Capítulo 2: "El origen de Lucy Black"

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Era una noche lluviosa con escasa iluminación, a excepción de las farolas de las aceras.

Estaba caminando cerca de ellas para evitar tropezar o pisar un charco que me ensuciara.

Hubo algo que llamó mi atención. Una joven, me gustaba su cabello que era de un color medio anaranjado. Me agradó que hubiera alguien en la calle, al menos no me sentía tan inseguro. Aunque eso no fue por mucho tiempo, pude ver a un hombre acercarse a ella, colocarle un pañuelo en su rostro y hacerla caer en un profundo sueño. Rápidamente retrocedí escondiendome detras de un auto, llegando a ver como la cargaba en sus hombros y la llevaba hacia alguna parte que yo desconocía. Decidí tomar mi celular y llamar a los policías pero al momento de tenerlo en mis manos pude ver que la batería estaba muerta. Suspiré y, armándome de valor, comencé a seguirlos sigilosamente por la oscuridad, tratando de asegurarme no perder de vista mi ubicación inicial para el caso de necesitar escapar. Sin embargo, anduvimos largo rato caminando. Llegamos al destino que aquel hombre deseaba, muy distante, por cierto, de lo que yo hubiera querido. Se trataba de una fábrica abandonada por lo que aparentaba. Podía notarse en ruinas. Él entró con ella y yo solo espiaba desde una ventana polvorienta la cual me daba una vista hacia donde se encontraban ellos. Al mirar en el interior tuve náuseas. Todo estaba lleno de sangre y había estantes con frascos que contenían órganos en su interior.

¡Dios! debe ser una pesadilla.

Traté de convencerme.

Lamentablemente, no se trataba de eso. Vi como ataba a una camilla sus muñecas y sus tobillos. Ella seguía inconsciente. Luego el hombre la amordazó, procediendo a buscar unas herramientas de cirugía. Sabía lo que iba a hacerle pues soy médico y hago autopsias. Aunque yo bien sabía que él no era médico: sin duda, era un contrabandista de órganos. Lo supe por su actitud clandestina y el reservorio de material humano que mantenía en las repisas.

Inmediatamente se dispuso a acabar con ella. Sin embargo la muchacha comenzó a despertar. Casi, en el acto, comprendió lo que estaba sucediendo. Mejor dicho, lo que "le" estaba sucediendo: el individuo estaba preparando la cena y ella era su plato principal. Súbitamente se aterrorizó, sus movimientos lo reflejaron. Con toda su fuerza trataba de desprenderse de aquello que la mantenía encadenada a la mesa de torturas. Aquel miserable, verdadero hijo de Satán, disfrutaba del sufrimiento de la muchacha, gozando al ver tanto terror reflejado en los ojos de su víctima. La chica lloraba desesperadamente pues ya no tenía fuerzas, la bestia, satisfecho con lo que veía, continuó su placentera rutina. Las muñecas de aquella muchacha tenían múltiples heridas, la sangre comenzaba a brotar de ellas, podía oírse a lo lejos las amenazas que profería el criminal, asegurando todos los suplicios que le haría padecer. Uniendo el dicho al hecho tomó un trozo de vidrio y le cortó parte del labio y le dijo:

- Si sigues gritanto así, los dolores que te voy a hacer sufrir serán mil veces más horribles que éste simple tajo.

No aguantaba ver aquella escena. Me encontraba en shock por lo que mi mente y mi cuerpo se paralizaron por completo. No podía mirar lo que sucedía pero tampoco podía dejar de hacerlo. Quería correr a pedir auxilio y mis piernas no me respondían. Una fuerza superior tenía tomada mi cabeza y me
mantenía con los ojos abiertos. Inmóvil con terror fui obligado a ver la tortura...

El monstruo, simplemente, levantó la blusa blanca que cubría a la muchacha y, cortando lentamente y con prolijidad la carne a la altura del estómago, extendiendo la incisión de lado a lado, retiró del cuerpo algunos órganos.

Luego de terminar con aquel festín de sangre, tomó una aguja e hilo y cosió a medias el cuerpo de la pobre chica. Bajo sus labios todavía quedaban restos de sangre.

Al volver la blusa a su lugar, cubriendo su estomago, esta tomó un color rojo intenso a la altura de su herida, y al desatarla, bajo las mangas de su chaqueta podían notarse las marcas causadas por las ataduras al momento en el cual ella forcejeaba inútilmente, luchando por su vida. Él la cargó llevando el cuerpo a lo que, creo, sería el jardín o, más bien, ¨cementerio¨ de sus pobres víctimas. El hombre, sin cuidado alguno, lanzó el cuerpo de la joven a un agujero que había hecho en la tierra y así, tomando una pala, la enterró.

Sentía mi cuerpo temblar. En ese momento no supe que hacer. Simplemente me fui lo más rápido posible. Nunca olvidé aquel día, y creo que nunca lo haré, pues, ella siempre me lo recordará. ¿Cómo? simple, ella no nos ha dejado, sigue entre nosotros sólo que ya no está viva, podría decirse que es un..."alma en pena" supongo. ¿Cómo verla? solo hay que ser lo suficientemente atento y animarse a mirar en las zonas más tenebrosas de la ciudad, y allí, seguramente, la encontrarás. Sin embargo, no te aconsejo buscarla, el dolor y la venganza inhibieron su alma, provocando que mate a cualquiera que intente meterse en su camino, o atacarla. Pero no te preocupes, ella está acostumbrada a matar criminales como el que la mató a ella, y si tu eres uno... me temo, mi amigo, que tu fin está escrito en piedra pues no dudes que Lucy Black ira por ti, tarde o temprano, susurrándote con su voz quebradiza y apagada "don't worry, close your eyes and count to three" pero si te susurra "I don't give second chances" es porque te está concediendo la oportunidad de irte pero... que tarde o temprano volverá por ti.

LUCY BLACK×EYELES JACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora