He caminado sin rumbo toda la mañana, pero de pronto me encuentro en una calle que conozco. Estoy en la calle de mi amiga Hallie, bueno la única amiga que tengo ya que nadie más se intereso por mí desde el accidente. Al principio todos estuvieron ahí, pero cuando se dieron cuenta de que perdí el interés por vivir Hallie fue la única que se quedó y la única que yo desearía se hubiera ido.
Ella y yo somos amigas desde que teníamos ocho años, nos conocimos en el colegio y hemos sido inseparables desde entonces, pasamos juntas todos los conflictos de la adolescencia (que en realidad no fueron muchos) y nos protegimos la una a la otra. Todos los demás eran personas que nos rodeaban y con las que nos juntábamos, pero siempre hemos sido nosotras dos. Supongo que eso explica porque ella sigue a mi lado cuando todos los demás se han marchado.
Últimamente he tratado de alejarme de ella, sé que mi muerte podría dejarla en el mismo estado en el que me encuentro ahora, sé que ella se culparía de no ser capaz de ayudarme, pero también sé que ella es más fuerte que yo y que podrá salir adelante y quizás algún día entenderlo.
Poco a poco me he acercado a su casa y ahora estoy parada en la calle del frente, sé que debo irme antes de que me vea, pero de alguna manera estar aquí y ver que ella sigue con su vida me hace sentir bien, no feliz, no sé cómo expresarlo en palabras… De pronto veo un súbito movimiento de su cortina y sé que es mi señal para irme, no puedo permitir que me vea aquí. Pero incluso antes de que alcance a girarme ella asoma su cabeza por la ventana de su habitación y grita:
-¡Quédate ahí! ¿¡Me escuchaste!? – veo su cabello negro moverse con el viento y las manchas de pintura en su polera y me pregunto si estaría pintando. Hallie ha estado interesada en el arte desde que fuimos de paseo al Museo Británico cuando teníamos 13 y a lo largo de los años ha tomado diferentes cursos para perfeccionarse. Lo que es yo quise ser actriz de musicales por mucho tiempo hasta que descubrí que la fotografía me llenaba más, seguí actuando porque disfrutaba de la reacción del público y participé por muchos años en un teatro comunitario. Pero la fotografía pasó a ser todo para mí, mi mamá me regaló una cámara profesional y solía llevarla conmigo a todas partes, pero desde su muerte se ha ido llenando de polvo en mi habitación. No he tenido la fuerza suficiente ni para tomar más fotografías ni para ver las que aun están guardadas en mi cámara.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de Hallie y por el fuerte abrazo que me dio.
-¡Cariño! ¿Cómo has estado? – Miró fijamente mi ropa pero no me dijo nada – Estás muy delgada ¿Has estado comiendo bien?
Yo la miré atentamente y noté que estaba usando una polera sin pintura en ella y había amarrado su largo pelo en una cola, se había puesto un chaleco sobre su ropa y llevaba una cartera en su mano.
- Elena ¿Estás bien?
-Estoy bien – Evite responder la pregunta sobre la comida, porque la verdad era que no había probado bocado en varios días - ¿Vas a alguna parte?
-Sí – Me respondió sonriente – Iremos al mall ¿ya? Paseemos por la ciudad, siento que no te he visto en días.
Lo cual era cierto pero no lo mencioné, comenzamos a caminar erráticamente, pero siempre con dirección al centro de la ciudad, mientras Hallie me contaba sobre este chico que había conocido en una clase de arte y de cómo él estaba interesado en ella, pero a ella no lo atraía. Traté de escucharla atentamente pero empecé a sentirme extraña, como lejana, me costaba escucharla y mi visión comenzó a hacerse cada vez más borrosa. Me detuve y vagamente escuché la voz de Hallie hablándome pero no entendía lo que me decía, traté de respirar pero no podía, lo último que sentí antes de ver todo negro fue una sensación de que el mundo giraba a mi alrededor y de que yo no tenía un eje del cual afirmarme