Camino por la calle a primeras horas de la mañana, no se ve nadie por los alrededores así que no necesito fingir, puedo caminar sin rumbo y sin expresión, ya ni siquiera puedo recordar como sonreír. No es necesario que lo recuerde.
Suelo levantarme antes de que amanezca y evitar a mi abuela y a Vanessa, me deslizo silenciosamente por los pasillos, los antiguos pasillos que mi madre solía recorrer, y me escabullo por la puerta principal. No puedo permanecer mucho en casa sin sentirme atrapada, todo lo que miro y todo lo que toco me recuerda a mamá, ni siquiera puedo estar cerca de mi hermana por lo mucho que ella luce como nuestra madre. No puedo mirar a mi abuela a los ojos sin ver su tristeza aún en carne viva mirándome de vuelta y por sobretodo no puedo entender cómo es que ellas no se sienten de la misma forma que yo.
No puedo dejar de pensar que ellas me culpan por vivir y que mamá no lo haya hecho, nunca han dado señales de ello pero si yo me culpo ¿Qué evita que ellas lo hagan? Revivo día tras día, hora tras hora y segundo tras segundo cada momento del accidente y me recrimino a cada instante por no haber sido capaz de sacar a mamá del auto. Si yo salí ilesa se que ella estaría ahora aquí con nosotras, de no ser porque no fui capaz de sacarla a tiempo…
Todo es mi culpa y la culpa es lo único que me mantiene andando, lo único que me da una meta.
He estado caminando como por una hora de forma automática, rogando con todo mi ser que algo pase y yo caiga al suelo como una hoja marchita. Pero lo único que ocurre es que de la nada me encuentro de espaldas en el suelo contemplando el cielo nublado de la ciudad. Oigo unas voces que no reconozco y de pronto unas manos firmes me recogen del suelo y me colocan sobre mis pies otra vez, me encuentro mirando hacia arriba al rostro de un joven rubio de ojos azules quien me sonríe culpablemente.
-Perdona, no te vi venir ¿Te encuentras bien? – él me mira con curiosidad y sé que está evaluando mi aspecto, soy consciente de cómo debo lucir, pero la verdad es que no me he mirado en un espejo en días y no he tenido la energía para darme un baño. Así que sí, luzco como una vagabunda, mi pelo está grasoso y enredado, solo llevo una gran polera bajo mi sucio abrigo y un pantalón que no ha sido lavado en un buen tiempo. Pero realmente no me importa lo que piensen, porque no me importo a mí misma, no hay necesidad de bañarse ni de arreglarse para la muerte, tan solo quiero reunirme con mi mamá nada más.
El chico repite su pregunta, pero yo solo le devuelvo una mirada en blanco, sin intento de fingir que le daré una respuesta o que realmente me importa su presencia, les echo un vistazo a sus amigos y noto que todos me miran extrañados. Sé lo que ven tras la máscara de suciedad, una chica sin expresión, una chica muerta en vida. Una zombie.
Sin quererlo fijo mis ojos en los ojos marrones de uno de los chicos él me devuelve la mirada fieramente y eso me hace recorrer su rostro, veo que está apretando los dientes y las líneas de expresión marcadas alrededor de su cara: su rostro está completamente crispado, como si estuviera enojado…
Les doy una última mirada vacía, cuadro mis hombros y cruzo la calle sin mirar, unos autos se detienen y me tocan la bocina, pero yo sigo caminando y rogando que un auto no se detenga. En ningún momento me volteo pero siento que alguien me mira, siento su mirada quemar en la parte posterior de mi cabeza.