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Yoongi y Hoseok pasaron su día en el parque de diversiones.

Entretenidos y a la vez cansados por las diversas atracciones a las cuales subieron, decidieron tomar un merecido descanso.
Se sentaron en una banca a conversar mientras disgustaban un helado.

Hoseok chillaba por cada cosa linda que veía. Y eso era muy seguido, hasta un par de veces Yoongi lo tuvo que golpear para que le prestara atención a él y no a unos chicos guapos que pasaban cerca de ellos.

Entre la conversación, Hoseok observó encantado a un osito de felpa que se encontraba en un pequeño stan. ¡Era de kumamon!

-Yoongi, mira eso.- le señalo entusiasmado el oso.

-Lindo.

-Lo quiero.-gruñó.- Iré a por él, será mi regalo para ti.

Hoseok se levantó corriendo terminando su helado y Yoongi se quedó donde estaba, total, el stan estaba a un par de metros y podía ver perfectamente a Hoseok.

Hoseok pagó para así tener su turno, era un juego simple- se suponía- debía lanzar cinco dardos y si alcanzaba cierta puntuación, ganaba su querido oso.
Sin perder el tiempo, lo intentó. No una, sino dos veces. Y las dos veces, no ganó nada.

Con un puchero en su boca se retiró del juego, fue caminando hacia Yoongi. Ahora el puchero era reemplazado por su boca de triángulo.

-¿Perdiste?- preguntó burlón apenas Hoseok estuvo a una distancia considerable para oírlo.

-Cállate, abuelo. Quiero mi kumamon.- murmuró aún enfadado.

-Seokseok, tienes mil peluches en casa.- le intentó persuadir.

-Pero ninguno es tan lindo como ese. Además, era para ti. Sé cuánto te gusta.- Suspiró y pensó un momento.- No importa, tienes razón.

Yoongi miró a su novio, que se encontraba con una sonrisa fingida. Odiaba ver a Hoseok así, prefería que hiciera berrinches a que se quedara en silencio y aceptara las cosas sin luchar ni un poco.

-Vamos. Ganaré ese tonto oso.- le sonrió y tomó su mano para caminar hacia el juego.

-No es necesario, Yoongi.

-Si te hace feliz será tuyo o mío, o nuestro. Lo que sea.- Hoseok sonrió y besó su mejilla.

-Bebé, no importa. Imagina, si no gané yo, que tengo fuerza y soy bueno en juegos, tu no podrás. Y créeme, quiero comer rico durante el mes, no quedar en banca rota por un tonto juego.

Yoongi gruñó.

-Ganaré y callaré tu linda boquita.-besó sus labios y pidió dos turnos.

Atrás de él los seguía otra pareja.

Yoongi jugó los primeros tres dardo, ni siquiera logró llegar al tablero. Las risas de Hoseok y los murmuros de la otra pareja, lo hacían enfadar. Tiró los otros dos y ninguno alcanzó a un buen puntaje.

Lo mismo pasó con el segundo turno.

Compró otro boleto para seguir jugando y el hombre de la pareja que estaban detrás de ellos en el juego les habló:

-Hey, si eres tan malo deberías dar la oportunidad a otra persona. 

Yoongi lo ignoró olímpicamente y Hoseok se encogió en su lugar incómodo, sólo rogaba porque Yoongi no se enfadara.  
Sin ni siquiera darse cuenta, todos los dardos sumaron el puntaje justo para ganar el oso kumamon.

Yoongi sonrió complacido y Hoseok lo abrazó con entusiasmo.

-Estúpido maricón.-bufó el tipo que antes les había molestado.

-Dime maricón una vez más, puto hetero y te rompo tu mierda de cara.- escupió Yoongi.

-Cariño, es suficiente.- escuchó llamar a la pareja del idiota.

-Amor, tranquilo.- Hoseok tocó su hombro y sólo bastó ese toque para que Yoongi se tranquilizara.

-Pff, sabía que los gays eran fáciles, pero no tanto.- le sonrió a su novia.- señor, deme el tonto peluche de rikakumamon.

-Tu te lo buscaste.- Yoongi le propinó un perfecto golpe en su pomulo. La muchacha que le acompañaba gimió de miedo y el tipo quien ahora se encontraba en el piso, respiraba apresuradamente. Estaba enojado. Vaya que si.- se llama Kumamon. Hijo de puta.

Hoseok se llevo una mano a la cabeza y negó. Yoongi era un caso perdido.

-Señor, deme el peluche de kumamon para mi bello novio. Por favor.

-Tome, señor.- el señor le sonrió forzosamente y le entregó el gran oso de felpa.

-No era necesario.- Hoseok sonrió y abrazó al oso.

-Todo para que mi chico sol sea feliz.- sin necesidad de ponerse de puntitas, besó con dulzura la nariz de su novio.

-Te amo.

-Y yo te amo a ti, bebé.- Hoseok le sonrió y sin ser feliz solamente con abrazar al oso, depositó un suave beso en la coronilla del mismo.

Yoongi se cuestionaba el por qué le regaló ese tonto oso que le estaba quitando la atención de su Hobi.

Y aún en el piso, el tipo se preguntaba cómo ese chico que se veía tan escuálido le pegó tan fuerte. 

Yoonseok Days.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora