Capítulo 1.

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Ver a mi papá en ese estado me rompía el corazón en mil pedazos. Para mi, el siempre había sido el hombre mas fuerte del mundo, y por primera vez en veinticinco años, lo estaba viendo llorar. Con la cabeza entre sus manos, sentado en la mesa del comedor, parecía mas un nene de diez años al cual le rompieron su juguete que el hombre pilar y perseverante que yo tenia en mis recuerdos. 

Después de la muerte de mi mamá y mi hermano menor en un accidente de auto, solo nos teníamos el uno al otro. Al poco tiempo de su muerte, la familia de mi mamá se había alejado de nosotros y mi papá era hijo único. Vivíamos en la casa que con mucho esfuerzo y trabajo mis padres habían comprado en una época en el que el país y nuestra situación económica lo permitían, así que por lo menos no teníamos la presión de pagar un alquiler todos los meses. Pero si de comer y pagar las cuentas restantes.

 Cuando nos quedamos solos, el se sumió en una profunda depresión, la cual hizo que en su trabajo lo despidieran así sin mas. Por mi parte, ellos solo querían que terminara mi carrera universitaria así que no tenia trabajo. Hace pocos meses que venimos subsistiendo con la indemnización que le dieron en el trabajo luego de dejarlo de patitas en la calle, sin importarles la circunstancia por la cual el estaba pasando. 

No hizo falta que mi papá me lo pidiera, a pesar de que significaba dejar mi futuro y mis sueños de lado, abandoné la facultad sin dudarlo. Me dediqué a buscar un trabajo, pero hoy en día y gracias a la situación económica del país, los pocos trabajos que había conseguido eran temporales y muy mal pagos. 

Casi sin quererlo me sentía el sostén de la familia. Era una responsabilidad muy grande, pero mi papá no tenia fuerzas para nada. Solo la sombra quedaba de ese hombre que tenia en mis recuerdos de niña. Ahora solo quedaba en el, un ser deprimido y adicto al alcohol. En sus momentos de lucidez, se cansaba de pedirme disculpas y explicarme que sin el amor de su vida había perdido el rumbo en todo. Pero hoy lo veía mas derrotado, mas triste, como alguien que desea que la muerte golpee la puerta y se termine todo el sufrimiento. 

Me acerqué a el y lo abracé por la espalda. Al contacto con mis brazos, solo atino a seguir llorando. Ya no le importaba que yo lo viera así, abatido. Lloraba con la desesperación a flor de piel y yo no sabia como consolarlo. ¿Cómo se consuela a alguien que pierde no a una, si no a dos personas que ama, de un día para el otro? Mas cuando uno también esta sufriendo esa perdida, pero no se puede permitir rendirse. 

Con el dorso de la mano se seca las lagrimas, se levanta de la silla y me abraza fuerte, casi con miedo de perderme también. 

  —Perdoname hija,  no encuentro fuerzas para nada. No quería que me vieras así.—Se da vuelta y apoya las manos sobre la mesa— Acabo de volver del banco y ya solo quedan migajas de la indemnización. 

  —No te preocupes papá... Se que con lo que yo gano no alcanza, pero estoy buscando un trabajo mejor. Es solo cuestión de tiempo, algo va a aparecer y vamos a salir de esta. No estas solo. 

  —No quiero ser una carga para vos hija, no te lo mereces, no es lo que soñábamos para tu vida. 

—Lo hago por que te amo papá, y siempre vos y mamá dieron todo para que a Joaquín y a mi no nos falte nada. Ahora es mi turno de retribuírtelo un poco. 

 Me mira con la mirada totalmente decaída, pero haciéndome sentir y saber el orgullo que representan para el esas palabras. Una sonrisa se asoma por las comisuras de sus labios y vuelve a abrazarme, un poco mas calmado.

  —Si tu mamá viera como te pones al hombro esta casa, estaría mas que orgullosa, como yo lo estoy, de vos.

El recuerdo de mi mamá amenaza con hacerme llorar, y es que la extraño tanto. Era el ser mas puro y comprensivo del mundo, nunca hizo que nos faltara nada, pero por sobre todo, hacia de este un hogar lleno de amor. Con las palabras justas en los momentos exactos, pero de carácter fuerte si era necesario. Juntos eran el ejemplo de familia que tenia por estandarte, la meta a la cual siempre soñé llegar el día que formara mi propio hogar. 

Deposito un beso en la frente de mi papá, agarro mi cartera y mi celular, camino hacia la puerta y lo vuelvo a mirar a los ojos tratando de transmitirle en una mirada que todo iba a estar bien.  

  —Me escribió Carla, me dijo que tenia que charlarme de un trabajo que podía llegar a interesarme, así que voy a verla a su casa. Te prometo que todo va a mejorar pá, yo te quiero ver feliz y fuerte de nuevo.

Salgo de mi casa con su mirada y su sonrisa grabada a fuego en mi corazón. Ese tenia que ser mi motivo, mi motor a llevarnos a una vida mejor. Se que la plata no hace la felicidad, pero se que iba a sacar un poco del peso que el hoy en día sentía sobre sus hombros. Podría pagarle un psicólogo para que pueda aprender a convivir con la muerte de mi mamá y Joaquín. Saldríamos adelante y el podría, incluso mas adelante, retomar su vida y volver a enamorarse. Era de esos hombres que ya no quedan. Atento, servicial, compañero y extremadamente detallista y amoroso. Esos hombres que cualquier mujer se siente plena al tener a su lado. 

Me subo a mi bicicleta y pedaleo las pocas cuadras que me separan de la casa de mi amiga. Carla es de esas amigas que conoces desde que tenes memoria. No se separó de mi lado cuando ocurrió el accidente y siempre estuvo para mi en las horas en las que solamente quería llorar. 

Es como la hermana mujer que nunca tuve y la quiero como tal. Sabe de la situación por la que estoy pasando económicamente y ayer me llamo para comentarme que tenia un trabajo para ofrecerme que podía llegar a interesarme. Ella tiene una estabilidad económica que la sitúa en un clara clase media-alta y eso que su familia nunca fue de grandes lujos. Hace poco mas de un año que se que trabaja para una multinacional, pero nunca entro en detalle, solo me decía que ganaba muy bien y que estaba muy feliz con ello. 

Cuando llego a la puerta de su casa y toco el timbre, me abre la puerta con una sonrisa llena de amor y felicidad por verme.

  —¡Creí que no ibas a venir! Pasa que justo estaba por pedir la comida y ahora me vas a ayudar  a decidir que cenar.

  —¿Cómo no voy a venir? ¿Cuándo te dejé plantada en tantos años de amistad? —Entro a su casa y voy tras ella al comedor.

—Es verdad, nunca. Pero para todo hay una primera vez siempre, ¿No?

—Este no iba a ser el caso, mas cuando sabes por la malaria que estoy pasando en cuanto a plata. Necesito que me cuentes ya esa propuesta que tenes en mente para mi. ¿No me digas que me conseguiste un puesto en la empresa genial en la que trabajas y te permite darte todos estos gustos?—Le digo mientras levanto del tacho de basura una botella de vino vacía que vale mas que mi sueldo diario actual. 

—Si, exactamente de eso te quería hablar. Pero te pido que me escuches bien y antes de juzgar, evalúes bien todas las opciones y oportunidades de mejorar tu vida que podría ofrecerte este trabajo. ¿Si?

   El tono de voz con el cual pronuncio esas palabras me preocupo un poco. Si bien nunca me había contado exactamente de que trabajaba, no pensé que fuera tan terrible, ya que la veía bastante feliz en cuanto a ello.

  —¿Voy a tener que acostarme con algún jefe para que me den el puesto?—Me reí divertida.

—No exactamente, pero... 

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Se hizo desear el primer capitulo, ¿eh? Si todo marcha bien voy a estar subiendo dos capítulos por semana, ya que quiero que estén super bien escritos y no arrepentirme de nada en el camino, ya que voy a subir a medida que escriba.  

¿Que clase de trabajo piensan que le va a ofrecer Carla? ¡Lo van a saber en el próximo capitulo!

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XOXO.

Flor Toledo.

   

 


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