Catboy

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Damian

Busqué mi celular para llamar a Natalia. Hace una semana despertó en la madrugada llorando...algo que casi nunca veo de ella. Regresé a la mansión encontrándome con Alfred.

-¿Y mi hermana?-espeté serio.

-La vi subir al techo de la casa, joven Damian.

Revisé el techo hasta verla sentada, su cabello castaño despeinado, me acerqué sentándome a su lado.

- Ocurre algo contigo.- dije tranquilo

-No es nada.- respondió

- Si no fuera nada no estuvieras aquí.

- Hace una semana...inesperadamente llegó un recuerdo o más bien una pesadilla.

- Te escucho...- me acerqué a ella, lentamente puse mi brazo alrededor de su hombro.

- Estaré merodeando la ciudad.- cambió el tema mientras se ponía la máscara de batichica.

- Iré con los titanes y luego con...Super-idiota.- reí un poco para usar la nave de mi hermana y ella el batimoto.- Oh y hablaremos luego sobre el tema.

Natalia

Nada que hacer en una ciudad durante el día. Parecía que nada iba a suceder así que tomé la moto para irme, no tan lejos escucho la alarma del banco más grande de la ciudad. Revisé mis katanas si tienen filo y salí hacia el banco en busca de algo con que desahogarme un poco.

   Una vez adentro solo había un chico más o menos de mí edad...creo. Parecía que tenía traje de un gato, cabello castaño y no parece ser un novato.

-Muy bien,gato tonto devuelve todo.- ordené.

- Uy, mira como tiemblo.- fingía estar asustado.

Comenzamos con nuestra pelea, sus talentos al combate son buenos y muy familiares. Cuando por fi tuve la victoria usé mi katana para enterrarlo en su pierna.

-¡ Es una broma!.- se quejó.- Siempre la maldita pierna.

Devolví la bolsa al banco, lo amarré firme, emprendí mi camino para llevarlo personalmente a prisión.

-Oye,Oye, bájame...fue intento de robo.- lo ignoré.- No pueden llevarme a prisión así por que si.

-¡ Cállate, gato estúpido.!- dije harta

Estacioné la moto lejos de la prisión, me bajé y tomé al gato parlante y arrastrarlo lentamente a la puerta de entrada a la prisión.

- Déjame contarte un cuento que se te haga familiar.- habló el chico de cabello castaño.- Una vez había una niña que lloraba en el baño de hombres, tenía sangre en sus piernas y no se movía hasta que su abuelo llegó, ella se quedó callada y el abuelo pensó que solo se calló y se lastimó.

-Y no fue eso...la niña lloraba porqué fue abusada.- lo agarré fuertemente.- Quién eres y cómo sabes esa- - Su dedo rápidamente lo puso en mis labios haciendo que me calle.

- Eres Inteligente...ya sabrás cuando el momento diga, ojitos brillantes.- no me percaté de que ya había escapado de las sogas que tenía puesta.

- No me digas así, gato estúpido.- Estuve a punto de golpearlo.

-Tal vez nos volvamos a ver, ojitos brillantes.- dijo para luego trepar hacia un árbol. - Quizás cuando menos te lo esperes...oh, gracias por no meterme a prisión.- rió mientras huyó.

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