Capitulo 2.

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Observé el vestíbulo sorprendida, era muy moderno y estaba muy bien decorado.

Yo estaba acostumbrada a lo rústico pero como estaba en Nueva York debía acostumbrarme de una vez a lo moderno.

Emily se acercó al ascensor y pulsó el botón. James ahora abrazaba a Tom. Las puertas se abrieron y Emily fue la primera en entrar, seguida por James, Tom y por último yo.

James y Tom empezaron a besarse. Emily puso por ojos en blanco. 

-Chicos ¿podéis esperar a llegar a casa?-dijo Emily.

Los dos se separaron. James sonrió.

-Cállate Emily.-dijo Tom.-No eres una santa.

Emily le fulminó con la mirada. 

-Oye ¿alguien le ha dado al botón?-pregunté.

Todos abrieron los ojos de par en par.

-Se nos ha olvidado.-dijo James.

Emily pulsó la planta número diez. Joder, diez plantas.

-Me preocupa que a Ryan le pese la maleta, es pequeña pero pesa mucho.-dije.

-No importa, es un chico fuerte y puede con todo.-dijo Emily sonriendo.

Me encogí de hombros. El ascensor se paró en la planta cinco y aparecieron dos chicas.

-¿Bájais?-preguntaron.

-No.-dijo Emily secamente.

Las chicas se encongieron de hombros y las puertas se cerraron.

Emily hizo una mueca de asco al igual que James.

-¿Qué pasa?-pregunté.

-Tenemos un vecino algo mujeriego pero eso sí, está muy bueno.-dijo James.

Tom tosió disimuladamente.

-Sabes que solo te quiero a ti.-dijo James.

Los dos comenzaron a besarse otra vez. Las puertas del ascensor se abrieron en la planta diez.

Salimos del ascensor. Habían dos puertas en la misma planta como leí en internet y por las fotos los apartamentos eran bastante grandes.

Emily resbuscó en su bolso y sacó la llave del apartamento.

-Tenemos una copia de llave para ti.-dijo James.

Sonreí.

Emily abrió la puerta y fue la primera en entrar. Me quedé parada en la entrada.

El apartamento era moderno como todo el edificio y muy bien decorado pero estaba un poco desordenado.

James tosió detrás de mi. Me moví y les dejé pasar.

Tom se tiró en el sofá y James junto a él. Tocaron el timbre y Emily abrió. Era Ryan. Se dieron un beso y Ryan entró al apartamento con mi maleta.

-¿Pesaba mucho?-pregunté.

-Un poco.-dijo riendo.

Ryan se sentó en el sillón y puso la televisión, un partido de baloncesto.

-Rachel, te enseñaré tu habitación.-dijo Emily.

Asentí y cogí mi maleta. Pesaba mucho.

El pasillo era largo. La primera habitación era la de Emily, luego la de James y por último la mía, cada una con su propio baño pero había uno para invitados. 

Emily abrió la puerta de la habitación y se echó hacia un lado para que entrara. 

Era bastante amplia y tenía una gran ventana con vistas a Nueva York, a lo lejos podía ver la Universidad de Columbia.

-Todas las habitaciones tienen estas vistas, no te sientas especial.-dijo Emily sonriendo.

Reí y me senté en la gran cama.

-Te dejo para que te acomodes.

-Gracias por ir a buscarme.-sonreí.

-De nada.-sonrió y se fue cerrando la puerta detrás de ella.

Me tiré en la cama y suspiré. No pude evitar sonreír.

Llevaba pocas horas allí pero todo estaba siendo tan perfecto. Nadie me había mirado raro o con lástima como hacían todos en Portland. Aquello si que era un infierno o al menos después de lo ocurrido. En Nueva York la gente estaba demasiado ocupada como para interesarse por la vida de los demás.

Me levanté de la cama y suspiré. Cogí la maleta y la coloqué sobre la cama, la abrí y saqué la ropa mientras la iba colocando dentro del gran armario. Si quería rellenar aquello debía irme de compras mas a menudo.

Dos horas después ya había acabado de colocar la ropa, me había bañado y ya estaba vestida con el pijama.

Eran las diez y media. Mañana debía levantarme a las siete para poder llegar a clase a tiempo. Mi primer día.

Salí al salón para desearles a todos buenas noches. Me los encontré a todos tirados en el sofá del salón viendo alguna película. Emily sujetaba un bol con palomitas.

-Buenas noches.-susurré.

Todos se giraron menos Tom que estaba concentrado en la películas.

-Hay pizza ¿Quiéres?.-dijo James.

-La pizza me la he comido toda.-dijo Emily inocentemente.

James puso los ojos en blanco. 

Sonreí y me giré hacia el pasillo para irme a mi habitación. Entré y cerré la puerta detrás de mi. 

Estaba agotada por el vuelo y lo mejor sería dormir pero no pude.

Oí gemidos que provenían de la habitación al lado pero del otro apartamento. La gente allí no se avergonzaba por lo visto.

Acabé durmiéndome a media noche que fue cuando cesaron los gemidos. Parecían conejos.

Yo necesitaba mis ocho horas de sueño si quería descansar y ellos me las habían jodido.

This is not the end.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora