Capítulo 31

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Nash

No había querido que ella se enterara de esto, no quería preocuparla con mis problemas, menos el dia de su cita con su novio, prefeeía contarselo al día siguiente, sabía que era de plena confianza. Entonces a primera hora se lo contaría, no quería empezar nuestra amistad con mentiras. Tampoco arruinar algo que no había tenido nunca.

Todo aquello era complicado, ese problema sólo lo sabía yo y los señores McBlue, nadie más, y mi madre por supuesto, ya que se trataba de ella, no deseaba que alguien sufriera por mi culpa, si no hubiese tenido que viajar a Chicago, no tendría que haber metido a tanta gente en mis problemas, aunque no me arrepiento, pero... los señores McBlue estaban atentos de mi a cada momento, y no me imaginaba si ___ supiera de todo lo que estaba sucediendo, ella era tan cariñosa, y no dudaría en estar todo el tiempo que pudiera conmigo para darme compañia, y que decir de Justin, el era como mi hermano también.

Me decidí en darme una ducha, y así relajarme un poco, preparé mi ropa, unos jeans ajustados desde la rodilla a los tobillos, una camiseta blanca básica, la típica sudadera de OBEY y unos zapatos de adidas neo.

Prendí la camilla y dejé unos minutos para que se calentara el agua, me quité la ropa y entré debajo de la 'lluvia artificial' como así le dicen. Mi pelo mojado tapaba mis ojos, quizá debía contármelo, o quizá no, si me lo peinab hacia arriba o hacia un lado se solucionaba, que más daba mi pelo. Salí de la ducha y me sequé bien, me pude la toalla alrededor de mi cintura y salí.

Me vestí y me dejé caer encima de mi cama, miré al techo durante unos segundos, mi mente estaba en blanco, lo que necesitaba, eso era relajante, solo en la casa, en silencio. Es perfe... Mierda, ese estúpido sonido, maldito teléfono, tenía que joderme mi momento de felicidad eterna. Bueno, tranquilo Nash, contesta joder.

- ¿Diga? -Pregunté intentando esconder mi rabia.

- Nash Grier? -Contestaron desde el otro lado.

- El mismo. -Dije con ironía.

- Es... es sobre su madre. -Me dijeron lentamente, no por favor.

- ¿E... esta bien? DIGAME JODER. -Grité exaltado.

-No se altere por favor...este... ella... hemos hecho lo posible. -Me decía la mujer de la otra línea, con un gean nudo en la garganta.

- A QUE COÑO SE REFIERE. -Me dirijí hacia ella, no quería admitir nada hasta que no me lo dijeran.

- Su madre ha fallecido hace unos minutos, no hemos conseguido reanimarla, lo siento. -No contesté - Srto.Grier? -

Tiré el telefono hacia la pared, que se rompió en pedazos lo pateé y lo pisé hasta que ya no daba más luz, gritava y apretaba mi mandíbula fuertemente, mierda, mierda MIERDA! Joder por que a mi, por que a ella, puto cancer, tenía ganas de morirme en ese mismo momento, la única, la UNICA persona que había sabido valorarme de verdad durante toda mi vida habí muerto.

Corrí hacia la salida, cerré la puerta fuertemente y corrí hacia ninguna parte llorando, total, que importaba la vida ya, me dijeron que la iban a cuidar, y que no la dejarían morir, en esta puta sociedad no se puede confiar en nadie, ni en tu sombra, quien sabe si le entregas tu vida a alguien y de ella juegan a patearla. Odiaba todo.

Me senté en el borde de la acera, las calles estaban vacias, no me extraña, con el frío que hacía, estaba a punto de llover y ya casi eran las doce. Mejor, a si no hacía el ridículo ante gente a la que no le importaba. Sollocé un par de veces y susurraba el nombre de mi madre, esto duele, sobre todo estar lejos de ella, y no poder haberme despedido antes.

Entre sollozos oía gritos de ayuda, me callé durante un momento con el dolor en la garganta y miré hacia todos lados, venía de una esquina en un callejón, nadie podía escuchar nada, ya que caía, estaba en una de las calles algo pobres y vulgares de Chicago, donde había mas prostitución y consumo de drogas. Corrí y me asomé por la pared, una chica de mas o menos diecisiete años, con un vestido blanco y roto, descalza y acorralada por tres hombres borrachos, sin pensarlo, les golpeé a los tres en la cabeza con un trozo de madera que tomé del suelo.

Los hombres habían caído al suelo pero se lebantaron dispuestos a pegarme con mirada de furia, sus ojos inyectados en sangre no me daban miedo, yo era mas fuerte, ellos estavan drogados y tomados, eran mas débiles. Les pateé e intentaron pegarme, los esquivé, pero seran más, uno había conseguido golpearme en la boca, senría el liquido recorrer mi mentón, caí al suelo pero conseguí patearles otra vez, y fuero corriendo sin razón.

La chica se limitaba a estar sentada llorando, tenía el pelo alborotado, los hombrespor suerte no llegaron a hacerle nada, seguro la habían maltratado antes de que ellos pudieran. Me acerqué algo adolorido y gimiendo, ¿me había golpeado tan fuerte? Me senté a su lado dejando que la sangre me manchara la cara, la miré y a pesar de que teía la cara manchada, la veía hermosa, débil, quizá no estaba destinado a cuidar solo a una persona.

La chica respiraba entrecortadamente, eso pasa siempre que dejas de llorar, tienes poca respiración, escondía su cabeza entre sus rodillas y su pelo encrespado tapaba todo su rostro.

- Hey -intenté hablar, pero me salía más como un gemido. -tranquila, ya nadie te hará nada malo. -Susurré y dirigió su mirada a mí, con la poca luz que había, conseguí ver algo de su rostro con detalles, tenía un pequeño moratón debajo del ojo izquierdo y otro aún mas grande en la mejilla derecha, sus ojos eran grises, y sus labios eran los únicos que habían sobrevivido.

Recapacité por la situación y la ayudé a levantarse, aunque yo era el que necesita la ayuda. Le susurré que todo iba a estar bien y le dediqué una de las mejores sonrisas que podría dar en aquellos momentos, dense cuenta de que mi madre aún seguía sin vida.

- Ven conmigo, estarás a salvo. -Dije y ella dudaba, aunque cuando la tomé de la mano y caminé ella me siguió sin reprochar, aún tenía miedo, no me extraña.

La Bella Durmiente (Austin Mahone) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora