I; give you what you like.

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Sus ojos oscuros brillaban con intensidad bajo sus tupidas pestañas, su sonrisa sin gracia dirigida hacia mi mientras sus brazos lentamente se abrazaban a mi cuello.

Mis manos se aferraron a sus huesudas caderas, picando por despojarlo de toda estorbosa pieza de ropa y descubrir qué tanto se escondía debajo.

—¿Cuál era tu nombre? —pregunté en voz baja, retrocediendo hasta topar con la gran cama de la habitación de hotel.

—Luhan —salió cómo un susurro cuando sus labios rozaron los míos, una sonrisa juguetona haciendo acto de presencia—. ¿Y el tuyo?

No sé por qué, pero tragué duro cuando me vi sentado y con el chico a horcajadas sobre mi regazo.

—Sehun.

Y volví a sentirlo.

Sus suaves labios se acoplaron a los míos en un beso hambriento, intensificando el limitado contacto cuando, lentamente, comenzó a desabotonar los botones de mi camisa, sin perder la oportunidad de tocar algún trozo de mi piel en el proceso.

Pensaba en contenerme con él, ya que se veía demasiado delicado para ser un hombre, pero la parte más oscura de mi ser proclamaba que actuara por mis impulsos y bebiera hasta la última gota de su cuerpo.

Para cómo estaba actuando, claramente podría apostar a que no era su primera vez con un desconocido. Sus manos estaban resultando ser bastante expertas mientras jugaban con el cierre de mi pantalón, su lengua acoplándose con la mía de una manera que me dejaban con ganas de mucho más y, por sobre todo, los nulos estremecimientos de su cuerpo cada vez que tocaba alguna zona erógena, tal y como si estuviese acostumbrado a ello.

Y eso que no parecía superar los veinte años.

Sin nada de tacto le fui desnudando, quedando desconcertado cuando un cuerpo demasiado delgado estuvo expuesto, pálida piel abrazando los huesos de sus clavículas, costillas y caderas.

—Hey. —intenté separarme de su boca, queriendo preguntar qué mierda, pero él entonces comenzó a frotar su entrada contra mi erección.

—Mientras ambos lo disfrutemos da igual todo. —susurró, después atrapando entre sus dientes mi labio inferior.

Le resté importancia y volví a centrarme en lo que estábamos haciendo, una inexplicable rabia apoderándose de cada célula de mi cuerpo. Era un hecho que aborrecía las mierdas de anoréxicos y éste chico claramente era uno de esos, pero me tenía tan prendado de sus toques y después de todo necesitaba una buena follada.

A fin de cuentas, ésta noche sería la primera y última que lo vería.













Crucé los brazos por detrás de mi cabeza y observé sin expresión al muchacho fumar inclinado en la ventana de la habitación. Eran las seis de la mañana y toda la lujuria se había agotado en interminables sesiones de sexo donde él me dejó más que claro que no era un principiante en la materia.

Algo despertaba mi curiosidad y no era precisamente lo delgado que lucía, sino más bien aquella peculiar sensación que sus ojos me transmitían.

—¿Deseas morir a temprana edad? —pregunté, captando su atención.

—Quizás —sonrió antes de dar una calada más al cigarro, en ningún momento apartando su mirada de la mía—. Algún día todos moriremos. ¿Por qué no anticipar lo inevitable?

Me sorprendió, pero no lo demostré.

—¿Qué edad tienes?

Rió, rió de una forma tan amarga que una pequeña parte de mí quiso saber el por qué.

—¿Acaso importa?

—La verdad no —me encogí de hombros, volviendo mi mirada hacia el techo—, no es como si esto se volviese a repetir.

—Mh.

Sentí sus pasos por la habitación y volví a mirarle, estaba recogiendo sus cosas y acabando de vestirse, sin siquiera devolverme la mirada o algo.

—¿Te vas?

No respondió, parecía tan ajeno a mi presencia que el hecho de que siquiera estaba afectado por la intensa noche que acabábamos de tener me irritó.

¿Cómo un chico como él puede ser tan imperturbable?

Recogió el móvil que yacía en el suelo y lo guardó en la parte trasera de su pantalón, listo para caminar la distancia restante hasta la puerta y desaparecer de mi vista, dejándome como a uno más.

El orgullo me obligó a hablar.

—Volvamos a vernos.

Y se detuvo, dándome la espalda por algunos segundos, sumidos en el silencio sepulcral de la habitación.

Del otro lado de la ventana, el cielo comenzaba a aclarar y el canto de los pájaros era casi imperceptible. Cuando Luhan volteó a mirarme, pude jurar que la poca luz que entraba de la ventana me jugó una mala pasada, ya que en ese momento sus ojos mostraban un intenso brillo.

—¿Eh?

No estaba seguro, pero se veía diferente, se veía más humano.

Sonreí.

—Tú me darás lo que quiero y yo te daré lo que te gusta.

Fue entonces que me percaté de que no era un efecto de la luz, sino que sus ojos realmente brillaban, como si detrás de toda esa fachada se encontrara un pequeño ingenuo finalmente encontrando lo que llevaba buscando.

Me levanté de la cama, sin preocupar de cubrir mi desnudez o algo y me paré frente a él, tomando delicadamente su mentón para acercarlo hasta mí.

—Mientras ambos lo disfrutemos da igual todo, ¿No?

Mantuve mi sonrisa, sabiendo que él no podía pillar la intención detrás de todo aquello.

No encontraba respuesta a esa necesidad de querer matar el brillo de sus ahora avellanados ojos, de que la mirada que tenía minutos atrás volviese y permaneciera para siempre.

Esto será muy interesante.

Deep breath ✦ hunhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora