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Tú serás mío,
yo ya soy tuyo.

Este es nuestro mundo...
Solos, tú y yo.


-Ven a mí, te estoy esperando, tú tienes que encontrarme -susurró una persona muy cerca de su oído, su voz era ronca, misteriosa y caliente.

-¿Quién eres? -preguntó el menor, apenas sin poder moverse.

-Lo sabrás pronto, solo necesito que vengas, que me encuentres. -Volvió a hablar, esta vez mordiendo levemente el lóbulo de su oreja.

-¿Yo? ¿me conoces? -El castaño estaba confundido y con miedo, su cuerpo no podía moverse y su respiración estaba entrecortada, como si hubiera corrido por largas horas.

-Kyuhyun, eres Kyuhyun. -Lo nombró esa misma voz, esta vez delineando su cuello con su húmeda lengua.

-¿Por qué?¿Por qué no te puedo ver? -susurró el menor con los ojos cerrados y sin poder abrirlos.

-Porque así lo quiero, así lo deseo, solo siente, siente que eres completamente mío. -Le contestó esa misteriosa voz, para después morder su cuello con fuerza.

El sonido del celular lo despertó, se sentó en la gran cama de su departamento, su frente estaba llena de sudor y sus cabellos se encontraban húmedos. Las colchas estaban tiradas en el piso, su respiración era entrecortada, no podía hablar, su mente estaba en blanco y solo esa voz permanecía en sus pensamientos.

-¿Quién eres? -susurró apenas.

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En un día soleado, con el firmamento despejado y el sol brillando en todo su esplendor, un joven alto y delgado, de cabellos castaños, ojos avellanas y piel blanca, avanzaba lentamente. Con sus labios rosas entreabiertos y su nariz pequeña y respingada, miraba concentradamente una mansión, una gran casa que ahora le pertenecía. Fue apenas unas horas atrás que el abogado de su abuela lo había llamado para comunicarle que tenían que verse y hablar sobre la herencia de la Señora Cho.

Al principio pensó que se trataba de una broma, pues desde un principio, Kyuhyun fue muy claro con su abuela al pedir que no dejara nada para él, que con sus estudios era suficiente y que él podía hacerse cargo de su vida con el dinero que sus padres le habían dejado antes de fallecer, mas, todo indicaba que su abuela hizo caso omiso a su petición. Al principio maldijo sobre sus cobijas, sus sueños habían sido cortados por la llamada del abogado Park, poniéndolo levemente de mal humor. Odiaba ser despertado de esa manera y, sobre todo, para tratar un tema del cual no quería saber absolutamente nada.

Tenía las cosas claras en su mente, su idea principal era decirle al abogado Park que vendiera todo lo que su abuela había dejado a su nombre y que ese dinero fuera inmediatamente donado a albergues que seguro sí lo necesitaban. No obstante, sus planes fueron desvanecidos de su mente al escuchar las últimas palabras de su abuela.

"Hijo mío, sé que este tema ya lo hemos discutido, sin embargo, no pienso obedecerte. Ahora sabes de dónde has sacado ese carácter y te exijo que lo tomes, si no lo haces, todos mis bienes serán transferidos al banco y ellos podrán hacer lo que quieran con todo, está en tus manos esta decisión, cuídate mucho y sé un buen joven. Te estoy observando, así que no hagas tonterías, si no, voy, te busco y te doy el susto de tu vida, ¿entendido?"

El ceño de Kyuhyun se frunció al escuchar las palabras de su abuela. No la entendía, conocía su carácter, pero esta vez se estaba pasando, aunque en apariencia estaba siendo bastante sutil y considerada, sin embargo, de seguro eso era porque sabía que el abogado Park estaría junto a él, pero aún así no quería nada y no planeaba tomarlo. Resopló. Sus planes estaban siendo destruidos por su abuela, ahora tendría otras responsabilidades que le esperaban en el futuro y no quería tomar.

{YeHyun} EspejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora