Yuuri acababa de arribar a la estación de trenes de Hasetsu, su hogar.
Bajó con cuidado, arrastrando su maleta con una mano mientras que con la otra abrazan el portapañuelos en forma de perro caniche que Viktor le habia regalado.
Viktor.
En solo pensar en su nombre ya le hací llenar sus ojos de lágrimas.
Seguía sin entender que fue lo que ocurrió. Que hizo mal?
Según recuerda su vida en Rusia junto con su prometido era de maravilla.
Vivían junto, patinaban juntos, daban largas caminatas junto a Makkachin juntos, cuidaban a su bebé Yurio juntos y hacían... Eso casi todas las noches (o en cualquier oportunidad en la que el ruso lo tomaba desprevenido)
Pero, un día, de la nada, todo comenzó a cambiar.
Se había despertado como siempre pero con la única diferencia de que Viktor no estaba a su lado. Solo estaba Makkachin quien estaba durmiendo panza arriba.
Se levantó con cuidado de no despertarlo, se cambio y bajo a la sala esperando encontrarse con el ruso pero no. No estaba en la sala de su casa.
Buscó por todos los rincones de la casa pero no lo encontró. Ni siquiera un nota donde dijera a donde se había ido.
-Que raro- murmuró pensando que, por lo despistado que solía ser el peliplata, se le habría olvidado.
No le dio mucha importancia y siguió con la suyo.
Como era su dia libre decidió quedarse en casa mientras disfrutaba de la compañía del can.
A altas horas de la noche, la puerta principal se abrió. Viktor había llegado (por fin) a casa.
Yuuri se levantó del sofá mientras que makkachin corria hací la entrada para recibir a su humano.
Con una sonrisa, Yuuri saludo a Viktor. Este último solo lo miró por unos instantes antes de decir:
-Yuuri... No quiero seguir contigo. Terminamos.
Y con esas palabras la vida de Yuuri se desmoronó.
No importó cuantas veces le suplicara que no lo dejara. Ni tampoco importó todas las veces en que le preguntaba el porque de su decisión. Pero nada, Viktor no le habia dicho nada.
Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que estaba afuera de la estación.
Solamente lo hizo cuando vio a lo lejos a Minako-Sensei, la cúal lo estaba esperando recargada contra una columna.
-Yuuri!- gritó ella para llamar la atención del recién llegado.
El pelinegro se acercó a donde estaba su antigua profesora de Ballet.
Cuando estuvo a escasos metros de ella, la saludo.
-Minako-Sensei... Tanto tiempo...
-Si... bienvenido- dijo ella.
Ninguno de los dos volvió a decir algo durante todo el camino a casa.
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Cuando llegaron a Yu-Topia, Yuuri se quedó contemplando el lugar.
Habia pasado un tiempo desde que había vuelto.
-"No vine aquí desde que Viktor y... "- pensaba Yuuri hasta su recordó todo lo sucedido con los patinadores cuando vinieron a Hasetsu, invitados por el ruso peliplata.
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Yuuri y Eros
FantasyViktor ha dejado a Yuuri sin razón aparente. Abatido, el joven nipón vuelve a su casa en Hasetsu. Cuando llega su familia lo acepta con los brazos abiertos y le brinda toda la ayuda que necesita. En eso, ellos le dicen que ha llegado un extranjero e...