siete

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Capítulo 7

Salió de su despacho y miró a su alrededor para percatarse de que nadie lo veía. Se sentía como un tonto adolescente de 15 años, escondiéndose para no ser descubierto por sus padres. Volvió a observar por el pasillo. Soltó un suspiro. Al parecer todos estaban ocupados y él podría ir a verla sin ser interrumpido.

Desde que había llegado quiso estar a solas con ella. Pero si no era una cosa, era otra. Y jamás lo lograba. Tenía ganas de ver aquellos ojos azulados que amaba en secreto desde hacía tanto tiempo. Sin dudarlo entró a la cocina, haciendo un poco de ruido.

Ella se sobresaltó y se giró a verlo con el corazón en la boca. Se sintió algo aliviada al saber que era él. Aunque de repente se sintió nerviosa. No quería estar a solas con Leonard Streep. Carraspeó su garganta y volvió a mirar de nuevo al agua que comenzaba a hervir. Leonard se acercó un poco.

—¿Qué estás cocinando? — le preguntó y respiró profundamente para encontrarse con el inconfundible aroma al romero.

—Pastas — contestó ella simplemente.

—Mmm... mis favoritas.

Ella lo miró de reojo y su corazón dio un vuelco. ¿Por qué? ¿Por qué le seguía pasando aquello? Era como que no podía superarlo. Lo había amado siendo una niña y lo seguía amando siendo una adulta. Ellos dos se conocían desde que su padre había sido contratado para ser trabajador de aquellas tierras. Leo tenía 15 años y ella 13... se habían amado tanto. Pero luego él se fue. Y después de unos años volvió casado. Ella también había hecho su vida. A veces se reprochaba por no haberse jugado por su verdadero amor.

—Lo sé — le dijo luego de unos segundos.

Leonard se quedó quieto, observándola. Quería decirle algo, pero no sabía que. Tenía aquella estúpida sensación en el pecho. Se preguntaba a sí mismo, qué era lo que le impedía confesarle que la seguía amando. Su esposa había muerto cuando _______ apenas era un bebé. Y Pattie se había separado del padre de Justin hacía muchos años.

—Pattie...

—¿Qué? — preguntó ella.

—¿Crees que aún estamos a tiempo?

Ella se giró a verlo como si hubiese dicho algo sumamente malo. Sus ojos estaban bien abiertos y había dejado caer el repasador sobre la mesa.

—¿Qué? — murmuró.

—¿No lo crees?

—Yo...

Él dio un paso hacia ella. Se limitó a observarla fijamente.

—Voy a quedarme a vivir aquí — los ojos de ella se abrieron aun más — y creo que voy a necesitar una... buena y preciosa mujer para que me acompañe en la habitación grande.

Sus mejillas se tiñeron de un rojo casi intenso.

—Leonard — chilló avergonzada. Él rió por lo bajo.

—Cásate conmigo, Pattie Mallete — ella sintió que iba a desmayarse —. Fui un cobarde hace treinta años... por no pelear por ti.

—Éramos jovenes, Leo — musitó ella y dejó de mirarlo.

No podía mirarlo. Le dolía hacerlo. Le dolía recordar la manera en la que ella lo había esperado tontamente... y luego lo había visto llegar de la mano con una hermosa joven de cuidad.

—Era un idiota — murmuró él — y lamento haberte hecho sufrir. Lamento... lamento todo lo que pasó.

—Ya no más — le pidió ella y se aguantó las ganas de llorar. Ya no era una niña, no iba a llorar delante de su dolor. Se armó de valor para mirarlo —. La cena ya está lista, señor. Voy a avisarles a los muchachos...

Wild Horses | justin bieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora