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-Cariño, ¿aún estás en el trabajo?

-Claro, pero tranquilo, después pasaré al estudio y me iré directo a casa para cenar juntos.

-Bueno, ven con cuidado, YoonGi. Adiós.

La llamada fue finalizada y rápidamente dio una ojeada a su reloj. Siendo las 3:12 pm le quedaba mucho tiempo para todo lo que debía hacer. Sonrió pensando en lo que le deparará esa noche.

-Sabes, lo que más extraño de Gwangju es la comida de mi mami, ó sea, es la mejor del mundo. Quiero comer pavo esta navidad.

-¿Tu madre cocinaba pavo?- preguntó atento ante cualquier nueva información procedente del menor.

-Nop, pero me gustaría probarlo.- se removió saliendo de la calida prisión que eran los brazos de su hyung-Ya sabes, como los estadounidenses y todo eso, ¿no sería genial, hyung?- preguntó mirando atentamente a YoonGi con sus labios abiertos en una perfecta "o" y sus ojos más amplios de lo normal. Adorable.

-Estoy seguro que no te gustará, es muy seco.

-Que si me gustará, todo va en la preparación.- murmuró con confianza asintiendo.

-¿Lo cocinarás tú?- el pelinegro lo miró con una ceja alzada y una sonrisa ladeada.

-Obviamente no.- le sonrió avalanzandose a sus brazos nuevamente para dar un sonoro y casto beso en sus labios.- usted me cocinara.

Recordando lo mucho que su HoSeokie le había insistido respecto a comer un pavo, YoonGi no podía hacer más que complacerlo, porque la sonrisa de HoSeok era el mayor placer en su vida.

Por primera vez en mucho tiempo el idiota de su jefe no hizo más que causarle problemas. Tareas tras tareas, que entregar tal proyecto, que quiero esto renderizado para hoy, que la letra es muy absurda, etc. Cada minuto perdido en subir y bajar escaleras, dejando un par de carpetas en el octavo piso para luego bajar corriendo al segundo. ¿Por qué? Porque justo ese día, la estúpida caja mecánica llamada ascensor, se echó a perder.

Estúpida tecnología, murmuraba molesto a mediado sus pasos se hacían más rápidos.

La hora avanzó muy rápido y YoonGi ni siquiera se fijó, entre atender a algunos artistas emergentes y tener que grabar justo algún EP de navidad o algo así, ya le dieron las 10 pm.

Con miedo revisó su celular:
33 llamadas perdidas.
17 mensajes.
90 line.
13 mensajes de voz.

La pantalla se iluminó con la foto de su menor. Llamada entrante. Guardó el celular en su bolsillo nuevamente y salió corriendo sin antes hacer las respectivas reverencias y agradecer por el trabajo bien hecho.

HoSeok lo mataría.

Sin querer, pensando en la terrible velada que se aproximaba a pasos agigantados sus torpes piernas se enredaron y cedieron al cemento. Su cuerpo completo se encontró adherido al frío piso, su tobillo dolia a horrores, pero debía seguir.

Cojeando logró entregar la última carpeta en el piso 3 y luego subió hasta su piso; siete.

Aún gimoteando por el dolor, tomó sus pertenencias junto con el casco de su motocicleta y avanzó lo más que pudo para despedirse de su estúpido jefe y correr al aparcamiento.
Cuando se encontraba ya montado en su preciosa Kawasaki Ninja H2r, -porque sí, él amaba mucho a HoSeok, pero un amor que era quizás tan intenso como el que le tenía a su pequeño pelirojo, eran las motocicletas.- se dio cuenta de lo tarde que posiblemente era por las constantes vibraciones que su aparato en el bolsillo derecho le daban. Obviamente era HoSeok.

Yoonseok Days.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora