Capítulo 01

7 1 0
                                    

Todas queremos a ese hombre grande con músculos trabajados, ojos color zafiro y cabello rubio, un clásico príncipe; pero mi chico es totalmente opuesto: delgado, sin esos pectorales o brazos de chico de gimnasio, cabello castaño oscuro, con estatura 180cm aproximadamente (yo mido 23 cm menos) pero siempre tan simpático, guapo y amable.

Caminaba rumbo a mi casa un jueves del mes de Abril, con la mirada clavada al piso pensando en cualquier estupidez cuando sentí unas manos grandes en mi brazo derecho obligandome a detenerme en seco.

-¡Carlos!- exclamé mirandolo directamente al rostro.

-¿Te acompaño? Está oscureciendo y no quiero que te pase algo en el camino.

-Gracias, en serio. Solo estoy a unos 100 metros, no pasa nada-. Desvié la mirada rapidamente, algo llamó mi atención.

-¿Quién es él?- solté de repente.

-¿El chico de la playera negra? Es mi primo-.

Tomó mi mano sin preguntar y me llevó hasta donde se encontraba su primo, ya quería saber su nombre.

-¡Edgar! -aun no llegabamos cuando lo llamó- es mi amiga, Stephanie-. Chocaron nuestras miradas, permitiendome contemplar la profundidad en sus ojos pero sin alcanzar a distinguir su color debido a la oscuridad que regalaba la noche.
Me sentía chiquita, diminuta.

-Hola, eres preciosa-.

¡Nooo! Ahora mi yo interno da saltitos y da unos grititos que me dejará sorda.
Con esa voz de Antonio Banderas que hizo que mis mejillas inmediatamente tomaran un color rojo intenso y mi voz...¿mi voz? ¿A dónde demonios se fue? No es momento de tomar paseos. Pensaba en algo coherente para decir cuando Carlos me sacudió para que reaccionara.

-Hola, puedes llamarme Fany-.

-Mucho gusto, Fany. -me estrechó su mano- ¿Hacía donde caminabas?-

- A mi casa, solo estoy a unos metros. Me dió gusto, tengo que irme, disculpa-.

-El gusto fué todo mio, espero encontrarte pronto-.

Doy la vuelta dispuesta a tomar mi camino de nuevo y guiñandole un ojo a Carlos, haciendo que mis labios se movieran y formaran un "gracias".

Iza me da unas palmadas algo duras sobre mi espalda. -Reacciona tonta, camina. Te quedaste como mensa parada y mirando a la nada ¿Estas bien?-. Pestañeo repetidas veces para volver a la tierra. Solo había recordado el dia en que lo conocí, hace seis años.

.

Tarde lluviosa perfecta para estar juntos, tirados en el sofá viendo peliculas de terror con un bowl de palomitas en nuestras piernas; pero me encuentro sola, con estas malditas ganas de tirar lágrimas por todos lados y gritar hasta que de mi garganta no salga ningún sonido. Pensé en salir a caminar y tomar aire para distraerme de estos sentimientos que son dificiles de entender incluso para mi. Estoy dispuesta a salir, pero escucho un estruendo acompañado de una luz azulada que alumbra toda la calle solitaria. No importandome y con un pie fuera de mi casa, empiezan a caer bolitas de hielo. Mala suerte. Entro de nuevo a casa. Ahora solo pienso en como sería si él estuviera aqui.

Hace un mes que terminé mi relacion de poco más de 5 años, no se si alguno de ustedes entienda lo difícil que es, me he llegado a sentir que el mundo no me merece. Recuerdo que cuando era una niña pensaba en como las personas no podian solo olvidarse de una persona, como si fuera la única en la tierra, ¡Por favor, Solo busquen a alguien más! Es lo que pasaba por mi mente, aunque en estos momentos le de unas cachetadas a mi yo del pasado por andar pensando esas cosas.

Solo espero tener un buen dia hoy. Pensaba mientras salía de mi casa tomando camino hacia el trabajo.
Vistiendo un pantalón color negro que no me quedaba muy bien gracias a mis piernas que quedaron como patas de pollo y todo por la depresión... Bueno, no quiero hablar de eso, asi que continuo; mi pantalón flojo y mis piernas escurridas dentro, una blusa blanca en la que tambien nadaban mis limones y botas negras de trabajo, las unicas que me quedaban bien.

Estoy en la parada del autobus en pleno medio dia -bueno, casi- con el sol vaciando todo su calor en mi, como si quisiera hacerme pollo tostizado. Y dale con los pollos.

Llego al lugar, una tienda muy famosa en donde venden ropa, pero que a mi no me agradan para nada esas prendas; parece que las diseñé yo con las cortinas de mi abuelita, cuestan como si fueran a durar toda la vida, como si se lavaran solas. 

¡Señoras y señores! Soy cajera.
Ya lo sé, ya lo sé. No es el mejor trabajo del mundo -aunque tampoco el peor, por cierto, ningun trabajo es malo siempre y cuando sea honesto- ni el mejor pagado, ni con el que yo soñé. Pero es lo que encontré por ahora.

Que más quisiera yo estar enseñando Español en una escuela secundaria, aunque tengo en claro que no es nada fácil, pero tendria más vacaciones que aquí o que en cualquier otro trabajo, con un buen sueldo y lo mejor, amando mi trabajo. Asi ya no se escucha mal.

-¡Hola Fany! Hoy de qué quieres tu guiso, ¿Bisteck o pollo?-. Rosy, es la señora que nos vende el almuerzo.

-De pollo, por favor-.

- ¿Jugo o refresco para beber?-.

- No lo necesita, he traido una bebida para ella- una voz interrumpe, una voz desconocida -manzana, espero te guste-. No hay duda de que es un chico.

Sin ti mientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora