Acorralada

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Como se le había encargado, Camila puso en la frente de su abuela las hojas de palma curativas junto con los aceites que tenía guardados en la canasta para asegurar una pronta recuperación a la anciana.

Al salir de la habitación, el detective Omega estaba esperandola. 

- Buenos días señorita.

- ¡Buenos dias detective! ¿En qué puedo ayudarlo en esta hermosa mañana?

- He venido a pedirle nuevamente que me muestre el camino hacia la casa de su abuela, es muy importante la escena del crimen para comenzar con la investigación. 

- Pero mi madre dice.. 

- ¡Señorita, aquí no está su madre! Si quiere que consigamos a la persona responsable de la golpiza que le dieron a su abuela, debe cooperar con nosotros.

Camila tenía presente las instrucciones de su madre: NO DEBÍA HABLAR CON LAS PERSONAS DEL EXTERIOR, pero en este caso si las ayudaba podría descubrir quien le había podido hacer esto a su abuela.

- Sígame detective. 

La chica guió a Omega a travez del extenso bosque, territorio de Los Lobos, hasta que llegaron a la casa. La puerta de madera aún se encontraba tirada en el suelo y estaba mojada, debido a que había llovido en los últimos días. Omega y Caperucita entraron a la sala cuyas paredes aún se encontraban manchadas por las salpicaduras de sangre que Beta le había provocado a la señora.

Omega se puso guantes de látex y empezó revisar el área: tomó muestras de sangre, analizó la mesedora en la que habían  amarrado a la víctima; también, tomó fotos de la escena con una cámara digital cuyo flash  brillaba en los ojos de Camila.

Tanto la cámara, como muchos otros instrumentos que utilizaba Omega para recolectar información, eran objetos que la chica nunca había visto en su vida y, dentro de su ignorancia, a muchos los consideraba mágicos. 

Terminadas todas las pruebas necesarias por el detective, este agradeció a Caperucita por su tiempo y solicitó ser acompañado de regreso, y así lo hizo Caperucita. 

Al igual que la vez anterior, se sentía observada. En las copas de los árboles se encontraban centinelas de Los Lobos, quienes habían observado todos los movimientos desde que Camila y Omega llegaron a sus terrenos. Uno de ellos se apresuró a enviar el mensaje a Alfa de que el detective Omega había entrado al bosque acompañado de una chica de capa  roja. 

Al llegar a la salida del bosque, Omega le dijo a Camila: "Muchas gracias por tu guía y no te preocupes, atraparé a quien haya echo esto".  Dicho esto, cada uno tomó su rumbo: Camila a su casa y Omega a la comisaría. 

 A mitad del camino a su casa, Camila se encontró nuevamente con Alfa, quien iba acompañado nuevamente de Beta, pero ahora ya no tenía su habitual tono sarcástico  y sus ojos destilaban odio puro. Sacó su manopla, que aún se encontraba sucia de su anterior atraco, y colocándola en el cuello de Camila la acorralo en el tronco de un árbol. 

- ¿Así que eres amiguita de Omega?...  ¿No sabes que no te debes juntar con ese tipo de personas en nuestro territorio?

- ¡Sueltame!, gritaba Caperucita, pero nadie la escucharía y aún si le fuera posible huir de Beta, el área estaba repleta de Lobos que custodiaban el perímetro. 

Alfa se encontraba serio mirando como Beta aterraba a Camila. ¡Basta!, le gritó a su compañero. Beta se retiró, casi realizando una reverencia a su querido líder.

- Camila disculpa que nuestro segundo encuentro haya tenido que ser de esta manera. No pienses que somos malas personas, pero no podemos permitir que el detective Omega entre en nuestro territorio. Él ha dedicado su carrera entera en cazar a cada uno de los nuestros: familiares, hermanos, amigos... muchos han muerto bajo el plomo de su revolver. Espero puedas aceptar nuestras disculpas y estás avisada para que no vuelva a ocurrir. 

En un abrir y cerrar de ojos, Camila se encontraba sola recostaba en el tronco en el que anteriormente Beta la tuvo acorralada. Corriendo, siguió el camino a su casa sin saber que Omega nunca la había abandonado y había observado todo lo sucedido.

En lo que quedaba del camino, Omega, sigilosamente, la acompaño hasta su casa. 

Alfa, Beta y CaperucitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora