-Andrea, ¡despierta ya!
-Joder, ¿pero que hora es?
-Las 8.
-¿Me estas vacilando?
-La verdad es que no.
-Pero, ¿por que no me dejas dormir? Son las ocho de la mañana.
-Andrea, estamos en Londres, ¡tenemos que ver todo!
-Como si no tuvieras tiempo... -dijo en un suspiro-.
-¿Decias algo?
-No nada, que voy a ducharme a ver si consigo terminar de despertar.
-Vale.
*30 minutos despues*
-Ya era hora.
-Podrías dejar de quejarte. Encima de que me despiertas me metes prisa, ya te vale. Que sepas que me tienes que invitar a desayunar.
-¿Y eso por que?
-Porque no me has dejado dormir. Ala vamos, que tenías mucha prisa.
Narra Andrea.
Habría seguido durmiendo, pero Ani me hizo levantarme. A nuestros 17 años seguíamos siendo como niñas pequeñas, pero la que más Ani. Estuvimos un buen rato paseando y viendo la ciudad, hasta que ya eran las 12 y me empezó a entrar hambre.
-Oye, no es por arruinarte el paseo, pero tengo hambre. Además, ahora vivimos aqui y lo vamos a estar haciendo por mucho tiempo, podrás ver la ciudad cuando quieras.
-Si lo sé, tienes razón. Y a mi tambien me esta entrando hambre así que vamos, justo ahí en frente hay una cafetería.
Fuimos a la cafetería que había en frente, no nos conocíamos nada así que no nos ibamos a ponder a buscar. Nos sentamos en la terraza y cuando llegó el camarero nos tomó nota y se fue.
-Hola Ani, estoy aqui.
-Se que estás aquí, ¿a que viene eso?
-Pues, no se, quizás a que desde que hemos llegado no le has quitado ojo al camarero. Y disimula porque ya trae nuestro desayuno.
-Tu estás tonta.
-Aquí teneis, siento haber tardado tanto.
-No te preocupes, no tenemos prisa.
-Está bien. Por cierto, vosotras no sois de aqui, ¿verdad?
-Pues...no, somos de Almería, una ciudad de España.
-El acento os delata -sonrió-, y ahora que me fijo si que es verdad eso de que las andaluzas son muy guapas.