Tre.

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Corría a toda velocidad, sentía mis talones rozar la grava, mientras las piedras golpeaban mis piernas.

No tengo remedio, desearía poder olvidar las cosas fácilmente, pero esa chica me ha detenido y cada vez que tornaba mi cabeza, seguía observándome a los lejos.

¿Qué rayos?

La sencillez de la escena era espeluznante, Alba corría al mismo ritmo que yo, tropezaba de vez en cuando y tomaba ventaja de su absurda forma de andar. Torpe y cansada.

Jadeamos al unísono al mismo tiempo en que el sol agita nuestras cabezas y el corazón nos revienta en el pecho.

Quiero detenerme, pero el autobús comienza a expulsar el asqueroso y putrefacto humo desde su escape. La gente nos mira extrañados de la cómica aptitud que decidimos tomar hace unos 2 minutos atrás (o tal vez por las faldas de metro y medio que llevamos puestas).

― ¡Willowby! ¡Se nos va!― simplemente fuera de lugar. Mis escasas pertenencias se resbalan de mis desnutridos brazos y hago un último esfuerzo en poner la última gota de energía en mis piernas paludientas.

Vaya, qué buen ambiente, pensé. Me hundo, fúnebre y rápido, pero un grito ahogado de mi compañera me hace saltar de repente, y me detengo como puedo antes de ser arrollada por el camión monstruo.

Reacciono al momento y los espectadores abren los ojos tanto como pueden. Es gracioso, pueden estar presenciado un asesinato en todo su esplendor y podría apostar a que no se acercarían, para nada, en ninguna circunstancia.

Se me escapaba el aire de los pulmones, inhalo fuerte y el polvo juega en mi garganta y... ¡a la mierda! No me pudo haber ido peor.

― ¡Idiota sin vergüenza!― Le grito, intensa ante mis tonterías.

Alba se acerca a mí.

― ¿Estás bien? Casi mueres ahí― sé que quiere reírse, la miro una milésima de segundo.

― De acuerdo, lo bueno es que no te lastimaste― imita mi voz, — sí Alba, muchas gracias por preocuparte, eres una chica increíble.

La verdad es que fue mi culpa, debo seriamente dejar de pensar demasiado en ciertos lugares y situaciones. La próxima ni los Ángeles favoritos de Dios me harán el favor. Escupo la tierra acumulada en mi boca e intento pensar en una solución para salir de aquí y llegar al campamento.

― El autobús se fue, no creo que el segundo regrese rápido.

― Ya sé, estoy pensando.

Medito en silencio mientras hago círculos con los pies.

― ¿Terminaste?

― No.

― ¿Terminaste?

― No, esto toma tiempo— mascullo con fastidio.

― Hey, ¿hey? ¿Willowby? ¿Ya?— Me susurra, le ignoro.

― Willowby se hace tarde, ¡apresúrate!

Boom.

― ¡Jesucristo, deja de presionarme! ¡Hago lo mejor que puedo y tu presencia no me ayuda en nada! ¡Hazle un favor al mundo y entierra la cabeza en un agujero! Y deja de molestarme, ¿quieres?

Está atónita. Creo que en todo el camino no había sido tan borde con ella, hasta ahora. Suspira y se aleja de mí, toma asiento en las gradas y procedo a buscar una solución.

Pero nada. Nada de nada. Usualmente sé qué hacer, yo sé cómo salir de problemas, pero esta es la excepción. Bueno, desde un lado positivo, hoy es día de las primeras veces.

Intento reírme de mí misma, pero la ansiedad me sube a todo lo que da y me siento quebrar. Estamos en un lugar desconocido perdiendo la noción del tiempo jugueteando por ahí. ¿Qué me pasa? No estoy segura de ser capaz de pedir un aventón. No quiero llegar a los extremos.

Después de un rato de analizar las opciones me acerco a Alba, la cual juega con los hilos de su falda con notorio nerviosismo. Se percata de mi existencia pero decido dejar mi lado severo por breves momentos y consigo soltar al espacio un suspiro rendido. Estoy siendo honesta, pero simplemente no le encuentro respuesta a éste lío. Divago entre cómo explicarle que estoy vacía, seca, sin ideas.

― No sabes qué hacer, ¿cierto?— Me cuestiona con desilusión. Evado su pregunta y decido que retractar mis palabras del pasado era mejor.

― Lamento haberte dicho esas cosas, que eras molesta— se me extinguen los pensamientos, ellos están tan agotados como yo.

No sabe ni cómo verme, pues sus ojos llorosos se lo impiden. Y fue ahí, la primera vez en años, que me he sentido culpable por ser cómo soy. Me faltaba el aire, yo era la causa de esas lágrimas. Es tonto, quiero decir, tengo sentimientos, pero no lloro con la verdad. Otro error en éste mundo. Nos falta comunicación.

― Sabía que eras mala, pero no tanto.

Y me ha dejado boquiabierta. ¿Qué acaba de decir?

«Sabía que eras mala».

Y cabe la posibilidad de que siempre haya sido así. Estaba consciente de eso, y sé que no soy la mejor persona del mundo, pero tirarme de borde y cruel era demasiado.

― De repente la verdad no es tan lúcida y transparente cómo creías, ¿o sí, Willowby?

Perdí la noción del tiempo, no podía comprender. Estoy aferrada a sus palabras. No supe qué decir. Su tono fue como nunca, era una faceta suya que jamás vi. Estaba molesta, con los ojos rojos, mirándome desde abajo.

Por unos efímeros segundos sentí lo que es el resentimiento real. En el círculo nunca tuve amigas y Alba era lo más cercano que tenía a una. Admitirlo costaba, pero dolió.

― Dije que no era mi intención, yo...

― ¿Tú qué, Willowby? ¿Tú, qué?

Ahora yo quería llorar. ¡Es increíble! Apenas la conocía y me doy el atrevimiento de sentirme inferior por su humilde opinión. Eres mejor que eso, Willowby. Puedo dar más.

― Yo sólo intentaba ser amable.

― Oh disculpa, ¿seguimos hablando de ti? Tú jamás has sido amable con nadie. Contaminas y desprecias a los demás sólo porque nosotros sí queremos ser felices, cuando en verdad sentimos lástima por ti. En tu cabeza estamos rebajados a basura. Te he visto, Willowby, te he visto. Sin amigos, sin nadie en quién confiar. Tu madre siempre nos ruega, nos besa los pies con tal de que te dirijamos la palabra. Pero no querida, ya no más— y lo sentí venir. La cabeza me daba vueltas, no sabía a dónde mirar. ¿Acaso son lágrimas en mi rostro?

― Me has tratado como estúpida-inadaptada en todo el camino, en todo el día. Pero déjame explicarte algo, yo no soy nadie para soportarte. El mundo no está hecho para ti y nunca lo estará. Dios salve a cualquiera que intente acercarse a ti. Claro, sí es que se los permites.

Se levanta de la grada y huye, no sin antes azotar su hombro contra el mío.

Esperé a que se alejara y sin darle mucha importancia a mi alrededor, me dejo llevar por el momento, lo suficiente como para soltar esa carga en mis hombros.

¿Alguna vez probaste lo amargo de una verdad?

¿Puedes sentir como la lava caliente sale de su boca y se arrastra hacia ti, subiendo por tus piernas, tu pecho, tus hombros?

Cierras los ojos y profundizas el sentimiento, suplicas que se vaya, pero persiste. Es una sensación tan intensa; llevo cargándola en mi espalda desde hace años.

Amigos, es empatía. Empatía de la que mata.

☆゚.*・。゚

Hola y buenas las tengan.

He vuelto, finalmente a seguir con la historia que (hace siglos) había dejado atrás. Ésta vez vengo con más energías y más ideas, por supuesto c;

Estoy de vacaciones y tendré el tiempo suficiente para dar lo mejor de mí a esta historia. Es hora de seguir.

Nos leemos.

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2018 ⏰

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