Caminé de vuelta a casa por las calles mirando mi reloj, la mochila sobre mis hombros pesaba a consecuencia de los muchos libros que tenía que leer ese día, para estudiar y prepararme para el examen.
No quería llegar a casa, sabía que ella estaría ahí, hoy tendría tiempo libre pues era 10 de Mayo, día de las madres.
Que irónico. Día donde los hijos les hacen regalos a sus mamás, donde se ven por todas partes flores, chocolates, dulces, ropa, etc, etc, etc.
Una fecha nada importante para mi, era como cualquier otro día, con la única ventaja de que papá la llevaba a cenar fuera de casa y yo podía descansar de ella un momento.
Esperé a que el semáforo se pusiera de color rojo para poder pasar la calle y me topé con los típicos vendedores de rosas en ese día.
-¡Un ramo de rosas para su mamá! -gritaba mientras mostraba las rosas efusivamente.
-No gracias. -dije cortésmente caminando lejos de ahí.
-¡Oye! - escuché una voz familiar. -¡Jimin!
Me giro topándome a Stephanie, una amiga de la escuela que vive a unas cuadras de casa.
-¿Qué haces con eso? -le pregunto al verla con un enorme peluche de conejo.
-Es el regalo para mi mamá. -dice sonriente. -¿Y tu qué haces?
-Voy a casa. -me encojo de hombros.
-¿Qué le regaladas a tu mamá? -cuestiona curiosa.
Meditando mis palabras, intentando no sonar agresivo o molesto ante aquella incoherente pregunta, negué con la cabeza en silencio. No podía concebir el solo imaginarme dándole un regalo a quién me tortura y me hace daño constantemente. Esa horrible mujer envuelta en un disfraz ante los demás que se convierte en el peor de los demonios cerrada la puerta de nuestra casa.
-Puedo acompañarte a comprar algo si gustas. -ella sugiere pero decido continuar caminando.
-No hace falta. - zanco el tema de una vez por todas y me despido para apresurarme a casa.
Comprendo que la mayoría de personas me consideren un mal hijo, un chico que se expresa terriblemente de la mujer que le dio la vida. Pero les entiendo, ellos no ven lo que yo presencio todos los días de mi vida. Aunque actualmente sé como jugar su juego, no disminuye el terror que me invade al sentir su presencia.
Ella no debería celebrar un día como hoy, esta por mucho lejos de ser una madre para mi hermano y para mi. No comprendo como es que puede engañar a tantos con sus palabras y gran actuación.
Intenté dar pruebas de lo que decía, mi hermano lo intentó incluso antes que yo, pero por alguna extraña razón, las heridas que nos infringia desaparecían apenas se las mostrabamos a nuestro padre o cualquier otra persona. Como si no existieran aunque yo sintiera el dolor, como si estuvieran ciegos y yo pudiera verle el rostro como el verdadero monstruo que era.
...
Escondido en el desván sobre un par de cajas, leía las anotaciones que iba haciendo conforme devoraba los libros. Me preparaba para el exámen de la próxima semana. Este lugar a pesar de estar sucio y empolvado era un buen escondite.
Suspiré cansado de estar en la misma posición incómoda, estirandome mientras observaba la hora en mi reloj. Faltaba todavía menos de una hora para que mi padre llegara y se la llevara lejos unas horas como cada año en la cena del día de las madres.
Dejé a un lado los libros y caminé dando círculos mientras observaba mis apuntes y los releía en voz baja. Analizaba los conceptos deconocidos concentrándome en entenderlo, cuando de una de las cajas salió un sonido extraño. Miré detenidamente hacia aquel lugar y observé la caja moviéndose levemente.
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El monstruo
HorreurHay monstruos que son reales. Están ahí y no siempre lucen aterradores. En ocasiones se disfrazan para poder acercarse y no ser descubiertos. Hay monstruos que simplemente quieren destruirte.