Resaca

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El sonido del celular me despertó casi a las ocho , demasiado temprano para alguien que acostumbra dormir a las tres de la madrugada.
Era un mensaje de Marisol.
"Necesitamos hablar, ¿puedes recogerme a mi trabajo?"
Algo pasaba, antes sus mensajes estaban plagados de corazones y caritas sonrientes, ahora, ese era el hielo que necesitaba la noche de ayer para enfriar mi vodka
Aún adormilado contesté que si.
Corrí las persianas y el sol de la madrugada hirió mis ojos.
Un par de puños invisibles golpearon mis sienes, que...gran...resaca.
Abrí el frigorífico, un par de manzanas podridas y un yoghurt caducado no eran nada apetitosos.
¡Bah!, ¿que tiene de malo no desayunar?...otra vez.
Saliendo del trabajo tomé un taxi para ir al suyo, mi falta de puntualidad siempre fue un gran problema, yo había logrado sobrellevar ese problema...la gente no.
Cuando llegué, ella ya estaba afuera del edificio, su desesperación se notaba en su lindo rostro, apiñonado, ojos grandes, labios gruesos color carmesí, cuanto me encantaba.
Pretendí darle un beso y lo esquivó.
-¡No!, ya no. He decidido terminar contigo, conocí a alguien que es mejor que tu.
-A estas alturas, cualquier patán es mejor que yo.
-Tu siempre tan irónico.
Levantó su delicada mano, detuvo un taxi y se marchó sin voltear a verme.
Y fue lo mejor. Tal vez se hartó de que no me llevara bien con su familia, o de no querer a su perro, o de tener como pareja a un escritor mediocre que debía sentirse miserable para poder escribir.
No la culpo, al contrario, la felicito por alejarse antes de que se contagiara de mi, de mi pesadumbre, de mis demonios...bueno, creo que ellos también me dejaran algún día.

memorias de un insolenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora