trois

364 71 12
                                    

Tal como se había dicho, el día lunes Luke había tenido que asistir a su nueva escuela bajo la amenaza de sus padres y también la del director de aquel establecimiento, y aunque a él poco le importaban dichas amenazas, había tenido que escuchar toda la charla de aquel viejo hombre informándole sobre el reglamento que tenía aquel lugar. Luego de unos minutos el hombre de canoso cabello y simpático bigote terminó aquella charla con un apretón de manos que el estudiante dudó en responder.

Luke salió de aquella oficina, caminó por los pasillos en busca de su salón. Subió las escaleras y finalmente lo encontró en el tercer piso. Dio dos suaves golpes en la puerta antes de abrirla encontrándose con el rostro de una mujer de no más de treinta años. Su piel trigueña y tersa le hacía ver atractiva, demasiado para el gusto de Luke.

ㅡ¿Señor Hemmings? ㅡCuestionó la mujer sin quitar la sonrisa de su rostro. Luke asintió levemente y entonces ella abrió la puerta para dejarle entrar bajo la mirada curiosa de sus compañeros.

Luke no se presentó, como todos esperaban. Él caminó en silencio hasta el último asiento cerca de la ventana. Se sentó y levantó su mirar azulino, quienes le observaban se voltearon hacia adelante y entonces la profesora junto sus manos con entusiasmo e hizo que todos ordenaran el salón para que quedara un círculo, los estudiantes lo hicieron, incluso Luke y al sentarse se percató del colorido cabello de su vecino. Sus miradas se encontraron, ninguno parecía querer perder ante aquella batalla hasta que finalmente la profesora llamó su atención.

La dinámica era simple, la profesora se levantó mostrando en sus manos una madeja de hilo rojo, algunos ya conocían dicha dinámica, otros no. La mujer mostró una radiante sonrisa y entonces ató la punta del hilo en su dedo índice pronunciando las siguientes palabras.

ㅡMi nombre es Alicia Brown, y mi meta este año es hacer que mis estudiantes se gradúen. ㅡLuego de decir aquello, lanzó la madeja a una estudiante quien imitó la acción de atar el extremo del hilo en su dedo índice y pronunció sus palabras.

La madeja de lana fue pasada de estudiante en estudiante creando de esta forma una enorme tela de araña. Finalmente llegó el turno de Michael, él ató el hilo a su dedo y entonces habló.

ㅡMi nombre es Michael Clifford, y mi meta este año es... ㅡHubo un silencio, Michael miró sus zapatos como si estos tuvieran la respuesta dibujada, luego levantó su mirada al frente encontrándose con la azulina de su vecinoㅡ Mi meta es ser una gran persona. ㅡDictaminó decidido para luego lanzar la madeja hacia el rubio joven.

Luke la tomó en el aire, no se molestó en atar su dedo y simplemente dijo: ㅡLuke Hemmings, sin metas.

El salón quedó en silencio ante aquel comentario tan apático, pero aquello poco le importaba al rubio estudiante quien no quitaba su mirada desafiante de los iris esmeralda de su vecino.

Las siguientes horas pasaron sin mayores acontecimientos. Luke seguía odiando a aquel mocoso afeminado. Por cosas de la vida se lo había topado en cada lugar al que iba.
Caminó hasta la sala de música y allí se encontraba Michael cantando, fue al casino y también se lo encontró allí con un grupo de chicos disfrutando de una saludable merienda, intentó ir a la biblioteca, algo que jamás en su vida había hecho y sí, allí estaba su jodido vecino leyendo un jodido libro sobre plantas. ¡Era desesperante! Sentía que un arco iris andante le seguía a todos lados, e incluso, por si fuera poco, ambos tomaban el mismo camino para devolverse a casa.

Michael caminaba adelante, sus manos iban aferradas a su mochila de color negro. Aquel día se había tenido que ir solo dado que su mejor amigo debía acompañar a su padre en una investigación. Al sentir que alguien caminaba tras suyo, su corazón comenzó a latir con miedo pero aquel sentimiento desapareció cuando se percató de que era su vecino quien le seguía. Bueno, no le seguía exactamente, es decir eran vecinos así que debían tomar el mismo camino.

En algún momento en el trayecto, Michael sintió el impulso de hablarle e intentar comenzar de cero, pero todo aquello murió cuando se volteó y aquella mirada abismal le congeló del miedo. Era un hecho, su vecino lo odiaba por ser homosexual, y aunque estaba acostumbrado a este tipo de rechazo, su pequeño corazón de polluelo seguía doliendo.

Al llegar a su hogar se acercó a su padre quien estaba arreglando la vieja camioneta, lo saludó y luego entró en busca de su madre. La encontró lavando los platos sucios, le ayudó a secar estos mismos mientras le charlaba sobre su día en la escuela y una vez terminando decidió subir a su cuarto. Se sentó frente a la ventana para poder regar de mejor manera una de sus plantas y sin querer observó hacia el frente encontrándose con el torso desnudo de su vecino.

Sus mejillas se pusieron coloradas de inmediato y un extraño burbujeo dio inicio en su estómago, aquellas sensaciones eran desconocidas para él. Se escondió por unos instantes intentando que el color rosa de sus mejillas se fuera ¡Pero era demasiado!
Respiró hondo y volvió a espiar, el rubio chico parecía no darse cuenta del deleite que le causaba a la vista de aquel niño. Hasta que se volteó sin interés y luego volvió su vista al espejo. Sus ojos se abrieron asimilando que había visto al niño de violeta cabello mirándole por la ventana y entonces con pasos grandes se acercó a la ventana pero su vecino ya no estaba. Con rabia cerró las cortinas para evitar que pasara otra vez.

°•.❀ °•.✿ °•.❀ °•.❀ °•.✿ °•.

(🌸Demasiado amor para todxs 🌸)

El chico de las flores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora