📖 CAPÍTULO 09 - L01

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🔊 Narra Joel Pimentel

No podía describir lo que sentía en este momento, ya que sentía muchas cosas, mi primera opción era que Erick se había salido en cuanto lo dejé con Jessica y se había perdido en el camino, eso me causaba mucho miedo, la otra opción era que Jessica se lo había llevado a la cama, lo cual me causaban muchos celos. Todo eso lo sentí en un segundo, antes de que mi padre me gritara "Ven aquí Joel Pimentel" regresé a la sala con lágrimas en mis ojos.

— Papá lo siento, estaba borracho, lo olvidé por completo. — dije en un mar de lágrimas.

— Deja de llorar como una princesa, Pimentel. — gritó mi padre. — tu amiga Jessica vino a dejar a Erick hace como dos horas.

— ¿Qué? — sequé mis lágrimas. — ¿Por qué no me lo dijiste desde un principio? — pregunté molesto.

— Porque quería que sintieras lo que provoca tu irresponsabilidad, si lo mandé contigo es porque yo suponía que querías pasar tiempo con él. — se levantó del sofá y comenzó a subir las escaleras. — espero sepas valorar su amistad ya que, si sigues comportándote así, ni siquiera eso tendrás.

Me había quedado anonadado, mi padre me había dado una buena lección esa noche.

Subí hasta mi cuarto y abrí la puerta con cuidado, tratando de no hacer ruido. Y ahí estaba Erick, acostado, me sentía como una mierda por olvidarme de él, no sé qué hubiera sido de mi vida si el no estuviera acostado en esa cama en ese momento. Eso solo significaba una cosa, Yo no me merecía a Erick de ninguna forma que él pueda ofrecerme.

Tomé unas cuantas sábanas, una almohada y bajé hasta la sala a dormir en el sofá.

"Joel" dijo una voz algo... distante, el sonido era casi inaudible. "Joel" ahí estaba ese sonido nuevamente solo que esta vez se escuchaba más cerca.

— ¡Joel! — esta vez había sido un grito bastante claro y cerca de mí, haciendo que me despertara.

— ¿Qué carajos te pasa, Colón? — coloqué mis manos sobre mi cabeza, sentía como esta estallaría.

— Buenos días. — abrí los ojos para encontrarme con sus lindos ojos verde como el cielo, pero me sorprendió más que me hablara después de lo de anoche.

— Buenos días, Erick. — le sonreí.

— ¿Puedes cocinar algo? Me duele la cabeza y no sé por qué y tengo un hambre del infierno. — hizo un puchero.

— Claro, te prepararé algo. — me quedé pensativo por un momento. — ¿Estás molesto? — pregunté poniéndome de pie.

— ¿Por qué lo estaría? — preguntó acostándose en donde yo había dormido.

— Me porté grosero contigo anoche. — dije mientras jugaba con mis dedos.

— No fue nada, te entiendo, tu querías divertirte con tu amigo y yo llegué a arruinarte las cosas, tú eres el que debería estar molesto conmigo.

— No, Erick. — me agaché quedando en cuclillas frente a él. — yo tuve la culpa, regla número cuatro, debes aprender a dejar de culparte por lo que los demás hagan, no te disculpes conmigo cuando yo tenga la culpa. ¿Entendido?

— Debo anotar esa regla. — sonrió.

— Erick... — ¿Qué estoy a punto de hacer? cada musculo, cada pensamiento me llevaba a esa misma decisión — tú me gustas. — ¡Mierda! observé sus gestos, había confusión en sus ojos, quizá estaba molesto.

— Joel yo... — dijo, pero lo callé.

— Si, Erick lo entiendo, tú no eres gay. — me levanté.

— No Joel, lo que iba a decir es... que yo no sé lo que siento por ti. — al escuchar eso un rubor en mis mejillas apareció, me di la vuelta para que Erick no las notara.

— ¿A qué te refieres? — pregunté.

— Hay sensaciones que no había sentido en mi vida, no sé cómo llamarlas ni lo que significan, esto es muy confuso. — bajó la mirada, aun le faltaba mucho por aprender. Volví a ponerme en cuclillas, tomé su mentón, haciendo que me mirara a la cara.

— Te ayudaré. — susurré. — ayudaré a que identifiques todo lo que sientes en tu cuerpo, te ayudaré a entender cosas, a socializar, a buscar. — mordí mis labios. — te ayudare a buscar pareja si eso es lo que quieres.

— ¿Harías todo eso por mí? — susurró nervioso, ¿será que yo era capaz de ponerlo nervioso?

— Por supuesto que si Erick, haría todo lo que tu quisieras, te ayudaría en todo. — sonreí, estaba a tan solo centímetros de sus labios, podía besarlos en este momento, pero arruinaría todo con Erick.

— Eres todo para mí, Joel. — susurró nuevamente. — Eres todo lo que tengo en este momento.

— Erick... — solté un leve gruñido, no aguantaría más. — ¿Me perdonas? — dije, y él iba a hablar, pero no le di oportunidad así que eliminé la distancia entre sus labios y los míos y lo besé.


Diarios Para Erick | Joerick |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora