Me pesan más las ausencias. Más que los kilos,más que las miradas. Papá. Simón. Están vivos. Creo. De Simón sé, de papá no. Pero ponele. Ninguno de los dos quiere saber nada de mí. Teniendo la posibilidad de tenerme en sus vidas, los dos eligen que mejor no. Estuve pensando este ultimo año, desde el día en que deje de escribir, si las ausencias no me habrán vuelto invisible. Lo era. Deje de serlo. Lo volví a ser hasta hoy. Tal vez me dolió tanto que se fueran que en algún momento quise que no me vieran más. Desaparecer. Como si la ausencia me fuera comiendo a mí. Como si sus miradas me dibujaran. Y si no estaban ellos, papá, Simón, yo tampoco.
Pero sus miradas son solo eso; sus miradas. Y puede que la mirada de los demás nos dibuje,sí,pero no es todo. Ni se parece a todo. Me quedé sin palabras para escribir cuando Simón se borró. Me dejó de ver. No quiso verme más.
A veces imagino que aparece alguien que puede verme. A mí. A través de todo y entre todas. Lo imaginé tango que ayer delante del espejo me vi. Y me dibujé con la mirada.
Con un acto mínimo y masivo recupere las palabras para escribir. Me volví presente otra vez. Y acá estoy, mi corazón en crudo, latiendo.🎻🎻
Listo. Ya está.
Me lo corté. De una. Salía de bañarme. Limpié el espejo empañado con la toalla con la que me acababa de secar y me vi con el pelo corto. De un lado y del otro estábamos las dos tratando de ser una. Parada desnuda delante del espejo con el pelo largo hasta la cintura, no pude contenerme. Agarré la tijera del botiquín, deslicé la mitad del pelo sobre el pecho y corté a la altura del hombro. Me vi la piel pálida, los lunares, el rojizo de mi pelo entre los dedos. Lo dejé en la bacha. Me miré al espejo, repetí los mismos movimientos del lado izquierdo. Y volví al derecho, corté debajo de la oreja. Me vi los ojos. Encendidos. Del izquierdo, lo mismo. Sentí que me había dibujado. O algo así.
"Completamente loca", alcanzó a murmurar mamá después de descubrirlo. Se tapó la boca con las manos, sacudia la cabeza. Y agregó: "Vas a tener que ir igual a la peluquería". Como si hubiera querido evitar el gasto.
-A mí me gusta- me dijo Aitana
Y eso sonó a desafío. Mamá la fulminó con la mirada. Por un momento escuché mi cabeza lo que mamá se contenía decir, "por lo menos tenias un pelo divino, ahora se te van a notar todavía más los kilos que tendrías que bajar". No decía nada pero su mirada fue glacial. Ahora entiendo de dónde sacamos la mirada de hielo Aitana y yo.
Y cuando pudo, me preguntó:
-¿Era necesario?
-Necesario para mí era- le contesté y esa fue mi mayor osadía, más que cortarme el pelo.No había nada más que decir. Esto que hice es mínimo y masivo y vengo pensando en esto de hacer porque él no hace parece que lo prendí y me lo tatué en algún lado. Así que me lo corte y listo. Por eso me dieron ganas de escribir. Y porque mamá me miró Y así pensó de todo porque, le pertenezco, claro, y todo mi ser le pertenece y cualquier decisión que tiene que ver con algo mío Parece que tengo que conversarla previamente con ella como si alguna vez estuviera en casa como para que esto fuera posible como se habláramos. Bueno, sí, hablamos lo básico,lo necesario para la supervivencia cotidiana,nada profundo nada importe, nada real.
Y mi osadía fue cortarme el pelo y no pedirle permiso. Como si estuviera pensando en ella en ese momento. Sí, pensé. Pensé que no me importaba nada de lo que dijera o lo que dijeran los demás. Que me importa, Sí, pero en ese momento no me importaba y cortarme el pelo fue cómo volver ese instante permanente.
A n i m a r m eEn el segundo después caer, y pensar:"¿Y ahora qué? ¿Me queda bien?". Voy a tener que ir a la peluquería, porque sí, es corto pero no un corte. Y pensar, recién ahí, todo lo que podía llegar a decirme mamá cuando me viera. Hasta me costó bajar, me quedé atrincherada, pelo corto, en el cuarto.
Igual creo que lo que más le sorprendió fue que yo le contesté. Yo no contestó. Todavía debe estar queriendo descifrar Qué le pasa a su hija que se corta el pelo y le contesta, todo en un solo día. Que no me hayas podido ver venir es lo que más le debe enloquecer. Mi pequeña, naciente independencia.
Está la que se corta el pelo de repente y contesta también soy yo. Esta se parece más que a mí que cualquier otra.
Bienvenida Rafaela Rivera.
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Intermitente Rafaela
Teen FictionEsta Historia es la continuación de Rafaela de Mariana Furiasse.