Capítulo 3

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El cuchicheo reinaba en el salón de clases; las bolas de papel, carcajadas estruendosas, sonoros golpes contra las mesas, los gritos de niñas por ser víctimas de bromas pesadas de sus compañeros que disfrutaban de pegarles chicles en sus pulcras melenas e incitarlas a cortarse parte del cabello.

—Solo es un mechón —rio victorioso mientras cruzaba los dedos detrás de él.

La niña ensimismada en el subconsciente de su cerebro, inconscientemente nerviosa agarro con ambas manos e intranquila consigo misma corto su larga cola —una de ambas colas que como cuernos caídos reposaban ensortijados—, cerro fuertemente los ojos ignorando los hilos enroscados caer y temerosa abrió los ojos para contemplar con desgano la ex larga cabellera oscura en el piso, seguramente del largo de una regla ‘’barata’’, su cuerpo sintió una holeada de temblores soltando las tijeras e instintivamente tapar los sollozos que inundaban su tez oscura.

Los cuatro infantes soltaron todo aire contenido ahogándose en las risas espontaneas dirigidas a la pequeña que sin ser poco tal desprecio de burla, la señalaron, creyéndose los reyes del mundo, infantes narcisista[1], cuatro pequeños ¿dulces? A eso le llamas inocencia, lamentablemente eso es ignorancia y de mediana calidad, dejad los juegos y ponte a estudiar.

Para que decir que la niña siguió llorando y nadie, absolutamente NADIE tuvo la gentileza de consolarla. ¿Y la profesora? Verdad ella está por entrar, y como si fuera sido una invocación apareció no sin antes, llenarse el alma de estupefacción, niños..., siempre tan callados, dulces, inocentes, e imperativos, esos niños parecían provenir de las eternas pesadillas de esquizofrénicos.

Respiro forzadamente, apretando la mano de la pequeña que inútilmente se intentaba liberar con su otra manito, siguió contemplando con los ojos amenazantes a todos los ‘’zánganos[2]’’ como ella les decía mentalmente, y soltó de un tirón a la pequeña de gafas azul cielo, cerró la puerta de un portazo haciendo que la niña tapara sus oídos y cerraba los ojos, espero a que los gritos e inquietantes sonidos de mesas siendo arrastradas cesara, al abrir un poco los ojos escucho como el sonido de un trueno amenazante salir de la tráquea de la joven de cola de caballo y gafas negras, la señora tenía un timbre escalofriante:

—¡¡¡SE CALLAN AHORA MISMO, O SE ATENDRAN A LAS CONSECUENCIAS!!!

La que esperaba afuera ya quería echar a correr y perderse en la ciudad, ya con los ojos abiertos y asustada daba pasos atrás contemplando el silencio reinar con martillo de juez, su mirada fija, mentón alto, ojos como dilatados, la puerta fue abierta haciéndole pegar un pequeño saltito, la de gafas oscuras la miró sonriente y le ofreció su mano para dejarla entrar sin prisa al salón 202 planta 1, aquellas letras y números marcaban en la puerta como la bienvenida a una cárcel de aprendizaje, y un sinfín de cosas. Tiempos de encierro no se olvidan.

—Pasa cariño, no muerdo. —Pero de ladrar era experta, espero paciente a que entrara, al contrario solo se limitó a mirarla un poco curiosa, exasperada la profesora agarro su mano con un ademán de disgusto—. Muévete.

Entro dejándola en la mitad de la pizarra siendo el punto fijo de miradas curiosas, los ojitos claros de ella miraban sus manos juguetear con su blusa larga de RBD, se concentró en volver invisible para los demás, deseos de niños ¿no?, continuando trago saliva una que otra vez, otro portazo.

—Buenos días pequeños..., denle la bienvenida y una muy calurosa a su nueva compañera. —Se dirigió con sigilo donde la niña, agarrando ambos hombros afectuosamente y susurrándole en el oído—, habla querida.

Temblorosa alzó la mirada a todos sus compañeros que sin importancia alguna la miraban serios, no todos, solo la gran mayoría, trago saliva.

—Ho-la... hola, mi nombre es De-metria y soy...

Listen [Time to Kill #1 edición] © #FreeMentallnespDonde viven las historias. Descúbrelo ahora