentimientos, y sobretodo, en mi forma de pensar y percibir la vida. Aquí encontrarás relatos cortos de varios géneros, sobretodo románticos, dramáticos y alguno que otro erótico. Espero que te gusten.