XVII

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Con los cuidados de Clarke y Abby casi las veinticuatro horas del día, Alex pudo recuperarse después de dos semanas. Becca y algunos de sus compañeros la visitaron durante ese tiempo, pero Clarke era la única que estuvo con ella casi de tiempo completo, exceptuando las ocasiones en las que Abby le insistía que debía descansar o comer apropiadamente. Durante esos días, las chicas acostumbraban a hablar del futuro; de lo que les esperaba cuando las puertas se sellaran por completo. De su vida por cinco años dentro de aquel búnker. Clarke solía llevarle juegos de mesa, aquellos que tal vez eran para los pequeños que vivieron ahí, eso lograba  mantener la mente de Álex ocupada y dejaba de insistir en levantarse de la cama.

Clarke juraba que la cara de concentración de la castaña cuando jugaban era de lo más adorable que había visto en su vida. Solía mirar el tablero con el ceño fruncido y mordía el interior de sus labios y de vez en cuando entrecerraba los ojos cuando tenía que hacer una jugada asombrosa para evitar que Clarke ganase la partida. Se olvidaban del caos que reinaría en pocos días, estaban a salvo, estaban juntas.

Estarían bien.

Cambió las batas blancas que acostumbró a usar a diario durante su recuperación por el traje que alguna vez perteneció a Lexa y por fin, puso un pie fuera de la enfermería.

La gente se movía de arriba a abajo, a diferencia de la enfermería que solía ser un lugar silencioso y tranquilo; salvo las ocasiones en las que llegaba alguna persona herida o cuando Clarke y ella mantenían una conversación divertida y las risas de ambas llenaban el lugar.

Tanto la gente del cielo como la nacida en la tierra iban de un lado para otro terminando los últimos pendientes antes de que el búnker cerrara sus puertas por cinco años.

— ¡Alex! — Dijo Raven acercándose al par y carraspeando al darse cuenta de su error.— Quiero decir, Lexa. — La latina miró a su alrededor comprobando que nadie la hubiera escuchado y después volvió la mirada a la comandante.— Luces bien, me alegra que estés fuera de ese sitio horrible al fin.

— Gracias, Raven. Todo ha sido gracias a Clarke y a su madre.—Dijo mirándola con una leve sonrisa.— Tú también luces bien.

— Me he recuperado gracias a ustedes. —Admitió.— Aunque me había olvidado de eso, este lugar me tiene ocupada.

— Has hecho un gran trabajo. —Dijo Clarke esta vez, sonriéndole.— Este lugar luce como nuevo.

— Bueno, no lo he hecho todo sola. Tus compañeros de ingeniería son bastante buenos. —Dijo Raven a Alex.— Parece que estamos a tiempo, Praimfaya está a unos kilómetros, pero las puertas estarán cerradas para entonces.

— Bien. ¿Has decidido ya donde te quedarás? — Quiso saber Clarke.

— Bueno, la tecnología de Polaris es bastante increíble, pero están bien abastecidos de ingenieros. El búnker destinado a las personas de Arkadia también, así que creo que me quedaré aquí.

— Te veré por aquí, entonces. — Se despidió Alex.

— Sí, les veré luego. Las cosas no se reparan solas. —Dijo la latina antes de perderse entre la gente.

Siguieron caminando, observando a la gente trabajar arduamente para terminar los últimos detalles. En ocasiones se paraban cuando alguien necesitaba ayuda o si tenían alguna duda del lugar.

— Gracias, Heda. — Se despidió un hombre del clan del desierto.

— Jamás había visto tanto orden y paz desde que aterrizamos. — Reconoció Clarke, mirando a Alex con una leve sonrisa.

— Tú hiciste esto posible. — Dijo Álex devolviéndole la mirada.

— Sabes que sin tu ayuda, jamás habría sido posible.

Destiny (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora