Capitulo 2:
E
s preciosa, no me puedo creer que esté haciendo esto , debería de decirle a mi padre que no. Pero es que el padre de Carolina es uno de los hombres más ricos que hay en Europa . Buff me sabe mal , parece buena chica , pero no tengo elección tengo que seducirla como sea. Como he podido llegar a esta situación, no puedo creerlo. Pablo, no pienses, y sedúcela, y así papá estará contento y me ganare su orgullo, y no solo eso sino que también podre pagar el tratamiento de mi padre.
- Ehh, ¿en que piensas?
- Yo en nada, es que me preguntaba… - ahora que le pregunto, que le digo, ella me mira impaciente esperando alguna pregunta , se inteligente – me preguntaba a que te dedicas ,no se unos pisos así deben de costar una fortuna- digo mirando el piso bastante elegante-.
Su piso, tenía mucha personalidad, era muy acogedor y se inspiraba una enorme sensación de paz y sensibilidad. Estaba decorado con paredes azules pálidos, parque de madera simulando la arena del mar, las cortinas eran blancas que se mecían con el contoneo del viento, los muebles eran decorados de un blanco roto, pero no vulgar sino al contrario era sencillo pero elegante. Me recuerda el mar y esos dolorosos recuerdos. De ese 21 de Mayo.
- Cariño ven a jugar conmigo – dijo mi madre con su cabello ondulado por el viento , sus ojos verdes me miraban impacientes y con un toque de temor
- Mamá , no corras que no puedo seguirte- dije con voz medio ahogada
- ¡Pero si no corro! Ven aquí, ¿sabes que te quiero no? – dijo mi madre con voz temerosa
- ¡Claro que sí! ¡Y yo también te quiero!- dije yo con la voz alzada
Tan solo tenía 9 años y esa fue la única vez que vi a mi madre con vida. Al día siguiente fui a verla con unas flores en la mano y entonces la vi, sentí una enorme presión en el pecho, en mis ojos empezaron a brotar lagrimas sin que nadie las pudiera detener, mi corazón se paro tras un golpe seco, ese dolor tan intenso de verla en la bañera con los ojos inexpresivos y fría, fría como la nieve, lo supe enseguida, mi madre se había suicidado. Tire las flores en el suelo, con un recuerdo, el recuerdo de ver las margaritas amarillas en el suelo, en ese suelo frio, las flores que velaban a mi madre, las flores que tanto le gustaba a mi madre, esas flores con tanto cariño había recogido en la calle después del colegio para entregárselas a mi mama, mi madre, no sé qué hare sin ella. Caigo al suelo desplomado por ese dolor tan intenso que me quema por dentro y me repito a mi mismo que solo es una pesadilla , que pronto vendrá mi madre con esa sonrisa en los labios para despertarme y decirme que tengo que desayunar , con esos ojos que me miran y veo en ellos que me quieren. En esos labios que tantos besos que me han dado, ahora están fríos , no puede ser , sé que no es cierto que solo es mi imaginación . Solo me queda rezar para que solo sea una pesadilla de las margaritas amarillas. Y rezo con todas mis fuerzas y entonces comprendo que Dios no es justo, que la vida no es justa, porque noto que alguien me eleva y me lleva al salón. Era un hombre fuerte , era mi padre Cornelius, ese hombre que siempre estaba tan serio , que siempre tenía una mueca fea en la cara , ahora lloraba como un niño pequeño. ¡Oh dios mío! Y entonces descubro que no es un sueño que todo ha pasado de verdad y entonces se, que mi madre nunca vendrá a por mí al colegio, no se pondrá esos vestidos de seda , no me besara , ni me leerá un cuento , y entonces se que no le podre regalar esas amarillas margaritas que tanto le gustan. Solo me queda ese último recuerdo de ella , y de las margaritas amarillas marchitas en el suelo. Cuando mi madre murió aquel día, yo morí con ella y lo que es peor estoy muerto en vida y con el solo recuerdo de las margaritas amarillas marchitas en el suelo. Entonces deje de creer en mi madre, en Dios y sobre todo en esas malditas margaritas amarillas.