CAPITULO 2: Un Huracan de Emociones

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La madrugada del 3 de abril a las 01:45, un ama de casa no sospechaba que ese mismo día ella sería la primera plana de una tragedia. Como cualquier otro, su matrimonio no era perfecto, pero tenía sus cosas buenas. Así que, cuando todo se complicaba ella se aferraba a esos diminutos detalles que lo mantenían a flote como si su vida dependiera de ello.

Quince minutos después, su marido la despidió con un beso. Fue un beso indiferente, casi como por obligación y sin la menor de las ganas. La mujer sintió a su vez que una mano rugosa y ulcerada le tiranizaba el corazón. La frialdad de su marido se venía acrecentando hacía tiempo atrás y los celos con una voz metálica y nauseabunda le gritaron al oído que tenía otra... o varias, si se daba el caso.

Entonces comenzó él mismo drama de siempre. Ella, lo interceptó y le hizo las mismas preguntas de antaño; "¿A dónde vas y a quién vas a ver?", él por su parte, le mintió por costumbre, ella contrariada lo desmintió y él haciéndose la víctima se marchó cerrándole la puerta en la cara. Ella lo observó impotente desde la ventana del pórtico hasta que lo perdió de vista.

Una idea burbujeó en su mente, la claridad de la pregunta la dejó horrorizada; "¿Y qué pasaría...", se preguntó a sí misma, "...si esta noche lo sigo y averiguo a dónde va?" No quiso responder porque irracionalmente le daba miedo saber la respuesta, aún mantenía una ligera esperanza de que él no la engañaba, por eso ignoró aquella voz que provenía de lo profundo susurrando que "el que busca encuentra".

Aconsejada por su propia consciencia no tardó en llamar un taxi, pero antes de ello se aseguró de buscar dinero que tenía guardado en una caja fuerte y solo por si acaso, se llevó al bolso un revolver Smith & Wesson del treinta y ocho que había allí, su marido lo había comprado para ella tiempo atrás, se suponía que, para su protección, porque como dicen; "en ésta ciudad nunca se sabe...". Ella, sin embargo, nunca se atrevió a llevarlo encima. Hasta esa noche claro.

Encontrar a su marido le llevó tiempo, pero luego de un rato pudo dar con él y de ahí en adelante la persecución corrió con bastante éxito.

El taxi se detuvo a poca distancia de donde se había estacionado la patrulla. Aquel, era un local de una clientela exclusivamente masculina. La mujer vio que su marido se dirigía a la entrada, el guardia lo saludó con familiaridad y lo dejó pasar. Ella estuvo a punto de salir del auto cuando en ese momento sonó su teléfono, maldiciendo miró el número en pantalla, era su hijo, "¿Y qué demonios quiere éste?", dijo rabiando, todo parecía interponerse en su camino y con el pulso acelerado las cosas a su alrededor tenían un tono de irrealidad.

Dudando, contestó y escuchó decir a su hijo un balbuceo indescifrable, otra tontería como suponía. Ella no tenía tiempo para eso, le dijo que no podía hablar y colgó la llamada.

Salió del taxi disparada hacia el destino incierto. Directo a la oscuridad que ocultaba su verdadero rostro tras una máscara de luces de neón.

El guardia la miró de arriba abajo. Su mirada lo dijo todo; «No la puedo dejar pasar señora» y, aun así, en aquella mirada existía un «pero» lo suficiente para que ella aprovechara la situación, no iba a dejar que la detuviera ningún guardia de pacotilla. Le entregó un fajo de dinero que no se molestó en contar y éste se hizo a un lado casi de inmediato. Ya dentro, hizo lo mismo con el gerente y aunque le costó un poco más, es bien sabido que no hay nada que el dinero no pueda comprar.

La mujer subió las escaleras con la copia de la llave tintineando entre sus manos, sentía los pies como de plomo al ascender cada escalón. Su respiración iba al galope y sus sentidos estaban tan agudizados que podía escuchar cada vibración, desde los acordes del estéreo hasta los gemidos de cada habitación. Se detuvo ante la puerta y respiró profundo. Y en ese momento... su corazón se hizo de piedra.

Había una rubia como ninguna otra, desnuda y tendida sobre la cama y, frente a ella, un hombre que La mujer reconoció. El odio en su estado puro y los sentimientos que giraban en aquel huracán de emociones malsanas hicieron que algo se quebrara en su interior.

No lo pensó un segundo, ni siquiera se dio cuenta cuando la sacó del bolso. Por puro instinto apretó el gatillo una sola vez.

Y todo se oscureció    

MUNDO DE PIEDRA-CANSERBERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora