Introducción

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-¿Lista para tu primer día?

Me miro en el espejo de arriba a bajo, estoy perfecta. Observo a mi alrededor y respiro el aire puro de mi apartamiento. -Que recogido está todo.- sonrío, con delicadeza cojo mi chaqueta preferida la cual está perfectamente colgada en el perchero de la entrada, al lado de la puerta. Cuelgo mi bolso sobre mi hombro y abro la puerta...

-RIIING RIIING RIIING.

El estridente sonido del despertador hace que me levante sobresaltada, le doy un manotazo al aparato y me doy la vuelta sobre mi misma, recoloco la almohada y me acurruco más, debajo de las sábanas. -Que sueño tengo....

Mis parpados pesados y cansados ser van cerrando poco a poco, y antes de conseguir cerrarlos nuevamente vuelve a sonar la maquina del demonio. Resoplo y consigo apagar ese dichoso sonido que me está taladrando la cabeza. 

Un pensamiento fugaz pasa por mi despistada cabeza < ¿que hora es? >, me fijo en los pequeños números y en las agujas.

-Noo, no puede ser ¡Por qué no me has despertado antes!- le grito inútilmente al aparato. Ya de nada sirve, salto lo más rápido posible de la cama, desechando así todos los pensamientos de quedarme una o dos horas más vagueando. 

Abro el grifo de la ducha esperando a que se caliente, y mientras, deprisa y corriendo me quito el pijama. Miro encima del lavabo, cojo el cepillo de dientes y la pasta, echo un pegote enorme y meto el cepillo en la boca. 

 Veo como el vapor de la ducha empieza a surgir, me adentro en ella. Dios el agua esta ardiendo, me aparto y pongo el agua más fría, con recelo pongo un pie debajo del agua, está congelada. Bah no tengo tiempo, llego tarde, tengo que darme prisa. Recopilo todo el valor y la fuerza de voluntad del mundo y me adentro bajo la fría agua, me enjabono y enjuago, mientras a la misma vez cepillo los dientes, todo lo más deprisa posible. 

Pescaré un resfriado seguro.

Cuando salgo me enredo en la primera toalla que encuentro y corro hacia el armario de mi cuarto, miro el reloj de la pared. No tengo tiempo para combinar nada, cojo lo primero que pillo y voy hacia el salón mientras a tropezones me visto.

Observo la estancia -Madre mía que desorden.- busco desesperadamente los papeles que necesito, no los veo por ninguna parte. 

-Ajá ya os vi, pillines.- los hallo debajo de mi bolso. Busco dentro de este las llaves y por suerte están, cojo mi móvil, que estaba encima del sofá y avanzo hasta la puerta. 

Me observo en el espejo viendo el horror de ropa que llevo. 

-Bah, algo es algo, por lo menos voy vestida, mal, pero vestida. - Abro la puerta de entrada a cual estaba sin el cerrojo echado ni nada. Soy un desastre de verdad, cualquier día llego y me han desmantelado la casa cuatro raterillos. 

Cierro la puerta y salgo a toda prisa, voy hacia el ascensor que está al final del pasillo, las puertas están abiertas y la señora Vidal está dentro.

-No deje que se cierren las puertas.- digo mientras corro en su dirección, la señora Vidal me mira y pulsa rápidamente los botones, y las puertas se van cerrando poco a poco. -No, espere señora Vidal.- me sonríe con su cara de bruja y las puertas se cierran completamente delante de mis narices.

-Amargada.- resoplo y miro hacia las escaleras, no puedo tardar más, me espera bajar seis pisos a pie. Me pongo en marcha y corro escaleras a bajo, bueno, más bien parece que vuelo.

Cuando consigo estar en la última planta estoy agotada, y mientras tanto la bruja de mi vecina está cotilleando en la entrada con la señora del tercero.

-Gracias por esperarme en el ascensor.- digo con claro tono de ironía mientras le lanzo dagas con los ojos, y sin esperar su contestación salgo del edificio.

Corro a toda prisa por las calles, y por fin, a lo lejos visualizo la parada y a veo como el autobús se acerca.

Corro todo lo rápido que mis piernas me permiten y consigo llegar antes de que el vehículo cierre las puertas.

Soy la última en subir, el señor conductor me mira sonriendo mientras yo busco el boleto en el bolso, y lo hayo al final del mismo, se lo entrego y me lo sella.

-Gracias.- le sonrío y caminó hacia el final del autobús, me siento en uno de los asientos. Espero que no tarde mucho, si no, daré una muy mala impresión en mi primer día.

Bueno vosotros mis queridos amigos os estaréis preguntando ¿Y quien es esta encantadora, amable, guapa, estupenda e inteligente chica?

Por órdenes de la escritora de este libro tengo que cambiar todos los reales y para nada exagerados piropos que me he atribuido a mi misma. Mejor dejémoslo en simpática, torpe y despistada, muy despistada.

Bueno pues a lo que iba, esa chica soy yo, Clara, más concretamente Clara Martínez García.

Y en las páginas que vienen a continuación os contaré como me enamoré del hombre más antipático, aguafiestas, serio y guapo, extremadamente guapo.

Si queréis conocer mi historia seguir leyendo...

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