Margaritas y mariposas

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No había nada más sublime y refrescante que disfrutar de un vaso de limonada rosa en una radiante tarde de viernes. El sol hacía brillas su piel, dándole ese tono dorado que tanto le gustaba, regalándole color a las flores que recién había acomodado en macetas para su patio.

Jaemin no necesitaba nada más en ese momento, bueno, solo una cosa y esa era saber usar la cámara que se encontró en todas las cosas que tenía guardadas su madre en cajas tan viejas que ni siquiera recordaba que tenía, pero no fue desde su mudanza que al menos él las descubrió.

Era difícil, cambiar drásticamente de unos días a otros de un país a otro, el choque cultural era extraño, solo podía decir que al menos estaban en un país más vivo, con un ritmo de vida rápido, pero no tan gris como el de Corea. Había pasado apenas solo un mes desde que llegaron a Salt Lake city por motivos del trabajo de su madre, fue demasiado apresurado, no sabía hablar muy bien el idioma, pero al menos se daba a entender bien en la escuela y en las tiendas, aunque era pesado.

La situación siempre le atormentaba en la cabeza, era triste tener que dejar de ver tan de repente a sus amistades y familiares, pero no era algo de lo que pudiera oponerse, siempre se mantuvo dócil ante su madre y aparte no quería quedarse solo.

Podía seguir perdido en sus pensamientos, hasta que un ruido le sacó de sus lagunas mentales. Volvió a escuchar ese ruido, pero no sabía de donde venía, puso pausa a la música que tenía puesta, pero ya no volvió a escuchar ese sonido, así que prefirió seguir con lo suyo y su cámara.

— ¿Necesitas ayuda? — La voz tan repentina le hizo dar un pequeño salto en su lugar. — Veo que llevas rato queriendo usar la cámara.

Volteo hacia su vecino que le hablaba desde el otro lado de la cerca.

— Uhm, yo creo que sí.

La seña del mayor le hizo levantarse de su lugar con su cámara y el paquete de instantáneas que tenía para ponérselas, hasta estar solo separado por la cerca y extendérsela. Este solo la miró, le dio la vuelta y abrió una pequeña puertecita en esta.

— Bueno, tal vez si le pones sus respectivas pilas, yo creo que puede encender. — Comentó entre risas mientras veía el rostro algo apenado del menor. — Creo que tengo unas, espérame aquí.

— Está bien, gracias...

Solo miró como se alejaba para entrar a su casa y después su atención se fue totalmente a una mariposa amarilla que se pasó por su cara.

Y no era solo una, después vio otras que estaban encima de distintas flores, y era ahí donde su atención se dispersó entre tantas plantas y flores coloridas, nunca había prestado atención al patio de su vecino hasta ese momento, era demasiado precioso, como si fuera sacado de alguna película.

Demasiado perfecto para ser cierto.

Se recargó más a la cerca para poder bien las flores que más llamaron su atención, unas margaritas que estaban creciendo en su pasto, se veían tan bonitas, si fuera un insecto claramente quería vivir encima de una margarita, aunque eso fuera muy caricaturesco.

El ruido de la puerta cerrarse fue lo que le hizo volver a acomodarse en su lugar, el mayor venía con la cámara y con una sonrisa, así que supuso que sí tenía pilas.

— Toma, intenta tomar una foto.

Agradeció cuando le extendió la cámara en sus manos e hizo lo que le dijo. Se volvió a recargar en la cerca y tomó una foto a la mariposa que se encontraba sobre uno de los tulipanes que había ahí cerca, y sí, salió la polaroid de la cámara, lo cual le sacó una sonrisa amplia al menor de los dos, y esa sonrisa maravilló al mayor.

— ¿Te gusta tomar fotos? – El contrario solo se limitó a asentir y eso hizo sacarle una mueca al mayor. — Hm, veo que no eres mucho de hablar

— Aun... no domino bien el idioma. — y se notaba, hablaba lento y con un pequeño acento.

— No es tan difícil, solo tienes que hablar más... si quieres yo puedo ayudarte, yo también soy coreano, será más fácil para ti ¿Qué dices?

Sus labios quedaron entreabiertos, no sabía si debía aceptar, no quería ser una molestia y no sabía tampoco si iba a cobrarle por enseñarle.

— No quiero molestar-

— No lo harías, no es algo que me pese, aparte te ayudaría mucho para que empieces a dominarlo mejor.

La pregunta se repitió y esta vez aceptó con una sonrisa, la cual el mayor le devolvió con una margarita en mano.

— Vi desde adentro que las veías, te regalo esta, creo que es la más bonita.

— Gracias

— Johnny, puedes decirme Johnny.

— Jaemin, yo soy Jaemin, y gracias, Johnny.

Y una sonrisa amplia adornó de nuevo el rostro del más bajo, a lo cual la sonrisa del mayor también se hizo presente por un momento, hasta que la voz de la madre de Jaemin aparecía en el ambiente y este tuvo que correr adentro, no sin antes despedirse del mayor.

Una semilla se plantaba en el pecho de Johnny, una que crecía rápido mientras veía a Jaemin irse,

Una mariposa se había posado en su hombro, era blanca y pequeña, recordaba a las margaritas con solo verla, tan inocentes, tan juveniles, tan puras... tanto que con una palmada encima la aplastó matando a la preciosa mariposa.







Mientras las luces de colores iluminaban su cuarto y "Dream A Little Dream Of Me" resonaba en las bocinas de su laptop, Jaemin tomaba fotos de cosas en su entorno que le gustaran como se veían, al igual que se tomaba fotos a si mismo con la instantánea, era complicado, pero al menos hubo unas cuantas que le gustaron, aunque también le gustaron más las que se tomó con su celular.

Estaba sentado a lado de la ventana, disfrutando del aire fresco de la noche, veía las fotos que había tomado en todo el día, las que le tomó a su madre cuando llegó del trabajo, al igual de unas que se tomaron juntos. Su mirada se desvió hacia la ventana, mirando el patio vecino que era iluminado solo con unos focos navideños en la entrada de la puerta, era chistoso, ya que era plena primavera, pero aún así le daban un toque agradable. Miró a su vecino que estaba agachado con una cámara, se veía como todo un profesional tomándole fotos a las flores de noche.

Se quedó viéndole un rato hasta que su vecino y él hicieron contacto visual desde la distancia, Jaemin sintió un poco de pena, seguro su mirada lo hacía sentir incómodo, pero el mayor le saludó con una sonrisa. Hizo el mismo gesto con la mano y desde dónde estaba, el mayor le tomó una foto.

Había posado varias veces desde su ventana para el mayor, lo tomó con gracias, pero cuando este se despidió le regaló un guiño, eso lo hizo sentir un poco extraño.

Era mucha confianza para un solo día.

Aún así, decidió dejarlo pasar, y miró de nuevo el bello patio trasero que adornaba la casa de Johnny, tan hermosa y clara vista que tenía y nunca se había percatado de ese gran detalle. Jugó un momento con la margarita que tenía en su cabello, justo la que le había regalado. Dejó la pequeña flor fija en su corcho con pines que tenía en la pared, para adornar las fotos que tenía.

Aunque había algo que no le dejaba de picar, y era esa sensación que le causaba el mayor. Si se ponía a pensar un poco, plantando una semilla en su pecho, una de misterio, un sentimiento algo confuso y que tristemente crecía rápido.

Algo no le calmaba del todo.

Miró por última vez las fotos en su pared y llegó el momento que decidió apagar las luces.















"Demasiado perfecto para ser verdad." 























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