Chapter Two: Fäversholm.

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Lo primero en la lista era averiguar cómo diablos Simon Henriksson se encontraba en su habitación, en su casa, en su ciudad, en Estocolmo.
Mientras Dakaria sufría un ataque de nervios al pensar en ello, sentado en la cama del lugar, Simon observaba con atención a la chica. Pudo notar que llevaba las uñas de un color azul eléctrico, que tenía un tatuaje en su brazo derecho, y dos perforaciones en el cartílago de la oreja izquierda. También, que se mordía los labios con nerviosismo, y, producto de esto mismo, arrancaba algunos pedazos de piel reseca de estos. Tenía que admitir que ver en ese estado a una persona, le resultaba completamente gracioso, pero en este caso se preocupó, y la sonrisa que adornaba su rostro se borró de golpe.

-          Tengo que pedirte un favor –Su frase sonó casi como una súplica, lo cual alarmó a la pelirroja, quien ahora se había quedado quieta, mirando al joven con una mueca de preocupación. – Debes llevarme a Fäversholm.

-          ¿Estás loco? Fäversholm no existe, no es real, aún no sé cómo di contigo.

-          Vienes repitiendo eso hace como dos horas mínimo, sin embargo estoy aquí, a menos que sufras alucinaciones.

-          Púdrete Henriksson.

Se giró dispuesta a salir de la habitación, pero una presión en la muñeca seguida de un tirón, obligaron a que regresara sobre sus pasos.

-          Sólo escucha…

Simon le contó todo. Como de regreso a su casa había dado con un callejón extraño, que lo llevó al centro de Fäversholm, el cual se encontraba totalmente deshabitado y sólo se podía oír el sonido del viento jugando traviesamente, amenazando con llevar al lugar una tormenta. Continuó, y cuando quiso darse cuenta, se encontraba suplicándole a aquella desconocida que le ayudara a retomar el camino a casa.
Daka frunció los labios, meditando la propuesta recibida. Había jugado la historia, así que tuvo que fingir sorpresa ante todas y cada una de las palabras que el contrario le dijo. Se quedó tranquila al ver que no había mentido en lo más mínimo, lo que significaba que aquel muchacho era de confianza, pero aún así, no podía evitar sentirse intranquila, ¿Cómo iba a lograr regresar a aquel extraño muchacho a un lugar que no existía?

-Vale, voy a hacerlo.

- Bien, escucha, cierra los ojos, cuando diga tres, los abrirás, pero antes no, por nada del mundo, ¿Está bien?

-Vale…

-Uno… -La voz de Simon sonaba calmada, Daka obedeció.- Dos… -Una sensación extraña empezó a invadirla. Frunció los labios.- Tres.

Cuando Daka abrió los ojos, permaneció en silencio unos segundos. Se pellizcó un brazo, corroborando que lo que estaba desplegado frente a sus ojos no era una ilusión… o una alucinación.
Estaba en la jodida Fäversholm.
Simon sonrió ladino, rebuscó algunas cosas en su bolso y las extendió frente a Daka.

-Toma esto, te hará falta. –Una jeringuilla con un extraño líquido adentro y una navaja Sueca se mostraron frente a la mirada de la menor.- ¿Podrías hacerme caso?

- ¿Para qué diablos quiero una navaja y…?

-Morfina. Es morfina y créeme, te hará más falta de la que crees.

Fäversholm se caracterizaba por tener unas calles pintorescas, lo eran cuando no debías huir de unos experimentos de un doctor loco. Habían pasado veinte minutos, y Dakaria ya había experimentado en carne propia lo que Simon debía vivir reiteradas veces.

La noche cayó en Fäversholm, los dos muchachos buscaron algún refugio para sobrevivirla, pero ningún sitio parecía lo suficientemente seguro para poder quedarse allí. Caminaron por horas, hasta que dieron con un edificio que parecía abandonado. Su sorpresa fue tal, que no era así. Allí había más monstruos que deseaban asesinarlos. Lucharon con todas sus fuerzas hasta dar con un piso clave. Al entrar pudieron olfatear el putrefacto aroma de carne humana en descomposición, y divisaron el cuerpo de un hombre en la bañera. Ingresaron en la habitación de aquel departamento, y oyeron el horrible sonido de una mujer llorando, aterrorizados, giraron sobre su propio eje, sólo para encontrarse cara a cara con una figura casi humana. Sus extremidades inferiores y superiores terminaban en picos de hierro, su rostro carecía de ojos, en lugar de ellos, esta poseía dos huecos profundos de los cuales brotaba un nauseabundo líquido oscuro, y la parte de su mandíbula se hallaba desfigurada. Cuando Dakaria quiso darse cuenta, aquel bicho iba directo hacia ella, apuntó el arma que había encontrado junto con su compañero unos pisos más abajo y disparó. La habitación se inundó de un grito ensordecedor, y la imagen de esa cosa atravesando su propio rostro con sus picos superiores dejó a la joven algo alterada.

No pudo evitar sentir una punzada de dolor y culpa al ver a Henriksson tan agitado, herido y aún así, él seguía en pie.
Observó, con detalle, el momento exacto en que levantó un poco la manga de su sudadera, y dejó entrever las heridas que poseía en las muñecas. Eran profundas, había cicatrices, y algunas recientes. La aguja de la jeringuilla llena de morfina, se abrió paso en los tejidos de la piel del chico, quien emitió un medio quejido, medio gemido de dolor. Ella observó su propio brazo por unos minutos, sintiendo curiosidad por saber cómo se sentiría aquello, imitó las primeras acciones de Simon, y entonces, lo sintió. El líquido entrando a presión por sus venas, la sensación de placer y de sentir que nada alrededor importaba, incluso pudo experimentar como todo se iba de su cuerpo, la sensación de dolor, aunque tuviese algunas heridas que aún estaban sangrando.

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2014 ⏰

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