Capítulo 04

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Es casi medio día. Después de un desayuno, enciendo la tv en un canal cualquiera de todas formas no presto atención. Me pongo cómoda en el sillón, subo un pie al otro cruzándolos, y antes de tomar mi móvil, miro los labios rosados que recibí horas antes; siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo poniéndome los vellos de punta -y vaya que parezco changuito con todo el pelo que me cargo- desvío la mirada rápidamente y tomo el celular, deslizo mi dedo índice por la pantalla mientras lo sostengo con la otra mano, escribo el pin de desbloqueo 4842. Abre la pantalla y, es el mensaje que recibí antes. Paso varios minutos leyendo cada palabra varias veces ¿Qué es lo que pretende? Apenas trato de no pensar en él, de ser feliz, de amarme.


Estoy entretenida cuando alguien me toma por la espalda, me abraza y me voltea para recibirlo con un gran beso.

-Tu siempre tan hermosa-. Me dice al oído y yo solo sonrío. – Quiero que le avises a tu mamá que llegarás tarde hoy porque estarás conmigo-.

-Como diga, capitán- hago una señal con mi mano en la frente, así como hacen los militares. Se despide regalándome un gran beso. Me encanta tanto este hombre.

Son las 4 de la tarde, y no quiero dejar todo para el último momento, quiero estar preparada para cuando llegue Edgar, así que me dispongo a tomar un baño.

Giro la perilla del agua y espero unos dos minutos a que llegue el agua caliente... dos minutos ¿Tres? ¿Cinco? ¡Sólo quiero un baño caliente! Pero no debo seguir dejando que agua limpia se vaya por el drenaje, debo tomar mi baño con el agua helada. Ya saben cómo es esto, no me digan que nunca han tomado un baño como yo en estos momentos; primero las manos, un pie, el otro pie, y así con cada parte de nuestro cuerpo solo para "aclimatarnos" pero naa siempre sentimos esa sensación de que nos falta el aire. Decido rápido y casi sin pensarlo en meter todo mi cuerpo ¡Siento que muero! Jabón rápido aquí y allá y el enjuague más rápido de mi vida, y que digo del baño. Termina esta tortura.

Tomo unos pantalones negros de vestir ajustados, una blusa íntima negra y un saco casual azul marino; en mis pies coloco unos converse blancos. Amo estos zapatos, son tan cómodos. Mi outfit no es de tiendas zara o Liverpool, pero me siento muy cómoda en ello. Me maquillo sólo un poco para tapar las pequeñas manchitas de mi cara, esas que llaman pecas y que creo a mí no me favorecen.

Son casi las 7 pm y Edgar viene en camino, me lo dijo en un mensaje de texto y aunque hayan pasado tres horas desde que tomé mi baño exprés, me vestí y me maquillé, el tiempo se pasó volando; mujer al fin.

Escucho el rugir de la moto de Edgar, no dejo que llame a la puerta porque salgo antes de que lo haga. Lo recibo con un abrazo y un beso, como si no nos hubiéramos visto en semanas o meses.

-Vamos, espero hayas avisado a tu mamá-. ¡Cierto! Lo olvidé. No es novedad ya para mi olvidarme de cosas importantes. Le escribo un mensaje de texto rápidamente diciendo que estaré con Edgar y que llegaré algo tarde, aunque ya tengo 20 soy responsable con mi madre, pero no le llamo porque sé que me va a cuestionar. Me monto en la moto y abrazo a mi chico que está vistiendo una chamarra negra de rockero, unos jeans negros un poco ajustados y unos converse como los míos.

Recargo mi cabeza en su espalda no permitiendo al aire darme en la cara, es frío y duele un poco. No tengo idea a donde vamos, pero confío plenamente en él, es mi chico ¡Con él a donde sea! Yo sigo con los ojos cerrados y pegada a él como tal chinche cuando siento que se va deteniendo poco a poco, no lo suelto, ni me inmuto un poco.

-Buenas noches ¿habitación sencilla? -. Se escucha desde un teléfono y yo abro los ojos como si se me fueran a salir.

- Si por favor- contesta el chico al frente mío. Igual no me molesta el lugar a donde llegamos, al contrario.

- Habitación 212-.

-Gracias-.

Llegamos al lugar, bajo de la moto y me dispongo a entrar; nunca había estado en un lugar así, pero me gusta. Giro la perilla de la puerta y abro lentamente. Lo primero que se aparece en mi vista es una cama King size con las toallas enrolladas formando un corazón; un espejo del tamaño de toda la pared -eso no me lo esperaba- el cuarto está alfombrado de color gris y el baño, hermoso. Es agradable.

Sus manos rodean mi cintura y me levanta para depositar un beso en mis labios.

- ¿Sorprendida?

-Un poco. -

- ¿Solo un poco?

- Ok. Un mucho- sonrío y lo abrazo fuertemente.

Enciendo la Rockola y elijo una canción entre miles; Ángel by Elefante.

Me lanza a la cama de tal manera que no me lastimo, me cuida en todo momento, se posiciona arriba de mí y me empieza a besar lentamente mientras recorre su mano por mis muslos aun con los pantalones en mí. Tiro de su cabello diciéndole que me gusta lo que hace. Se pasa a mi cuello dejando besos mojados en él; uno, dos, tres. Toma el lóbulo de mi oreja y tira de él con tal suavidad, mientras yo me embriago con su olor y con el sentir en mi zona íntima. La misma canción de fondo repitiéndose nuevamente.

Me quita el saco, pero sin deshacerse de mi blusa, baja los tirantes de ésta para que mis pechos queden descubiertos, no lo impido. Vuelve a mi cuello, me olfatea, me besa, lo recorre hasta llegar a mis pechos, me encorvo acercándolos a él; los besa haciendo que le pida más.

Es mi turno. Lo tiro para que caiga a la cama conmigo y me pongo de rodillas. Deslizo su chamarra y la lanzo al piso, saco su playera para que quede expuesto a mí. Lo deseo. Comienzo besando su espalda suavemente, acariciando con mi nariz toda su piel frente a mí, me doy la vuelta y estamos frente a frente. Me toma sin pensarlo, con una mano en mi cuello y la otra en mi cintura, me tira a la cama y se posiciona nuevamente arriba de mi con su mano dentro de mi blusa tocando todo lo que este a su paso, acerca su miembro a mi zona, deseándolo cada vez más.

Me saca los pantalones junto con mi ropa interior, rápido ya me encuentro desnuda, y aunque soy un poco penosa en estos casos, ahora es lo menos que me puede pasar, estoy tan excitada que nadie me puede parar. En pocos segundos se encuentra desnudo frente a mí. Me toma para quedar de pie frente a él; me contempla sólo unos segundos sabiendo que estoy aquí para él, Solo de él. Me toca con tal ternura, suavidad, con tal deseo. Yo lo permito y al igual toco de mi chico toda su piel. Separa mis piernas solo un poco para entrar en mí y poco apoco lo puedo sentir, no despego mis ojos de los suyos, teniendo esa conexión, esos sentimientos que nunca quiero dejar de sentir por él mientras espero con ansias que toque fondo. Ahora somos uno mismo. Sale y entra despacio para no lastimarme, pero yo ruego que me de todo. Me hace suya una y otra vez.

Escucho voces de niños haciendo que abra mis ojos de golpe. Llevo mis manos a mi cabeza tratando de borrar ese recuerdo repentino. Fue muy bueno y era imposible que fuera exactamente como esa vez. Solo un sueño, un recuerdo.




Sin ti mientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora