incógnitas

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¿¡Que!? Esto no está sucediendo.

Las palabras en mi mente se agolpaban con fuerza, me era imposible razonar al nivel necesario, esto debía ser una mentira.

— Mentira. — Las palabras se deslizaron  de mis labios como si una hoja hubiera sido empujada por un remolino de viento de manera inmediata, no podía dejarme caer.

— ¿Estás segura...? — Decía como preguntando mi nombre al viento, mis manos se agitaron a los costados, no por favor ahora no, no quería un ataque de pánico ahora. —  Catharina.

Catharina.

Catharina.

¿Quién jodidos es Catharina?

— No, usted se equivoca de persona ese no es mi nombre. — Traté de enfocar la mirada, me era imposible y creo que Álex ya se estaba dando cuenta, tragué en seco.

— Ese es tu nombre desde que naciste hija. — Hija. La cabeza me daba más vueltas entre las respiraciones que nunca se concretaban, el corazón se me quiere salir del pecho y mi estómago. No, yo debía aguantar un poco más.

— He di dicho que usted no no es mi padre. — Dije con dificultades perdiendo de a pocos la batalla contra la perdida de aire que estaba experimentando, traté de apoyarme en mis rodillas encorvada sin poder parar de hiperventilar.

— Padre ya déjala ir, mira lo que le haces. — Un chico habló y él negó, siguiente con sus insistentes preguntas.

—No lo haré hasta que ella lo acepte. — No lo haría, esto jamás se acabaría, de ninguna manera.

59 segundos.

58 segundos.

57 segundos.

Trataba de contar y así no volver a caer dentro del ataque de pánico inminente.

— ¿Es que no lo ves padre? Está mal. —El chico trataba de hacerlo razonar pero el seguía en su terquedad y es que no era una chica sumisa, ya no más.

45 segundos.

43 segundos.

— ¡ADMITELO CATHARINA! ¡ERES MI HIJA! — 32 seg...

Caí al suelo en un estruendo sordo que se prolongó en mi cabeza, me aguanté el gemido de dolor y mis ojos se cerraron por el impacto dejando todo atrás otra vez.

— ¡Todo esto es su culpa! ¡Debió dejarla en paz en el momento en que se le notaba enferma! ¿Que le diré a su tutor? — Mi cabeza dolía pero podía entender lo que decían a lo lejos, mientras flotaba.

— ¿Tutor? — Notaba que me movían en algo, no sabía que era aunque estaba segura no eran los brazos de alguna persona, necesitaba abrir los ojos.

— si, tutor. No es todavía apta para ser tratada como una mayor de edad, tiene un tutor. — ¿Donde estaría Josh?

— ¿Y su familia? — Quería esquivar el rumbo de mis pensamientos en estos instantes y no pude, me era difícil todavía pensar en ellos, en Bridgette, en la proximidad de la muerte a mi vida para arrebatarme todo.

— No tiene. En realidad no entiendo porque le estoy diciendo esto y menos porque le debería importar. — Gracias Alex eres un encanto. En verdad le agradecía que se preocupara tanto por mí y eso apenas hacía unos dos meses nos habíamos conocido.

— Creí que habías escuchado la conversación mantenida hace algunos minutos con mi hija. — No se rendía en aquél tema lo que me llevaba a preguntarme el como saber que éramos familia, porque si lo fueramos ¿Porqué nunca apareció? ¿Mi vida es una mentira? Me negaba a creerlo.

La vida es un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora