30-Un lugar especial

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-Llegamos -anuncia mientras estaciona el auto frente a una casa de estilo Victoriano, con paredes blancas y marcos color marrón.

-¿Qué es este lugar? -le pregunto mientras bajo del automóvil y cierro la puerta detrás de mí.

-Mi casa.

-¿Tu casa?

Subimos los tres escalones de la entrada y observó como saca una llave color plateada del bolsillo de sus pantalones, y abre la puerta.

Entró y un acogedor calor de hogar me recibe. Me dirijo a la sala de estar y sonrió al ver una pequeña mesa en medio. Un hermoso mantel blanco la decoraba y sobre este había dos platos con exquisitos bocadillos, y una botella de shampagne. La chimenea estaba prendida y eso le daba un toque más de romanticismo.

-¿Tú hiciste todo esto? -le pregunto sin ocultar lo sorprendida que estaba.

-Admito que Matt me ha ayudado un poco pero si.

-¿Todo esto para mi?

-Si -me contesta acercandose a la mesa para correr la silla donde iba a sentarme.

-Eres todo un caballero. -susurra divertida sentándome y apoyando mis brazos sobre la mesa. Theo se sienta frente a mi y abre la botella de shampagne.

-Viví aquí hasta que mi padre falleció. Mi madre después de eso no soportaba vivir en un lugar lleno de recuerdos. Así que, decidio que debíamos mudarnos pero quiso conservar la casa.
>>Este lugar era todo para él. Cuando se casó con mi madre estuvo meses buscando el lugar perfecto. Una casa amplia y con un gran jardín en el cual sus hijos podrían pasar horas jugando. Cuando encontró esta casa no dudo ni un segundo en comprarla.

Dirigo la vista hacia el marco de la estrada de la sala y observó la marca que hizo Sarah, en algún momento, marcando la altura de Theo y Clary.

Sonrió al imaginarme un Theo pequeño jugando en el jardín o corriendo a Clary por toda la casa.

-¿Vienes seguido aquí? -pregunto metiendo un pedazo de pollo en mi boca.

-Casi siempre -le da un sorbo al shampagne y continúa comiendo. -Tengo pensado venir a vivir aquí.

-¿En serio?

-¿Te gustaría venir conmigo?

Su pregunta me toma tan de sorpresa que casi me atraganto con un pedazo de papa. Bebo un poco de líquido y mentalmente le gritó a mi corazón que se calme. Había comenzado a saltar como loco.

-¿Quieres...Quieres que venga a vivir aquí contigo?

Sonríe y extiende ambos brazos para tomar sus manos. La yema de sus pulgares acarician mis nudillos.

-Cuando me mudé aquí en unos meses quiero que vengas conmigo.

Ver ese brillo especial en sus ojos me hace sentir una ternura inmensa dentro de mi.

Me levanto de la silla, apartando mis manos de las suyas, y me acerco a él. Cuando el se aparta de la mesa me siento sobre sus piernas y rodeo su cuello con mi brazos acercando sus labios a los míos.

-Te quiero, lo sabes, ¿Verdad? -digo contra sus labios.

-Si...-Me besa, lentamente, con dulzura como nadie nunca lo había hecho. -Yo también te quiero.

Me acomodo mejor poniendo una pierna a cada lado de su cintura y suelto mi cabello dejando que caiga sobre mis hombros. Me había crecido bastante en estas semanas.

-¿No quieres terminar de comer? Aún falta el postre -me dice mientras continua besandome.

-Yo ya estoy comiendo el postre -ambos reímos y comienzo a desabrochar su camisa.

Adicciones PeligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora