Y es triste que para contrarrestar mi soledad preferí entregarme a diferentes medicamentos para así adormecer mi dolor.
En su mayoría, las drogas para el corazón y el verdadero dolor que llevaba en el.
Engañaba a mi corazón y a mi mente para así creer que realmente era feliz, pero llego un momento en el que no podía pensar con claridad. Simplemente estaba a la deriva.
Desde que me sentía más deprimida cuando estaba sobria, me hacia aún mas dependiente de las drogas.
Necesitaba algún propósito en la vida pero le había dado la espalda a los caminos que Dios me daba.
Pero cuando apareciste y me aferre a ti, comprendí que ninguna droga enganchaba tanto como mirar tu sonrisa.
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Cartas a Madrid.
RomanceQue envidiosa la distancia, que se interpuso en nuestro camino. 544,9 km (TODOS LOS DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS)